En la tierra de las estrellas y los sueños, donde actores como Mark Hamill juraron defender el planeta como si fuera el último Jedi, el karma ha decidido hacer su propia película de terror. Hamill, que tuitea más sobre calentamiento global que sobre su icónica espada láser, vio cómo su casa en Malibú se convirtió en un espectáculo de fuegos artificiales sin permiso. “¡Vaya! Pensé que mi hashtag #GreenThePlanet bastaría”, exclamó mientras se refugiaba en la casa de su hija, probablemente hecha de materiales reciclados y amor.


Jamie Lee Curtis, la reina del grito en películas de horror, ahora tiene una historia de miedo que contar sin necesidad de guion. Su comunidad y posiblemente su casa se convirtieron en una escena de “Halloween”, pero sin la posibilidad de gritar “¡Corten!”. “Es aterrador, sí, pero al menos estamos contribuyendo a reducir la huella de carbono”, dijo, mientras su casa se convertía en un ejemplo perfecto de “acción directa” contra el cambio climático. En un gesto de generosidad, Curtis donó un millón de dólares a los afectados por los incendios… solo un millón de dólares.

DiCaprio, conocido por su activismo medioambiental casi tanto como por su gusto por las novias más jóvenes que sus películas, ha invertido tanto en su imagen de salvador del planeta que ahora se enfrenta a una ironía tan gruesa como el smog angelino. “He hecho documentales, he dado discursos, incluso he besado a un oso polar en una campaña”, murmura para sí mismo, viendo cómo su mansión, probablemente llena de paneles solares y botellas de agua recicladas, se convierte en parte de la decoración del infierno.


Estos actores, que han apoyado cada política ecologista con el fervor de un adolescente descubriendo el activismo por primera vez, ahora se encuentran con un espectáculo que no está en su contrato. Pero, en el fondo de sus corazones llenos de compost y paneles solares, saben que hay algo por lo cual estar agradecidos: “Por lo menos no gobierna la derecha.”


Ley de Calidad Medioambiental de California (CEQA):
Y hablando de esas políticas medioambientales de California, parece que solo han servido para añadir más combustible al fuego. Literalmente. Porque mientras luchaban por salvar cada hoja y cada rama, se olvidaron de que a veces la naturaleza necesita un buen barbero. Las regulaciones y la aversión a la gestión activa de los bosques, junto con la Ley de Calidad Medioambiental de California (CEQA) que hace que cada proyecto de manejo forestal parezca necesitar un permiso divino, han resultado en una acumulación de combustible vegetal que habría hecho llorar de alegría a cualquier pirómano.
Esta ley es una de las más amplias en el estado para evaluar y mitigar impactos ambientales. Sin embargo, ha sido criticada por la lentitud en el proceso de autorización de proyectos, incluyendo aquellos relacionados con la gestión forestal y la creación de cortafuegos.
California ha favorecido políticas de supresión de incendios a gran escala, lo que ha llevado a una acumulación de combustible forestal. Históricamente, se ha evitado la quema controlada y el raleo de bosques, lo cual son prácticas que podrían reducir el riesgo de mega-incendios.
Políticas destinadas a proteger especies y hábitats han limitado algunas prácticas de gestión forestal que podrían ser necesarias para prevenir incendios, como la remoción de vegetación muerta o enfermiza.


La Realidad Increíblemente Dramática del Incendio en Los Ángeles

La broma ha terminado, y la realidad es más sombría que cualquier comedia negra. Estos incendios han cobrado al menos cinco vidas y han forzado la evacuación de más de 150,000 almas. Han devorado más de 11,000 hectáreas y destruido aproximadamente 2,000 estructuras. No es una película; es la vida real, y en esta, el final no está escrito por un guionista bien pagado.
Los vientos de Santa Ana han sido como los antagonistas de esta historia, empujando las llamas con una furia que solo el cambio climático podría entender. La vegetación seca, producto de políticas medioambientales que quizá olvidaron que a veces el planeta necesita un buen recorte, ha actuado como la mecha más larga de la historia de California.
Mientras los bomberos de varios estados se unen en una lucha que parece más épica que cualquier blockbuster, la pregunta que flota en el aire es si el activismo bien intencionado pero a veces desinformado de Hollywood, junto con las políticas medioambientales de California, han servido solo para añadir más combustible a este infierno. La CEQA, las restricciones en la gestión forestal, y la prohibición de prácticas como quemas controladas han creado un escenario en el que los incendios no solo son más probables, sino que son más devastadores una vez que comienzan.
Pero, en el espíritu de la resiliencia humana y la ironía de la vida, la comunidad de Los Ángeles se une, demostrando que, a pesar de todo, hay algo más fuerte que el fuego: la solidaridad.

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