En un giro inesperado que ha dejado a la judicatura española con la mandíbula desencajada, Begoña Gómez ha decidido tomar la iniciativa y enviar a juicio al juez Juan Carlos Peinado. Según explicó en un improvisado corrillo con periodistas frente a la Moncloa, “si él tiene derecho a convertirme en protagonista de culebrones judiciales, yo tengo todo el derecho del mundo a investigarle a él, empezando por su pelo, sus corbatas y la cantidad de cafés que se toma al día”.
La decisión ha sido recibida con tanto desconcierto que en el Consejo General del Poder Judicial todavía no saben si redactar un comunicado, convocar una rueda de prensa o llamar directamente a la peluquería más cercana para que dé explicaciones.
Un proceso judicial nunca visto: la acusada se convierte en acusadora
El caso arrancó cuando Begoña, cansada de titulares sobre “autos”, “diligencias” y “jurados populares”, decidió darle la vuelta a la tortilla: “Lo mío no es tortilla francesa, es tortilla de patata con cebolla, bien jugosa y del revés. Si Peinado quiere espectáculo, yo también sé montarlo”, aseguró.
En su escrito de acusación, Gómez señala que el juez podría haber cometido graves irregularidades capilares:
- Uso indebido de gomina en horario laboral.
- Presunto tráfico de influencias en peluquerías de Chamberí.
- Malversación de laca.
- Y, lo más grave, haber confundido en repetidas ocasiones el peine de púas anchas con el cepillo alisador.
“Estos hechos no pueden quedar impunes”, dictaminó ella misma, firmando con rotulador verde fosforito un documento que entregó al portero de los juzgados, porque todavía no había encontrado la ventanilla exacta.
La defensa de Peinado: “Sólo soy víctima de un secador mediático”
El juez, visiblemente nervioso, aseguró que todo esto es una persecución personal. “Yo nunca he malversado laca. Como mucho, un par de fijadores de oferta en el Mercadona, pero eso lo hace cualquiera. Aquí lo que pasa es que Begoña está celosa de que mi pelo tenga más volumen que el suyo”.
Su abogado fue más allá y pidió la nulidad del procedimiento: “Mi cliente no puede ser juzgado por la misma persona a la que él instruía. Esto es como si Cristiano Ronaldo pitara un penalti a favor de sí mismo. Es un disparate jurídico, pero oye, vivimos en España y aquí todo puede pasar”.
Un jurado popular muy peculiar
El caso, según anunció Begoña, será dirimido por un jurado popular compuesto por peluqueros jubilados, influencers de belleza en TikTok y un barbero de Lavapiés que se ofreció voluntario porque “ya está harto de que los jueces nunca se recorten las patillas en condiciones”.
El sorteo de jurado fue transmitido en directo por Televisión Española, con gran éxito de audiencia. Más de 3 millones de españoles se sentaron frente al televisor para ver cómo un bombo sacaba nombres al azar mientras una azafata gritaba “¡tirabuzón al nueve, coleta al quince, bigote al veintidós!”.
Las pruebas contra Peinado
Begoña ha presentado una batería de pruebas que, en sus propias palabras, “harían sonrojar a Perry Mason”:
- Una foto en la que Peinado luce un tupé sospechosamente erguido pese al viento de Tarifa. “Eso no es natural, eso es delito”, afirmó.
- Un recibo de Amazon con la compra de 12 litros de champú “ultra brillo de caballo”.
- Un vídeo de seguridad en el que se le ve entrar en una peluquería a las 10:01 de la mañana y salir a las 10:59. “¿Qué hizo en esos 58 minutos? Nadie lo sabe. Y si nadie lo sabe, entonces hay que investigarlo”, concluyó Gómez.
Reacciones políticas
En el Congreso de los Diputados, los partidos reaccionaron con su habitual sobriedad. El PP declaró que “esto demuestra el deterioro institucional de España: ahora cualquiera juzga a cualquiera y al final vamos a terminar todos sentados en un banquillo”. Vox exigió que Begoña fuera juzgada por juzgar al juez, y Podemos, no queriendo quedarse atrás, pidió que el juicio se celebrara directamente en un plató de televisión con tertulianos como jurado.
Por su parte, el PSOE lanzó un comunicado breve pero contundente: “Estamos con Begoña, y si hace falta, también con la gomina”.
Opinión pública: entre la incredulidad y la carcajada
En la calle, la noticia se ha recibido con una mezcla de sorpresa y alivio. “Ya era hora de que alguien pusiera en su sitio a los jueces”, comentó un jubilado mientras esperaba turno en la peluquería. “A mí me parece muy bien: que si ellos investigan, pues que también los investiguen a ellos, a ver si así se cortan el pelo como personas normales”.
Las redes sociales han hecho lo suyo: en Twitter, el hashtag #JuicioAlPeinado se convirtió en trending topic en cuestión de minutos. Los memes van desde fotomontajes del juez con una peluca de payaso hasta gifs en los que se le sustituye el mazo judicial por un secador de mano.
El factor Moncloa
Según fuentes internas, Pedro Sánchez lleva dos días encerrado en su despacho, intentando comprender qué está pasando. “Ya no sé si soy presidente del Gobierno o de una sitcom de sobremesa”, habría comentado a sus asesores. “Primero la imputan a ella, luego ella imputa al juez… ¿qué será lo próximo? ¿Que mi perro presente un recurso de amparo?”.
Mientras tanto, los ministros se han dividido: unos apoyan a Begoña sin fisuras, otros creen que la estrategia es arriesgada, y un tercer grupo simplemente quiere saber si de verdad Peinado usa champú de caballo, porque dicen que da muy buen brillo.
La instrucción paralela en peluquerías
La Federación Española de Peluqueros ha emitido un comunicado oficial para recordar que “el mal uso de laca no constituye, en principio, delito tipificado, salvo que se trate de cantidades industriales”. Sin embargo, no descartan personarse como acusación particular si se confirma que Peinado ha monopolizado las reservas de fijador en la Comunidad de Madrid.
La justicia internacional observa con lupa
La prensa extranjera no se ha quedado atrás. El New York Times tituló: “En España, la esposa del presidente manda a juicio a un juez por exceso de gomina”. La BBC, por su parte, dedicó un reportaje de 30 minutos en el que una estilista londinense analizaba al detalle el flequillo de Peinado, concluyendo que “ahí hay gato encerrado o, al menos, una permanente mal hecha”.
Próximos pasos
El juicio se celebrará en una fecha todavía por determinar, probablemente coincidiendo con la temporada alta de bodas, para aprovechar los servicios de peluquería ya contratados. Begoña ejercerá como fiscal, juez y parte, mientras que Peinado se defenderá con su inseparable peine de bolsillo.
En caso de ser declarado culpable, la condena podría incluir:
- Asistir a un curso intensivo de cortes modernos en academias de barrio.
- Prohibición de acercarse a un bote de gomina en un radio de 500 metros.
- Y la pena más dura de todas: rapado al cero retransmitido en directo por todas las cadenas.
Epílogo: justicia capilar
Sea cual sea el desenlace, lo cierto es que España ha vuelto a dar al mundo un ejemplo de creatividad institucional. “Donde en otros países se investiga corrupción, aquí investigamos peluquería. Y, sinceramente, me parece mucho más entretenido”, resumió una vecina de Vallecas.
Mientras tanto, Begoña sonríe satisfecha: “Ahora sí, que alguien me diga que no soy capaz de darle la vuelta a un caso. A este paso, lo próximo será que yo misma me juzgue y me absuelva. Total, si ya lo estoy haciendo todo yo sola…”.
Y así, con un par de secadores y mucha ironía, España sigue avanzando hacia un futuro judicial que cada vez se parece más a un sketch de Martes y Trece.