Falange Española convoca una manifestación en Madrid con el lema “Remigración. Por unos barrios seguros”

Durante más de treinta años, hubo una generación entera de profesores y profesoras que dedicaron su vida a enseñar valores como la empatía, el respeto y el pensamiento crítico. Enseñaban con pasión la importancia del diálogo, la convivencia democrática y la tolerancia. Llevaban camisetas del Che en la universidad, organizaron ciclos de cine cubano, lloraron con el referéndum de la OTAN y firmaron manifiestos en defensa de la educación pública… Y hoy, en 2025, esos mismos alumnos que salieron de sus aulas con el corazón lleno de Gramsci, Laclau y camisetas de Rage Against the Machine, ahora defienden la propiedad privada como si fuera la Virgen del Pilar, vitorean a Ayuso en TikTok y citan a Agustín Laje como si fuera Aristóteles con abdominales.

🧑‍🏫 Los docentes idealistas que sembraron valores

Durante décadas, una legión de profesores progresistas entregó su alma y su garganta a educar con pasión. Enseñaban el respeto, la empatía y la justicia social como si fueran asignaturas obligatorias. Les leían a sus alumnos poemas de Benedetti, ponían documentales de Ken Loach en tutoría y defendían el debate abierto como si fuera la Champions League de la inteligencia emocional.

🎓 La gran ironía: de la Ética al Viva España

Y ahora, esos mismos alumnos que lloraron con “Las uvas de la ira” están defendiendo en redes que la desigualdad es natural, que “la izquierda vive de subvenciones” y que “todo lo woke es basura”.

De los foros anarquistas al canal de Ayuso en YouTube. De cantar “La Internacional” en clase de historia a corear “¡Que te vote Txapote!” en las manifestaciones. ¿Error de cálculo o el mejor experimento de libertad educativa jamás hecho?

Jubilados perplejos y reuniones en cafeterías

Los profesores jubilados, desconcertados, se agrupan en cafeterías para recordar con nostalgia a aquellos alumnos prometedores que hoy comparten memes de Le Pen. Las frases son siempre las mismas:

—“¿Roberto, el que hacía teatro social?”
—“Sí, ese. Ahora milita en un partido que dice que el feminismo es un invento de Soros.”

Y tras la incredulidad, la duda existencial: ¿hicimos algo mal? ¿O simplemente lo hicieron demasiado bien?

📚 El pensamiento crítico también vota a VOX

Porque el pensamiento crítico es un arma de doble filo. Se enseña para que el alumno cuestione el poder… pero no especificamos qué poder. Y claro, uno piensa que está formando mini-Chomskys, pero te salen mini-Mileis.

Muchos chavales descubrieron a Ayn Rand y de ahí no hubo vuelta atrás. Aprendieron que “el individuo está por encima del Estado”, y ahora cada vez que alguien propone subir el salario mínimo gritan “¡comunismo!” como si les hubieran intentado expropiar el alma.

🧠 De Rousseau a la testosterona: el viaje intelectual inverso

Las redes sociales han sido el campo de entrenamiento. Los antiguos alumnos, ahora adultos con perfil de LinkedIn y canal en Twitch, mezclan lecturas de Kant con vídeos de Jordan Peterson. Citan a Platón y a Agustín Laje en el mismo hilo, y explican que el comunismo es “una enfermedad mental” mientras beben café de cápsulas y escriben sobre masculinidad herida.

🧑‍🎓 El caso de los obreros convertidos en libertarios

Y lo más desconcertante: muchos vienen de entornos humildes. Hijos de reponedoras, camareros y conductores, formados en escuelas públicas que defendían la igualdad… y ahora están escribiendo artículos con títulos como “La dictadura de lo inclusivo”.

¿Se rebelan contra sus orígenes? ¿Se cansaron del discurso de la lucha de clases? ¿O es que TikTok ofrece un tipo de pedagogía más intensa que cualquier plan de estudios?

📉 Cuando la izquierda cultural se convierte en meme

La izquierda cultural, otrora territorio hegemónico en institutos y universidades, ahora es objeto de burla en podcasts, reels y comentarios con emojis de risa. Los mismos chavales que aplaudieron una charla sobre diversidad en 2º de Bachillerato, ahora hacen vídeos reaccionando a pancartas feministas mientras dicen “esto es lo que pasa cuando no tienes padre”.

🫠 ¿Fracaso educativo o victoria de la libertad de pensamiento?

Aquí viene el dilema moral definitivo:

  • ¿Hemos fracasado como educadores?
  • ¿O triunfado como demócratas al aceptar que nuestros alumnos, con todo lo aprendido, se han vuelto contra nuestros ideales?

Porque claro, les enseñamos a pensar por sí mismos. Pero no dijimos que tenían que estar de acuerdo con nosotros. Ni que lo que iban a pensar iba a incluir frases como “la izquierda solo quiere destruir Occidente”.

📚 Institutos en guardia: el nuevo temario para evitar nuevos sustos

Ante esta deriva, algunos institutos empiezan a blindarse. Vuelven las fichas, las lecturas guiadas, los trabajos en grupo sin opiniones personales. Porque no vaya a ser que, de tanto fomentar el espíritu crítico, nos volvamos a encontrar con un alumno que interpreta a Nietzsche como justificación para cancelar la ley de dependencia.


🧾 Conclusión: cuando el discípulo supera al maestro (por la derecha)

Tras toda una vida educando para la justicia social, nos encontramos con una generación que ha usado esas herramientas para desmontar el sistema… pero por el otro lado. Como si hubieran aprendido artes marciales con Gandhi y acabaran repartiendo tortas en nombre del libre mercado.

Quizá es momento de aceptar que enseñar no es moldear. Que los alumnos no son clones en fabricación, sino bombas impredecibles. Y que, a veces, cuando lanzas al mundo ciudadanos críticos y formados… acaban votando cosas que te hacen llorar en silencio mientras corriges exámenes de ética.

Firmado: Máximo Cínico

Licenciado en Desilusiones Aplicadas y profesor jubilado de Filosofía del Instituto Público “Antonio Gramsci (pero poco)”. Actualmente vive rodeado de libros, memes reaccionarios de sus exalumnos y una taza que dice “Pienso, luego estorbo”. Escribe columnas de opinión para sobrevivir al eco ideológico de sus propias clases.

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