Diario ASDF — Edición Especial Tecnopolítica Afectiva
En lo que expertos ya califican como la tragedia metafórica más simbólica de la historia reciente de internet, la red social Bluesky sufrió ayer una caída global de seis horas que dejó a miles de usuarios huérfanos de su hábitat digital seguro, minimalista, “descentralizado”… y prácticamente vacío.
La interrupción del servicio provocó una ola de reacciones que van desde el pánico afectivo hasta excusas para un regreso no voluntario a Twitter (actual X, pero “Twitter” para todo aquel que se niegue a reconocer la realidad corporativa).
“Ha sido como si alguien hubiera derribado nuestra comuna digital autogestionada”, declara Isolda, usuaria que tenía bloqueadas a 4.312 personas, entre ellas familiares, amigos y una cuenta de meteorología que “daba vibes sospechosas”. “En Bluesky teníamos un espacio seguro libre de masas, conversaciones incómodas y opiniones disidentes. Ahora, sin servidor… ¿dónde ocurre la magia del consenso emocional?”.
Su testimonio coincide con el de miles de usuarios que, sin poder publicar mensajes sobre lo mucho que odian publicar mensajes, tuvieron que regresar al único lugar operativo: Twitter, el hogar que abandonaron entre ruido, drama y multitudes.
Excusas para volver a Twitter: catálogo completo de autojustificación emocional
En cuestión de minutos, la plataforma de Elon Musk vio cómo regresaban perfiles que habían anunciado su marcha “irreversible” hasta en 27 ocasiones. Ese retorno produjo una proliferación espontánea de hilos justificativos, cuyo contenido fue recopilado por el Observatorio de Migración Digital del Diario ASDF.
Entre las excusas más repetidas destacan:
1. “No he vuelto, estoy infiltrándome para observar el colapso.”
Según datos no oficiales (los oficiales tampoco existen), un 43% de los retornados afirma estar en “misión antropológica”.
“Yo solo observo”, declara un usuario que en 14 minutos ya había publicado 38 tweets, insultado a dos economistas y retuiteado un meme de perritos comunistas. “Esto no es volver. Esto es trabajo de campo”.
2. “He entrado sin querer.”
Otra excusa muy extendida: la accidentalidad tecnológica crónica.
“Le di al icono sin querer. Tres veces. Y luego inicié sesión sin querer también. Y ya que estaba, pues publiqué un hilo de 19 tweets sobre cómo la caída de Bluesky demuestra la deriva fascista de la infraestructura digital global. Pero todo sin querer”.
3. “Estoy aquí solo hasta que arreglen Bluesky.”
Lema repetido como mantra espiritual.
Estudios preliminares demuestran que hasta el 72% de quienes lo proclaman llevan ya más de tres horas discutiendo con desconocidos. “Pero es temporal”, insisten.
Victimismo identitario digital: “Nos han desalojado de nuestro refugio emocional”
La caída de Bluesky no solo ha provocado incomodidad, sino una crisis existencial de primer nivel.
Para muchos usuarios, la plataforma no era simplemente una red social: era su comuna, su retiro místico, su pueblo hippie ideológico, su festival de Burning Man pero sin polvo ni gente real.
“Nos hemos quedado sin nuestro espacio seguro”, afirma Damián, influencer filosófico que publica reflexiones de 8 líneas centradas y con emojis de estrellas. “¿Cómo se supone que demuestro que soy superior moralmente si ahora tengo que convivir con las masas otra vez? En Bluesky tenía a casi todo el mundo bloqueado. Era perfecto”.
El aislamiento —voluntario, masivo y sistemático— era parte esencial de la experiencia Bluesky.
Ahora, al verse obligados a un entorno donde existe la posibilidad de que alguien responda con un desacuerdo, la comunidad ha entrado en estado de emergencia emocional.
Varios testimonios incluso describen la caída como un “acto de violencia simbólica”.
“Esto es un ataque contra nuestra forma de vida. Literalmente me he tenido que exponer a tweets de personas que no conozco. Esto es traumático.”
“¡Censura por ser antisistema!”: surge la teoría conspirativa definitiva
Sin tardar, la caída fue interpretada como un ataque ideológico perfectamente coordinado por fuerzas invisibles interesadas en destruir el potencial transformador de un grupo de gente que se había organizado para publicar microensayos sobre el decrecimiento emocional en contextos digitales.
El rumor más extendido: Bluesky cayó porque “son demasiado antisistema”.
La teoría sostiene lo siguiente:
- La plataforma creció un 0.0003% en usuarios activos la última semana.
- Varias de esas personas publicaron cosas como “El capitalismo emocional nos está atrapando”.
- Los poderes fácticos se sintieron tan amenazados por eso que decidieron tumbar un servidor específico de gente que escribe sobre límites saludables y mate con leche vegetal.
“Nos han censurado por revolucionarios”, asegura @PlenitudRadikal, usuario con 22 seguidores y una foto de un lirio. “El sistema está temblando porque íbamos a cambiar el mundo desde posts de 300 caracteres”.
Otra variante afirma que Elon Musk personalmente desconectó Bluesky porque “no soportaba tanta creatividad conceptual”.
No existe ninguna prueba. Tampoco hace falta: la narrativa es potente.
El drama del retorno: reencuentro con la multitud que juraron no volver a ver
La llegada masiva de usuarios de Bluesky a Twitter ha generado escenas dignas de estudio sociológico y comedia involuntaria.
Multitudes inesperadas
“¡Hay muchísima gente aquí!”, exclamaron muchos al pisar nuevamente el timeline.
Los expertos explican que esta reacción es natural: en Bluesky, con su tamaño reducido y la tendencia a bloquear a cualquier persona que generara mínimas vibraciones de disonancia, los timelines se habían vuelto ecosistemas casi desérticos.
“Era como vivir en una urbanización fantasmal con 7 vecinos que comparten tus opiniones sobre todo”, explica la psicóloga digital Marina Vallespino. “Pasar de eso a un timeline con actividad real puede resultar traumático”.
Reencuentro con enemigos imaginarios
Varios usuarios denunciaron haber encontrado en Twitter “a gente que pensaba que había dejado atrás”:
antiguos followers, personas con opiniones, gente que comenta noticias, individuos que discuten, otros que no discuten, perfiles que existen…
Un shock total.
“En Bluesky era más fácil. Si alguien decía algo ligeramente irónico, lo bloqueabas y ya. Pero aquí… aquí la gente insiste en existir”, lamenta un retornado.
La narrativa del retorno heroico: “Volvemos, pero como resistencia cultural”
Ante la imposibilidad de negar que están de vuelta, muchos usuarios han creado discursos épicos para convertir su regreso en un acto simbólico de rebeldía.
Las narrativas más populares:
1. El regreso como acto de resistencia
“Volvemos a Twitter para combatir el sistema desde dentro”, aseguran.
La teoría dice que Twitter es un campo de batalla y ellos guerreros de luz digital.
Sin embargo, se observó que la mayoría empezó su lucha retuiteando un meme de gatitos enfadados.
2. El retorno espiritual
Algunos afirman que no han regresado como usuarios, sino como “presencias digitales flotantes”.
“Estoy aquí, pero no estoy aquí”, escriben.
Lo cual genera dudas, ya que suelen publicar 90 tweets al día.
3. El regreso como acto de sacrificio
“Yo preferiría estar en Bluesky, pero doy mi presencia como ofrenda para mantener la conversación viva”.
El sacrificio consiste en opinar sobre todo lo que se mueve, como siempre, pero con narrativa épica.
La industria del meme explota: humor viral y nostalgia prematura
La caída de Bluesky ha generado la mayor producción de memes desde la vez en que Twitter se cayó tres minutos y medio y la gente creyó que era el fin de la civilización occidental.
Los memes más compartidos:
- Frodo regresando a la Comarca: “No puedes simplemente volver a Twitter”.
- Mapas de Terramar renombrados como Skylandia, con rutas de exilio digital.
- Foto de una comuna hippie ardiendo: “Bluesky tras publicar tres posts seguidos sobre salud mental”.
Incluso surgió un nuevo género: memes de autoexcusa, donde cada usuario parodia su propio retorno forzoso.
La nostalgia también ha hecho acto de presencia:
usuarios que llevaban cinco días en Bluesky ya están publicando hilos tipo “lo que fue y lo que pudo ser”.
El apego emocional es inmediato en internet.
Expertos explican la psicología del exilio digital reversible
La caída ha reabierto un debate profundo sobre la psicología de los migrantes digitales: ¿por qué la gente abandona Twitter indignada para luego volver cada vez que otra red falla?
La socióloga Eva Trémula, autora del libro ficticio “Tecnologías de la Melancolía: cómo abandonar una red social en 29 pasos y 27 recaídas”, expone:
“El abandono masivo es un ritual de identidad. La vuelta también. En realidad, nadie quiere irse. Solo quieren anunciar que se van”.
Según Trémula, Twitter funciona como “el bar de siempre”, al que uno dice que no volverá nunca más, pero al final aparece porque está abierto, tiene luz y alguien te responde.
Bluesky, en cambio, es “el colmado ecofriendly del barrio”: bonito, silencioso, agradable… pero cerrado los domingos, festivos, entre semana y durante las actualizaciones del servidor.
¿Qué pasará ahora? El futuro del exilio digital permanente
Mientras Bluesky sigue recuperándose de la caída —aunque algunos usuarios aseguran que “no volverán jamás, salvo que vuelva a funcionar”—, el panorama se presenta incierto.
Twitter continúa siendo lo que siempre ha sido: un caos funcional que, pese a todo, sigue funcionando.
Bluesky intenta volver a la vida.
Y los usuarios… los usuarios probablemente repetirán el ciclo en cuanto aparezca una nueva red social con el siguiente eslogan:
“Aquí sí que podrás ser tú mismo sin molestar a nadie ni ser molestado por nadie”.
La historia demuestra que durará 48 horas antes de que alguien publique:
“Me voy de esta red. Es insoportable. Me vuelvo a Twitter”.
