Barcelona – Madrid (o lo que quede de ella). El Gobierno de Pedro Sánchez ha iniciado lo que muchos ya llaman “La Singularidad Financiera Catalana” —no confundir con un agujero negro, aunque los efectos podrían ser similares. En una nueva ronda de negociaciones con la Generalitat, el Ejecutivo ha planteado la cesión del IRPF a Cataluña. Sí, ese impuesto que todos pagamos con resignación y una ceja arqueada.
El traspaso se plantea como un paso “natural” hacia una financiación autonómica singular. Singular, porque parece que solo aplica a una comunidad. Y natural, como las peleas en Navidad por el cava catalán y los chistes de madrileños sobre señas de identidad.
“Financiación a la carta”: ahora con postre y digestivo
Fuentes no identificadas del Gobierno (pero que huelen sospechosamente a ministro con jet-lag de Moncloa) han indicado que esta cesión responde a la necesidad de adaptar el sistema fiscal a “la realidad plurinacional del país”. En concreto, a la realidad de que el presidente necesita los votos de ERC y Junts para seguir durmiendo en La Moncloa.
“Es como cuando te estás quedando sin pareja y haces todo lo que te piden. Pero con más trajes y menos dignidad”, ha explicado un politólogo en paro que solo quería tomarse un café.
Con esta medida, la Generalitat podría recaudar directamente el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Es decir: cuando trabajes, vivas o respires en Cataluña, pagarás a la Generalitat, que luego decidirá si te da las gracias o te manda una sardana grabada en NFT.
Las autonomías responden: “¿Y nosotros qué? ¿Hijos del IRPF menor?”
La reacción en cadena no ha tardado. Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha y de la Cofradía del Enfado Eterno, ha declarado que “esto rompe la igualdad entre comunidades” y ha exigido que a su región también se le ceda un impuesto. “No pedimos el IRPF. Con el IVA de los quesos manchegos nos conformamos”, ha sentenciado, mientras acariciaba una oveja simbólica.
En Andalucía, Juanma Moreno ha pedido “financiación específica para cada siesta interrumpida por el AVE”. Mientras tanto, en Murcia han presentado una moción para que se les ceda el control de los cactus, la sequía y las cosas que solo ellos entienden.
Incluso Asturias, normalmente tranquila y feliz con su fabada, ha dicho que si a Cataluña le dan el IRPF, ellos exigen al menos el control del impuesto sobre el chorizo picante y los gaiteros.
El PP se enfada fuerte y saca el Excel de la indignación
Por su parte, el Partido Popular ha reaccionado con su clásico combo: rueda de prensa, cara de susto y tabla de datos. Alberto Núñez Feijóo ha acusado al Gobierno de “traicionar la unidad fiscal de España” y ha prometido que si llega a La Moncloa, hará “una auditoría, una reversión y probablemente un sudoku institucional”.
Fuentes populares aseguran que esta cesión es “una hipoteca política encubierta” y que, si esto sigue así, “la financiación singular será tan común como las reuniones de Zoom en domingo”.
Desde Cataluña: “Gracias, pero queremos más cosas”
Mientras en el resto del país se debaten entre la resignación y la bronca, en Cataluña el ambiente es de euforia moderada. El president Pere Aragonès ha declarado que este es “un paso más hacia el respeto institucional” y que esperan que próximamente también se les cedan:
- El 21% del sol español.
- El control moral de Eurovisión.
- El chiringuito de Gandía.
- El derecho a bloquear cualquier capítulo de ‘Cuéntame’ donde no aparezca una butifarra.
Además, han lanzado un eslogan institucional para la nueva etapa fiscal:
“Ara, el teu IRPF fa seny” (“Ahora, tu IRPF tiene sentido”).
Pedro Sánchez: “Todo está dentro del marco legal… que redefinimos ayer”
El presidente del Gobierno ha intentado calmar los ánimos, explicando que “no se trata de romper la unidad fiscal de España, sino de reforzar su diversidad contributiva en formato experimental”. En otras palabras: si funciona en Cataluña, igual lo exportamos a Extremadura con algún apéndice en gallego.
Según Moncloa, esta medida no afectará al resto de comunidades “de forma negativa”, porque “lo importante es el espíritu federal, no los números”. Cuando se le pidió que concretara eso, el presidente se encogió de hombros, sonrió con un brillo misterioso en los ojos y murmuró “Next slide, please”.
Expertos alertan: “Estamos entrando en una España por suscripción”
Algunos economistas advierten que si seguimos por este camino, pronto cada comunidad tendrá su propio modelo fiscal, su propio logotipo y una app de Hacienda diferente. Los ciudadanos tendrán que elegir su modelo territorial como quien elige plan de Netflix:
- Plan Básico: Castilla y León, sin anuncios.
- Plan Premium: Cataluña, con control del IRPF y bonus de identidad histórica.
- Plan Familiar: Canarias, Ceuta y Melilla con IVA a precio de amigos.
Conclusión: una España donde cada uno se paga lo suyo… y lo del vecino, si puede
Mientras tanto, los ciudadanos de a pie solo quieren saber dos cosas:
- ¿Quién les va a devolver la declaración si ahora Hacienda es un tablero de Risk?
- ¿Pueden mudarse a Andorra sin parecer youtubers?
Pero eso será tema de otra negociación. Por ahora, Cataluña avanza hacia su “singularidad fiscal”, el Gobierno sobrevive otra semana más y el resto de España… sigue mirando a ver si también puede pillar algo.