Regreso de la flotilla

El Gobierno repatria a 28 activistas españoles de la flotilla interceptada por Israel, pero les hace pagar el billete de vuelta. Una acupuntora mallorquina sigue retenida tras morder a una funcionaria israelí.

Madrid — El Ministerio de Asuntos Exteriores ha culminado esta semana la repatriación de los 28 activistas españoles que viajaban en la llamada “Flotilla por la Libertad” con destino a Gaza y que fueron interceptados por la marina israelí el pasado domingo. Lo ha hecho enviando un avión militar A-400M hasta Atenas, pero —y aquí está la letra pequeña— el Gobierno no cubrirá todos los gastos del regreso. Los activistas deberán pagar parte del trayecto de vuelta a España, en un esquema que varios han descrito como “el Ryanair de la solidaridad internacional”.

“Nosotros pensábamos que nos iban a traer como héroes, no como mochileros con exceso de equipaje”, se quejaba anoche al llegar a Barajas un activista sevillano que se identificó como “Tote”, portavoz del bloque “Gaza Libre pero con Wifi”. “Ha sido una odisea: abordaje militar, retención, interrogatorio y, para colmo, nos han cobrado el vuelo de vuelta. Ni en el Interrail me pasó esto”.


✈️ Un A-400M y varios vuelos comerciales: la repatriación por tramos

Según explicó Exteriores en un comunicado, la operación de retorno se organizó “con la máxima eficiencia y responsabilidad presupuestaria”. El avión militar A-400M partió de la base de Torrejón el martes con destino a Atenas para recoger al primer grupo de activistas liberados por Israel tras su paso por centros de detención temporales. Desde allí, los activistas fueron trasladados a Madrid en diferentes vuelos comerciales de compañías “de bajo coste y media sonrisa”.

“Es lo que había disponible a última hora. Las tarifas business estaban por las nubes y el presupuesto de solidaridad internacional se agotó con el catering de la cumbre hispano-marroquí”, explicó una fuente diplomática que pidió el anonimato “para no quedar mal en el grupo de WhatsApp de activistas”.

El coste del A-400M corrió a cargo del Estado, pero los billetes comerciales Atenas–Madrid tuvieron que ser abonados por cada repatriado. “Nos lo han cobrado como si fuera un Erasmus de emergencia”, lamentaba una activista de Bilbao mientras enseñaba su factura de 139,99 euros por persona, “sin incluir la maleta facturada ni la selección de asiento”.


🧾 Solidaridad, sí… pero con ticket de vuelta

La medida ha provocado un intenso debate en redes sociales y entre organizaciones afines al movimiento pro-flotilla. “Nos parece un escándalo que el Estado español no asuma el coste total de traer a casa a quienes se han jugado el tipo por una causa humanitaria”, declaró la portavoz de la Plataforma Rumbo a Gaza, en una rueda de prensa improvisada frente a la Terminal 4. “Parece que la solidaridad española tiene límites… y están en la política de equipajes de las aerolíneas”.

Desde Exteriores defienden la decisión alegando que la participación en la flotilla fue “completamente voluntaria” y que “no existe obligación legal de financiar el retorno de ciudadanos que se embarcan en acciones de riesgo fuera de canales oficiales”.

“Una cosa es asistir a ciudadanos en apuros y otra muy distinta es financiar aventuras náuticas no autorizadas”, explicó un portavoz ministerial. “No podemos convertirnos en una agencia de viajes internacional gratuita para activistas entusiastas”.


🦷 La acupuntora que mordió a la funcionaria

No todos los españoles de la flotilla han regresado. Entre los 49 participantes detenidos por Israel, 28 eran españoles. De ellos, 27 ya están en territorio nacional. Falta una: María Antònia Cifre, una acupuntora mallorquina de 34 años que permanece en manos de las autoridades israelíes tras protagonizar un incidente peculiar durante su identificación.

Según fuentes diplomáticas, Cifre “perdió los nervios” cuando una funcionaria israelí intentó requisarle su kit de agujas y, en un momento de tensión, le propinó un mordisco en la muñeca. “No fue un mordisco cualquiera. Fue preciso, con técnica oriental”, declaró una fuente cercana al caso. “La funcionaria necesitó tres puntos y una sesión de Reiki para superar el susto”.

La activista podría enfrentarse a cargos menores de agresión. El Ministerio de Exteriores trabaja “en estrecha coordinación con las autoridades israelíes” para resolver la situación, aunque admite que “la cosa está más enmarañada que una sesión de acupuntura sin cita previa”.


🛥️ La flotilla: de la épica a la tarifa flexible

La flotilla interceptada por Israel estaba compuesta por varios barcos fletados por organizaciones internacionales con el objetivo declarado de “romper el bloqueo de Gaza” y llevar “ayuda humanitaria y presencia internacional”. A bordo viajaban activistas de 17 nacionalidades distintas, periodistas alternativos, voluntarios de ONG y un pequeño contingente de “influencers por la paz” equipados con drones y gorras de capitán.

La interceptación se produjo a unas 45 millas náuticas de la costa, cuando comandos israelíes abordaron las embarcaciones en una operación “rápida, quirúrgica y con poco glamour”. Las imágenes difundidas por la marina israelí mostraban a varios activistas cantando consignas mientras eran escoltados, y a un par de ellos intentando retransmitir en directo sin cobertura.

Tras su detención, fueron trasladados a centros de identificación y posteriormente deportados a Atenas. Allí, el Gobierno español coordinó su recogida con la precisión de una compañía aérea en huelga parcial.


💬 Testimonios desde Barajas

La llegada de los activistas a Madrid fue recibida por familiares, simpatizantes y un grupo de curiosos que creyeron que aterrizaba un vuelo chárter de Erasmus. “Esperaba ver a mi hijo bajando envuelto en la bandera palestina, pero venía más preocupado por si Iberia le había perdido la mochila”, contaba entre risas una madre de Albacete.

Otro activista relataba con ironía el contraste entre la épica inicial y el desenlace burocrático: “Nos fuimos como revolucionarios del mar y volvimos como clientes de una aerolínea low cost. Si lo llego a saber, me apunto al Camino de Santiago, que al menos te sellan la cartilla”.


📝 Crowdfunding para el próximo rescate

Algunos colectivos afines han lanzado ya campañas de financiación participativa para “cubrir los costes imprevistos del regreso solidario”. En plataformas online han aparecido iniciativas con lemas como “Paga un vuelo por la libertad”, “Ni héroes sin check-in” o “Repatriación digna sin pagar maleta”.

Entre las ideas más creativas destaca la propuesta de un grupo de estudiantes de ingeniería: fabricar un “dron de repatriación humanitaria” que, según su diseño preliminar, podría transportar hasta 12 activistas en posición horizontal “como si fueran tablas de surf con conciencia política”. “Si el Estado no paga, nosotros volamos”, afirma el manifiesto del proyecto.


🧮 El coste político de una tarifa económica

La oposición ha aprovechado la ocasión para criticar al Gobierno por su “falta de claridad” en la gestión. Un portavoz de la principal fuerza opositora declaró que “no se puede presumir de compromiso internacional y luego mandarles una factura de Ryanair a los activistas”. Añadió que “España debe decidir si es país de acogida solidaria o gestor de viajes grupales con descuento”.

Desde el Gobierno, sin embargo, insisten en que la actuación ha sido “proporcionada y responsable”. “Hemos garantizado la seguridad y el retorno de nuestros ciudadanos sin comprometer los recursos públicos de manera excesiva”, explicó Exteriores. “No estamos en condiciones de financiar aventuras privadas de alto riesgo marítimo cada temporada”.


🌍 Un fenómeno internacional con distintos enfoques

Otros países con activistas en la flotilla han adoptado estrategias similares. Francia y Alemania organizaron también vuelos de repatriación desde Atenas, aunque en algunos casos ofrecieron el traslado gratuito. Italia, por su parte, puso a disposición de sus activistas un autobús subvencionado hasta Roma “para reducir costes y fomentar la convivencia mediterránea”.

En contraste, Noruega anunció que cubrirá “todos los gastos y también las terapias de grupo necesarias para superar el trauma de ser abordados por comandos israelíes”, en un gesto que ha sido calificado como “muy nórdico” por analistas internacionales.


📌 Una historia con moraleja

La historia de la flotilla española ha terminado así entre formularios de reembolso, vuelos de bajo coste y facturas inesperadas. Para algunos, es un ejemplo de la “resiliencia del activismo contemporáneo”, capaz de enfrentarse a marinas de guerra y a aerolíneas con la misma entereza. Para otros, una señal de que la épica política no siempre incluye transporte gratuito.

“Esto es como apuntarte a una aventura de Greenpeace pero con la letra pequeña de Booking.com”, resumía uno de los repatriados antes de recoger su maleta en la cinta 14. “La próxima vez, que nos pongan tarifa plana de activismo internacional”.

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