En un giro sorprendente que ha dejado a todos boquiabiertos, se ha descubierto que el internet se ha dividido en dos dimensiones paralelas: una para chicos y otra para chicas, gracias a los algoritmos que parecen haber decidido que la paz entre géneros es cosa de otros tiempos.
Según un estudio recientemente publicado por El Periódico Mediterráneo, los algoritmos de las redes sociales y plataformas digitales se han embarcado en una cruzada para crear “burbujas de género” tan impermeables que ni el amor puede cruzarlas. Al parecer, estos ingeniosos trozos de código han decidido que, si el mundo real ya tiene sus problemas de género, ¿por qué no llevar la fiesta al ciberespacio?
En el “internet de chicos”, se dice que el contenido está dominado por vídeos de humor donde el “zascazo” es el rey, y pódcasts donde la masculinidad se celebra con la misma devoción que un monje a su monasterio. Aquí, las mujeres solo aparecen como personajes secundarios en sketches que parecen sacados de la edición del 2002 de “Escenas de Matrimonio”.
Por otro lado, en el “internet de chicas”, los algoritmos sirven una dieta constante de contenido que perpetúa los estereotipos más rancios. Aquí, las mujeres son motivadas a reírse de lo difícil que es encontrar un hombre que no esté pegado a su smartphone mientras se les recuerda, con un toque de ironía, lo guapas que están hoy.
Los expertos en tecnología y género han señalado que estos algoritmos no solo están creando una guerra de sexos digital, sino que también están haciendo un trabajo estelar en asegurarse de que nadie salga de su burbuja. “Es como si cada género tuviera su propio reality show, y los algoritmos son los directores de escena”, comentó un analista, probablemente mientras se preguntaba si su Instagram le estaba mostrando la misma realidad que a los demás.
La pregunta que todos nos hacemos es: ¿Cómo se salió de control todo esto? La respuesta parece estar en la insaciable hambre de las plataformas por mantenernos enganchados, incluso si eso significa alimentar nuestras diferencias hasta convertirlas en un espectáculo digno de un reality show.
Así que, mientras navegamos por este internet cada vez más segregado, quizás sea tiempo de preguntarnos: ¿Estamos realmente en control, o nuestras decisiones están siendo dictadas por un código que cree entender mejor nuestro género que nosotros mismos? Solo el tiempo lo dirá, o quizás sea el algoritmo quien decida eso también.