jubilados

Madrid.
La mañana de este martes ha estado marcada por una escena insólita incluso para los estándares madrileños, donde los jubilados suelen concentrarse en bandadas perfectamente organizadas en torno a obras, bancos del parque y cafeterías con menú del día antes de las 13:00. Varias asociaciones de personas mayores han convocado una protesta frente a la sede de Podemos en Madrid tras asegurar que el partido morado los está “utilizando mediante engaños” con fines electoralistas.

La concentración, que comenzó a las nueve en punto —porque “después de esa hora empieza a hacer corriente”, según un asistente—, ha reunido a cerca de trescientas personas, todas con la misma mezcla de enfado, decepción y, en algunos casos, ilusión porque pensaban que habría una obra cerca que vigilar.

“Nos dicen que hay obras y luego no hay nada; así no se puede vivir”

La voz principal del movimiento ha sido Augusto Bastones, un hombre de 78 años, representado oficialmente como portavoz de la Asociación de Pensionistas de Vallecas. Bastones, visiblemente indignado y con un volumen de voz solo comparable al de un taladro hidráulico, ha explicado:

“De un tiempo a esta parte se han ido dando informaciones falsas sobre nuevas construcciones de estaciones de metro, obras del gas e incluso una reforma de la estructura exterior del Congreso. ¡Y luego llegamos ahí y ni un mísero andamio!”

Los jubilados denuncian que estas supuestas falsas alertas han sido difundidas a través de grupos de WhatsApp, llamadas misteriosas a horas intempestivas (es decir, después de las 20:00), y papelitos dejados en los portales “con letra torcida, como si fueran anuncios de fontanero”.

Bastones detalla que todo empezó hace unos meses, cuando recibieron una cadena avisando de la inminente construcción de una nueva salida del metro en el barrio.

“Nos dijeron que empezaban las obras a las seis de la mañana. A esa hora estábamos allí setenta pensionistas, perfectamente alineados, algunos con taburetes plegables para no perder detalle. Y qué encontramos: nada. Ni máquinas, ni obreros, ni ruido… ¡Si hasta estaba limpio!”

Desde entonces, aseguran, el fenómeno se ha repetido una y otra vez. Obras del gas que nunca llegan, zanjas prometidas que nunca aparecen y reformas institucionales que no pasan de ser un rumor mal fotocopiado.

El sentimiento generalizado es de humillación organizativa. “Nos tienen dando vueltas por Madrid como si fuéramos Pokémons”, afirmaba otra asistente, que prefería no dar su nombre pero sí repetir la frase cuatro veces seguidas para que constara.


“Las obras reales se están quedando sin observadores: esto es un desastre nacional”

La protesta adquiere tintes dramáticos al escuchar otro de los grandes motivos del descontento: la crisis de supervisión espontánea de obras.

Tradicionalmente, los jubilados han ejercido el papel crucial —y no oficialmente reconocido— de fiscales de obras urbanas. Su labor consiste en observar atentamente el trabajo de los obreros, hacer comentarios vagos sobre técnicas que no existen y opinar sobre la mezcla del cemento sin tener conocimientos al respecto.

Sin embargo, debido a las supuestas falsas convocatorias, las verdaderas obras se están quedando desatendidas.

“¿Quién va a controlar que los obreros no se tomen descansos de más de doce minutos? ¿Quién va a gritarles ‘eso antes se hacía mejor’ aunque no sepamos de qué hablamos? Esto es la ruina”, lamenta Bastones.

La situación, según afirman, tiene incluso un componente social peligroso. Una mujer de la Asociación de Viudas Muy Motivadas añadió:

“Las mujeres quedarán indefensas ante los silbidos de los trabajadores de la construcción si no hay un anciano que se lo reproche de manera ininteligible por culpa de la dentadura postiza.”

Este argumento fue recibido con asentimientos enérgicos, sonidos guturales de aprobación y varios testimonios de jubilados que afirmaban haber evitado, en el pasado, auténticas tragedias de piropos fuera de horario laboral.


Un patrón sospechoso: el rastro morado

Aunque la teoría de que Podemos está detrás de estas falsas alertas podría parecer extravagante incluso para los estándares del Diario ASDF, lo cierto es que los jubilados aseguran haber detectado patrones.

“Siempre nos convocan cerca de edificios institucionales, o de locales donde después hay un mitin del partido morado”, explicaba la jubilada Manuela Ortega, que llevaba una libreta repleta de anotaciones en letra redonda y subrayados color fluorescente.

En las últimas semanas, los pensionistas aseguran haber encontrado panfletos que anunciaban:

  • La supuesta construcción de un túnel subterráneo directo al Senado.
  • La instalación de paneles solares en la fachada del Ministerio de Igualdad, con necesidad de desmontar parte del edificio.
  • La sustitución de las estatuas del Congreso por otras “más modernas”.

En todos los casos, las obras eran falsas y, en cuestión de horas, comenzaba una concentración de Podemos en las inmediaciones.

Para los jubilados, no es casualidad.


La confirmación del Diario ASDF

Una investigación rápida y eficaz (realizada por nuestro departamento de Paseos Largos y Observación de Bancos Vacíos) confirma que la edad media de los asistentes a las concentraciones de Podemos ha alcanzado niveles históricamente altos.

Según los datos recogidos por nuestro medio, la edad media se sitúa en 70 años, con margen de error de ±2 años dependiendo de si se toma la muestra antes o después del reparto de café en termos.

Además, se ha observado una disminución en la afluencia de manifestantes jóvenes, que ahora se encuentran ocupados trabajando o intentando descifrar si los alquileres son una broma conceptual o algo real.

Este incremento de personas mayores alrededor de Podemos coincide temporalmente con las denuncias de los pensionistas.


“Nos están usando para rellenar huecos visuales en las fotos”

Otra teoría que circula entre las asociaciones es que los ancianos son utilizados para mejorar la estética de las concentraciones en fotografía.

“Un grupo de mayores da sensación de sabiduría, de tradición, de respaldo histórico”, explica Donato Mamporrero, secretario de la Asociación de Mudanzas Emocionales para la Tercera Edad.

“Y además, como somos bajitos, siempre quedamos bien delante. No tapamos a nadie. Pero eso no significa que se pueda abusar de nosotros.”

La idea de que los jubilados sirvan como “decorado humano” para equilibrar encuadres ha causado especial indignación.

“Si quieren gente para hacer bulto, que traigan influencers, que para eso están”, clamaba una pensionista mientras agitaba un abanico de Podemos hace tres elecciones que había guardado “por si servía para algo”.


La protesta: un mosaico de bastones, pancartas y enfado organizado

La concentración de este martes se desarrolló de forma absolutamente impecable. Hubo orden, turnos para hablar, reparto de caramelos sin azúcar y un curso improvisado de cómo gritar consignas sin perder la voz a partir de los 75 años.

Entre las pancartas más destacadas se pudieron leer:

  • “Sin obras no hay democracia”
  • “Queremos zanjas reales, no ilusiones”
  • “Mi abuelo ya vigilaba obras, no lo engañéis más”
  • “Más hormigón y menos manipulación”

También fue llamativa la aparición de una pancarta en la que podía leerse “Yo estuve allí… pero no había nada”, firmada al parecer de manera colectiva.


¿Y Podemos? Silencio, por ahora

El partido morado no ha emitido un comunicado oficial. Según fuentes de su entorno, están evaluando si la protesta forma parte de un movimiento espontáneo o si se trata de una conspiración organizada por los jubilados para llamar la atención de las cámaras.

“Puede que nos estén utilizando ellos a nosotros”, habría bromeado un miembro de Podemos, que pidió permanecer en el anonimato “en parte porque no sé si esto va en serio”.


¿Y ahora qué? Los jubilados no piensan retroceder

Las asociaciones ya han anunciado nuevas acciones:

  • Una vigilancia real de las obras que SÍ existen, para recuperar posiciones.
  • Un curso intergeneracional para enseñar a jóvenes a comentar obras correctamente.
  • La creación de un “Observatorio del Observador”, destinado a controlar si otros observadores están observando adecuadamente.

Además, exigen una disculpa pública por parte de Podemos y la promesa de no convocarlos nunca más mediante rumores falsos.

“Nosotros estaremos al pie del cañón —o del andamio— si hace falta”, afirma Bastones. “Pero que no nos engañen. Y si hay obras de verdad, que nos avisen. Que para algo seguimos aquí.”


Conclusión: un conflicto generacional que ya es parte del folclore político

Lo ocurrido hoy demuestra algo que desde el Diario ASDF siempre hemos defendido: los jubilados son una fuerza política y urbanística imparable. No se les puede mover, no se les puede engañar y, sobre todo, nunca hay que jugar con sus expectativas respecto a obras públicas.

El caso promete seguir creciendo y ya se habla de una posible “Marcha de la Tercera Edad por la Verdad de las Obras”, cuyo recorrido está aún por definir porque varios jubilados han sugerido pasar por zonas donde “parece que están haciendo algo”.

Estaremos atentos.

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