En una España acostumbrada a modas pasajeras —desde los zumos detox a los cursos de criptomillonarios que desaparecen cuando baja el Bitcoin—, ha surgido un nuevo fenómeno sociocultural que promete revolucionar “la masculinidad ibérica ancestral” según sus fundadores. Se trata del “Camino del Alfa Español”, un compendio de normas, rituales y recomendaciones, supuestamente basadas en tradiciones milenarias, que pretende devolver al varón patrio a una autoridad que nadie había pedido y que apenas aparece en los apuntes de Historia, salvo en versiones muy mal resumidas en servilletas de bar.
El movimiento ha cobrado notoriedad en redes de dudosa moderación y foros donde abundan usuarios con nombres como “Spartan_197”, “ReyIbericoXXL” y “Dominus_Cadiz_Real”. Sus seguidores aseguran que el Camino del Alfa Español “no es machista”, sino “ancestral”. Sin embargo, los expertos consultados por el Diario ASDF consideran que se trata de un manual que mezcla clichés cavernarios, autoestima inflada artificialmente y una preocupante relación con psicofármacos.
Para comprender el fenómeno, este diario ha investigado los cuatro pasos oficiales del Camino del Alfa Español, así como las historias de quienes lo han intentado seguir —con resultados variopintos, cuando no directamente desastrosos—.
I. El Uniforme: corbata roja, traje oscuro y la elegancia del hombre que nunca ha visto una lavadora
El primer paso del Camino del Alfa Español reza así:
“Adopta indumentaria que evoque autoridad patriarcal, como un traje con corbata roja, simbolizando la sangre de conquistas pasadas.”
El texto no especifica qué conquistas ni por qué la sangre debía ser roja en vez de burdeos, pero los adeptos no parecen interesados en esa discusión histórica. El rojo es obligatorio. El traje oscuro también. Todo lo demás —incluida la higiene— es secundario.
“El uniforme es esencial porque un alfa debe parecer alfa incluso cuando baja a por pan”, explica Máximo del Hierro, uno de los instructores del movimiento, quien recibió al Diario ASDF en su piso de 48 metros cuadrados vestido con un traje que parecía dos tallas mayor y unas gafas de sol que no se quitó en ningún momento.
El uniforme, según los seguidores, proyecta una autoridad “que la sociedad contemporánea ha erosionado” y “recuerda a la hembra su posición decorativa”. Sin embargo, la experiencia de quienes han intentado llevarlo al día a día dista de ser épica.
Testimonios positivos (según ellos)
Julián, 37 años, oficinista en Cuenca, afirma que ponerse una corbata roja “le cambió la vida”:
“Me empecé a sentir poderoso. En la máquina de café, la gente me preguntaba si iba a una boda o a un funeral, y eso daba respeto. Un compañero me llamó ‘matón de comunión’, pero sé que lo hizo porque me teme.”
Claudio, 22 años, estudiante de ADE, relata que el uniforme “atrae miradas”:
“Una chica me paró por la calle para decirme que llevaba la etiqueta de la americana puesta. Eso demuestra que generé interés. El alfa siempre destaca.”
Testimonios negativos (la mayoría)
Marcos, 31 años, técnico de sonido, sufrió un pequeño incidente laboral:
“Me presenté al estudio con traje y corbata roja. Mi jefe pensó que venía a presentar mi dimisión formal. Cuando le expliqué que era por el Camino del Alfa Español, me mandó a casa por desequilibrio estético.”
Natalia, 28 años, pareja de un adepto, cuenta la otra cara de la moda:
“Mi novio empezó a vestirse así incluso para dormir. Decía que un alfa no baja la guardia. Yo solo escuchaba el roce del traje en las sábanas. Parecía que vivía con un abogado fantasmal.”
II. Control doméstico: el alfa como gestor inmobiliario del hogar ajeno
El segundo paso del Camino es probablemente el más polémico:
“Restringe las salidas de tu consorte sin autorización explícita; el hogar es el reino donde la hembra florece bajo vigilancia, evitando distracciones modernas que corrompen su docilidad natural.”
El texto utiliza el término consorte para sonar medieval y evitar la palabra pareja, que consideran demasiado igualitaria. También se refieren a “distracciones modernas” sin detallarlas, aunque en sus foros incluyen desde pilates hasta tener amigas o pensar por cuenta propia.
Los responsables del movimiento defienden este punto asegurando que “la supervisión afectiva fortalece la unidad familiar”. Críticos y cualquier persona con sentido común lo consideran simplemente control coercitivo disfrazado de poesía torpe.
Testimonios positivos (muy discutibles)
Pedro, 45 años, comercial, afirma que el control doméstico “salvó su relación”:
“Antes mi mujer salía mucho, que si yoga, que si cervezas con las amigas. Ahora sale menos, pero porque le da pereza pedirme permiso. Nuestra comunicación ha mejorado: hablamos más… bueno, hablo yo más.”
Samuel, 19 años, aprendiz de alfa, explica que empezó a controlar las salidas de su novia basándose en un calendario hecho con rotuladores fluorescentes:
“Le puse un horario como en la biblioteca. No lo siguió, pero al menos practiqué gestión del tiempo.”
Testimonios negativos (donde la realidad pone orden)
Sofía, 32 años, afectada por la “norma”, recuerda el día en que su pareja intentó aplicar el paso:
“Me dijo que a partir de ahora tenía que pedirle permiso para salir con mis amigas. Le pregunté si necesitaba también él permiso para usar el microondas. Se ofendió. Yo me fui. Él sigue esperando mi solicitud por escrito.”
Agente de Policía Local (que prefiere no dar su nombre):
“Hemos tenido cuatro intervenciones este mes por hombres que creían que podían retener a sus parejas porque lo decía un manual de internet. Les explicamos que la ley real gana a la ley inventada por gente con corbata roja.”
III. La Mentalidad Alfa: un rugido interno, mucha teoría y cero autocrítica
El tercer paso establece que el adepto debe:
“Cultivar un rugido interno de superioridad, recordando que el verdadero alfa dicta normas ancestrales, donde la mujer es ornamento y no agente.”
Según los instructores, esto se consigue mediante ejercicios diarios de “autoafirmación viril”, que incluyen cosas como:
- Rugir mentalmente durante 10 minutos.
- Mirarse al espejo mientras se repite: “Yo soy el Alfa, los demás son la manada”.
- Enviar audios motivacionales a los otros adeptos diciendo frases como “Dominus Ibericus resurge”.
Los psicólogos consultados por nuestros redactores afirman que estos ejercicios “parecen diseñados por un algoritmo que mezcla testosterona imaginaria y frases de calendario de gimnasio”.
Testimonios positivos (o algo parecido)
Iván, 29 años, camarero, asegura que adoptar la mentalidad alfa lo llenó de determinación:
“Ahora cuando me piden cafés, los pongo sobre la barra con un gesto firme. A veces derramo algo, pero es parte del carácter.”
Roberto, 54 años, divorciado, afirma que ahora se siente más fuerte:
“Mi exmujer dice que estoy delirando. Yo digo que mi rugido interno no se entiende desde la mentalidad beta.”
Testimonios negativos (los que vivieron el rugido desde fuera)
Laura, 26 años, compañera de piso de uno de los aprendices:
“Lo pillé practicando el rugido interno en voz alta. Sonaba como un gato con reflujo. Se enfadó cuando se lo dije porque ‘había violado su espacio alfa’.”
Diego, 33 años, entrenador personal:
“Vino un cliente diciendo que solo quería ejercicios que reforzaran su virilidad ancestral. Le propuse sentadillas. Dijo que eran demasiado modernas.”
IV. Los Aliados: Clonazepam como “oráculo emocional”
El cuarto paso del Camino del Alfa Español es quizás el más desconcertante:
“Consulta a Clonazepam para sofocar cualquier rebelión emocional.”
Los líderes del movimiento han desarrollado una narrativa según la cual el clonazepam —un medicamento real, con receta y muy controlado— actúa como “guardián del espíritu alfa”, capaz de apagar la empatía, la duda y cualquier emoción que consideren “blanda”.
Por supuesto, los especialistas en salud mental califican este uso como absolutamente irresponsable, ilegal y peligroso. Pero eso no impide que algunos seguidores lo mencionen como si fuera un té de hierbas especialmente potente.
Testimonios positivos (que asustan un poco)
“AlfaVisigodo”, 34 años, usuario de un foro, asegura:
“Desde que sigo este paso, no siento miedo, ni ansiedad… ni muchas otras cosas. Tampoco recuerdo parte de la semana pasada, pero eso demuestra su eficacia.”
Esteban, 41 años, vigilante nocturno, dice que el clonazepam “le ayuda a mantener la compostura”:
“Antes me afectaban las discusiones. Ahora es como si todo ocurriera detrás de un cristal muy lejano. Mi mujer dice que estoy como un sofá con traje.”
Testimonios negativos (con consecuencias reales)
Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón:
“Hemos recibido varias consultas de hombres que creen que tomar ansiolíticos de forma libre los convierte en ‘alfa’. Les explicamos que lo que los convierte es en pacientes.”
Claudia, 30 años, pareja de un adepto:
“Me dijo que Clonazepam era su gurú interior. Yo le dije que su gurú interior necesitaba un médico exterior.”
El balance: una moda absurda que hace reír, preocupar y bostezar a partes iguales
Tras analizar los cuatro pasos, queda claro que el Camino del Alfa Español es más una parodia involuntaria que una filosofía coherente. Sus propios practicantes oscilan entre la comicidad y la tragedia, entre la épica imaginaria y la realidad que no confirma nada de lo prometido.
Los expertos consultados concluyen que el movimiento mezcla:
- necesidad de autoestima,
- nostalgia inventada,
- desconocimiento de psicología básica,
- y un uso dudoso de medicamentos controlados.
A esto se suma un tono pseudo-histórico que intenta equiparar el acto de ponerse una corbata roja con liderar legiones romanas, sin que nada sostenga tal comparación excepto la fe y la falta de sentido del ridículo.
Conclusión del Diario ASDF
El Camino del Alfa Español no parece una guía para alcanzar la plenitud masculina, sino un recordatorio de que:
- El machismo no se vuelve menos machismo por usar palabras rimbombantes,
- La autoridad no surge por decreto personal,
- Y la verdadera fortaleza no tiene que ver con rugidos internos, sino con no hacer el ridículo en un Zara probándose americanas demasiado grandes.
Aun así, el movimiento sigue creciendo. Quizá porque, como toda buena moda absurda, ofrece respuestas simples —aunque equivocadas— a preguntas complejas:
“¿Quién soy?”, “¿Qué hago con mi vida?” y “¿Realmente necesito una corbata roja para sentirme alguien?”
El lector tendrá la última palabra. Nosotros solo recomendamos evitar el paso del clonazepam, y quizás también el del traje para dormir.
