¡Atención, compañeras! Hemos llegado al momento de enfrentar la verdad más oculta de la sociedad patriarcal: los váteres son, sin lugar a dudas, el último bastión de la opresión masculina. Pero ya basta de aguantar este abuso en silencio, ¡es hora de levantarnos y exigir la igualdad en el baño! ¡Y no, no me refiero solo a compartir los cubículos, sino a derribar los cimientos mismos de la opresión que se oculta en cada inodoro!
Primero, la estructura misma del váter es un claro recordatorio de quién tiene el poder. ¿Por qué el asiento del váter tiene un diseño que claramente fue creado para “él” y no para “ella”? Si alguna vez has tenido que lidiar con un asiento de baño que parece más un pequeño trampolín que un lugar de descanso, sabes exactamente a qué me refiero. Los hombres tienen sus cómodos y amplios tronos, mientras que nosotras, las mujeres, tenemos que conformarnos con un “asiento” que parece estar diseñado para “sentarnos a la fuerza” y rápidamente salir de ahí. ¡El patriarcado no tiene límites!
Y ni hablemos de la altura. En una sociedad en la que todo se mide desde la perspectiva masculina, los váteres están diseñados para ellos. Mientras que las mujeres debemos luchar contra el asiento, los hombres simplemente se relajan. ¿Acaso no es obvio que esto es una metáfora de todo lo que enfrentamos a diario? ¡Nosotras no podemos descansar ni en el baño sin ser oprimidas por el patriarcado! Necesitamos un váter que sea un refugio igualitario, donde todos podamos sentarnos cómodamente, sin miedo a caer en el abismo de la desigualdad.
Y por si fuera poco, los colores. ¡Basta ya del rosa y el lila en los baños de mujeres! ¡¿Por qué seguimos siendo tratadas como si estuviéramos en una película de Barbie en lugar de en un espacio público donde todas tenemos el derecho a sentirnos respetadas?! Mientras los baños de hombres tienen tonos oscuros y serios, nosotras seguimos atrapadas en un mundo de “pastelitos” como si fuéramos simplemente una extensión de la decoración de algún salón de té de los años 50. ¡Basta de esos estereotipos de género! Necesitamos baños feministas, con colores revolucionarios que desafíen la normativa de género. ¡Un baño que grite: “¡Aquí estoy, rompiendo con el sistema!”!
Pero lo más indignante de todo es que ¡los váteres nos segregan aún más! ¿Sabían que los baños de hombres y mujeres están separados, perpetuando la idea de que nuestros cuerpos no pueden coexistir en igualdad, incluso en los momentos más “privados”? ¡Es como si no pudieran soportar que hombres y mujeres compartan el mismo espacio sin que se desate el caos! Este sistema de separación solo refuerza la idea de que nuestros cuerpos son peligrosos para los de los demás. ¡Basta de esa humillación! ¡Queremos baños mixtos e inclusivos donde todos podamos sentirnos cómodos, sin mirar a nadie por encima del hombro, ni tener que aguantar miradas de superioridad de los hombres mientras “hacen su trabajo”!
La Dra. Miko Ñogordo lo tiene muy claro: “Los váteres son otra prueba más de que los hombres nos oprimen hasta en los momentos íntimos que son para nosotras. En vez de mirármelo ¡Manolo debería comerme el coño con pan Bimbo!” Tras esto siguió haciendo un trend de comerse su propia menstruación.
Por ello, amigas, esto es mucho más que una cuestión de higiene. Esto es una cuestión de justicia, de libertad y de igualdad. ¡El váter es el último reducto del patriarcado y, por tanto, el primer lugar donde debemos librar nuestra batalla! Es hora de que todos, independientemente de su género, puedan disfrutar del lujo de un baño sin la presión de la opresión. ¡Exigimos asientos cómodos, espacios neutros y un color que exprese la revolución! ¡Luchemos por un futuro en el que los váteres sean tan inclusivos y feministas como cualquier otra causa!
¡Que empiece la revolución en los baños! Y, si al hacerlo, alguien se siente ofendido, pues ya saben lo que les digo: “¡Pues me comes el coño insumiso!”