En un giro inesperado que solo podría suceder en la política española, el Gobierno ha decidido jugar al Monopoly con el destino de los menores migrantes. Al parecer, han encontrado en Junts per Catalunya un aliado inesperado para sortear el bloqueo del Partido Popular (PP), que parece más interesado en bloquear todo lo que pueda que en encontrar soluciones.
La negociación, que se llevó a cabo en una mesa redonda con forma de caracol para simbolizar el avance (o retroceso) de las políticas migratorias, consistió en una serie de trueques dignos de un mercado medieval. “Nosotros te damos un par de votos para tu reforma de la ley de extranjería, y tú, a cambio, nos dejas gestionar la llegada de menores como si fuera un reality show”, declaró un portavoz de Junts, con un guiño a las cámaras.
El PP, por su parte, ha reaccionado con la sorpresa de quien se encuentra un caramelo en su lechuga: “¡Pero cómo! ¿Ahora los menores migrantes se reparten como si fueran cromos de fútbol?” exclamó un vocero del PP, con un tono que mezclaba indignación y asombro. Este partido, conocido por su habilidad para poner palos en las ruedas, ahora se ve desbordado por la creatividad gubernamental.
El acuerdo provisional incluye que Cataluña pueda decidir si quiere “adoptar” a los menores migrantes o simplemente “hacer un intercambio cultural” enviándolos a otras comunidades. “Es una especie de Erasmus, pero sin la parte de estudio”, comentó un miembro del Gobierno con una sonrisa de oreja a oreja, como si acabara de inventar la rueda.
Por supuesto, no faltaron las críticas. Algunos grupos han acusado al Gobierno de tratar a los menores como si fueran piezas de un puzzle que hay que encajar en algún lugar de España. “Esto parece más un juego de Tetris que una política migratoria”, dijo un activista, mientras intentaba entender cómo se distribuiría la solidaridad entre las comunidades.
Mientras tanto, los menores migrantes, ajenos a este juego de poder, esperan que, al final del día, alguien se acuerde de que son seres humanos y no fichas de ajedrez. Pero en este tablero político, donde cada movimiento es un meme en potencia, solo queda esperar y ver si la próxima jugada será un jaque mate a la xenofobia o simplemente otro movimiento en falso.
Así que, mientras el Gobierno y Junts se felicitan por su “ingeniosa” estrategia, el resto de España observa con una mezcla de incredulidad y sarcasmo, preguntándose si alguna vez veremos una política migratoria que no parezca escrita por un guionista de comedia.