El streamer mallorquín, firme defensor del comunismo y propietario de una vivienda unifamiliar, relata en sus directos las desventuras que sufre para construirse una piscina: “No quiero lujos, solo un agujero decente con conciencia de clase”.
Palma de Mallorca, Comuna 2.0 — Si alguna vez soñaste con ver a un comunista de verdad construyéndose una piscina sin traicionar sus principios ideológicos, estás de enhorabuena. El streamer mallorquín Alexelcapo, conocido tanto por su afilada crítica al sistema capitalista como por su maestría domando JRPGs, ha conseguido llevar la lucha de clases… hasta el borde de su futura piscina.
Todo empezó con un tuit lanzado como martillo dialéctico contra los defensores del “comunismo imaginario”:
“¿No os fascina cómo llevamos décadas viviendo en un mundo ultracapitalista pero los tontos estos siguen echando la culpa de lo que pasa a un socialismo que ya ni existe? No puedes comprarte una casa, apenas puedes pagar el alquiler, la compra es cada vez más cara. ¿La culpa? El comunismo”.
Un mensaje claro, contundente, rabiosamente de izquierdas. Hasta ahí, todo correcto. Lo que nadie esperaba es que el autor del mismo —en pleno ejercicio de sinceridad revolucionaria— estuviera narrando por Twitch su epopeya personal para construirse una piscina en su casa. Sí, su casa. De su propiedad. Pagada. Con hipoteca finiquitada y todo. Un dato que ha hecho que media X (Twitter, para los boomers) entre en combustión ideológica.
Propiedad privada sí, pero sólo para hacer chapoteo socialista
Desde su stream, Alex ha relatado con frustración cómo lleva semanas lidiando con contratistas, presupuestos imposibles, obreros que desaparecen misteriosamente tras medir el terreno, y empresas que instalan media piscina y luego te bloquean por WhatsApp.
“Quiero una piscina de dimensiones humildes, una piscina obrera, de lucha. Nada de mármol travertino ni cascadas con luces LED. Sólo un lugar donde sumergirme después de gritarle al sistema y al algoritmo de YouTube”, declaró mientras mostraba en pantalla el hoyo irregular y mal drenado que le dejó la tercera contrata.
Según explica, ya ha cambiado cuatro empresas distintas, una de las cuales aseguró haber hecho piscinas en “villas como la de Abascal”. “Ahí supe que no podían hacerme la mía. No quiero que mi piscina huela a facha”, añadió con tono grave.
“Yo no tengo piscina, tengo una trinchera”
Con el hashtag #PiscinaPopular, los fans del streamer han empezado a organizarse en solidaridad con su causa. “Le han hecho un socavón con forma de media luna. Parece una trinchera. Es el reflejo perfecto del alma comunista: un espacio colectivo de sufrimiento excavado con ilusión”, escribe @LeninEnCrocs, suscriptor de nivel platino.
Otros, en cambio, lo acusan de incoherencia. “¿Dónde quedó la abolición de la propiedad privada?”, preguntaba un usuario anónimo. A lo que Alex respondió con serenidad revolucionaria:
“La propiedad no es el problema. El problema es que me cobren 18.000€ por un agujero que parece un cenote maya y aún así venga sin cloro”.
Marxismo de piscina: corriente en auge
Sociólogos de izquierdas —los que cobran por escribir columnas sobre memes— han bautizado el fenómeno como “marxismo residencial de piscina modesta”, un subgénero del activismo digital que defiende la redistribución de la riqueza, pero que no ve contradicción en tener calefacción por suelo radiante, un jardín y dos gatos con seguro veterinario.
“Es una muestra más del comunismo de nueva generación: comprometido, pero con fibra óptica. Anticapitalista, pero sin renunciar al confort. Y sobre todo, que denuncia la precariedad… desde un entorno bien decorado”, explica el experto en cultura de internet Manolo Marx, autor del exitoso ensayo Los que se quejan desde la buhardilla.
Entre revolucionario y cliente insatisfecho
Según fuentes cercanas (su propio stream), Alex ha tenido ya que cancelar tres contratos, interponer una queja formal al Colegio de Excavadores Anónimos, y jurar en directo que “si el próximo albañil me cobra el IVA sin factura, lo denuncio aunque sea proletario”.
La polémica ha escalado al punto de que algunos usuarios le han pedido coherencia total: “Lo justo sería una piscina pública gestionada por cooperativa. O como mínimo que invites a los vecinos del barrio a hacer un chapuzón comunitario cada jueves”.
Alex ha respondido con ironía:
“Si la revolución no me permite tener piscina, será sin mí. Pero eso sí: en mi piscina no entra un liberal ni con manguitos.”
El comunismo es esto
Mientras tanto, las obras siguen paradas. La zanja, según Google Maps, ya aparece como accidente geográfico. La escultura de Marx que pensaba poner al borde del agua tendrá que esperar, al igual que el inflable en forma de hoz y martillo. Pero el mensaje ha calado.
Porque, ¿qué mejor metáfora de nuestra época que un comunista atrapado entre presupuestos imposibles, obreros desorganizados y el deseo de darse un baño reparador sin renunciar a sus ideales?
Alexelcapo ha conseguido, sin quererlo, redefinir el debate político nacional: ¿Puede un comunista tener piscina sin traicionar la causa?
Y, lo más importante: ¿quién demonios puede hacerle el agujero bien?
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