Peores salarios, vivienda muchísimo más cara, peor mercado laboral… Una generación a favor de que lo más fácil que es hacer las maletas e irse a un país mucho más próspero. Y el acceso a la información. Y el acceso a inversión de calidad. Y Bitcoin.
Por Redacción | Sección Juventud
Madrid. – Primero fue el balconing, después el botelloning y, más recientemente, el nesting (quedarse en casa como si eso fuese una revolución social). Ahora llega una nueva tendencia que amenaza con convertirse en fenómeno generacional: el nopagotupensioning.
Bajo este anglicismo improvisado —porque todo movimiento juvenil necesita un nombre en inglés para sonar serio—, miles de jóvenes españoles han comenzado a declararse en “huelga fiscal emocional”. No se trata exactamente de fraude, explican sus impulsores, sino de “una forma simbólica de resistencia” frente a un sistema que, según ellos, jamás les devolverá lo que aporten.
“¿Para qué voy a pagar impuestos para una pensión que no voy a cobrar si a los 70 estaré alquilando una habitación por Wallapop?”, se pregunta Sara, de 27 años, trabajadora precaria en el sector de la hostelería y “embajadora oficial” del movimiento en TikTok. Su vídeo más viral, titulado ‘Díselo a Hacienda con un bailecito’, acumula ya dos millones de visualizaciones y ha generado un aluvión de comentarios que van desde “bro, dame clases” hasta “esto es comunismo pero con perreo”.
Un fenómeno con “glamour contestatario”
El nopagotupensioning ha sido adoptado sobre todo por la llamada Generación Refundida, jóvenes que crecieron escuchando que tendrían “la generación más preparada de la historia” y que hoy compiten por puestos de becario a 500 euros. Para ellos, negarse simbólicamente a contribuir a un sistema que consideran agotado es casi un acto de coherencia vital.
“Los millennials todavía se creyeron lo de ahorrar para un plan de pensiones privado”, señala irónicamente un sociólogo de la Universidad de Valladolid. “Pero la Generación Z sabe que en el futuro trabajarán para pagar las prótesis de cadera de sus abuelos y las escapadas a Benidorm de sus padres. Así que están intentando adelantarse a la estafa con un hashtag”.
El fenómeno incluso ha llegado al lenguaje cotidiano. En los bares universitarios ya no se dice “invito yo”, sino “tranqui, este cubata va con cargo al nopagotupensioning”. En Tinder proliferan perfiles que se presentan como “100% nopagotupensioners” y prometen “futuro sin cargas fiscales, solo con cargas emocionales”.
Reacción institucional: alarma en Moncloa y operaciones secretas
El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones no ha tardado en reaccionar. Según fuentes internas, Moncloa ha declarado el nopagotupensioning como “el mayor desafío generacional desde la movida madrileña”. La alerta ha sido tan intensa que, de forma inédita, se ha creado un Gabinete de Crisis Intergeneracional que reúne a ministros, jubilados voluntarios y expertos en TikTok para intentar contener el fenómeno.
Hacienda, por su parte, ha optado por medidas radicales:
- Se rumorea la creación de una Brigada Juvenil Tributaria, equipada con drones que persiguen a los jóvenes hasta los bares para recordarles con altavoces que “sin impuestos no hay pensiones ni cañas baratas”.
- También se estaría diseñando un sistema de pago obligatorio a través de Bizum, donde cada vez que un joven envíe dinero a un amigo, un porcentaje automático irá destinado a financiar viajes del Imserso.
- En paralelo, la Agencia Tributaria estaría considerando infiltrar “influencers patrióticos” en TikTok que bailen al ritmo de Shakira mientras lanzan mensajes como “paga hoy, vive mañana”.
La vicepresidenta Nadia Calviño, en un tono solemne, ha declarado que “el nopagotupensioning es un meteorito fiscal que puede acabar con el planeta pensiones tal y como lo conocemos”. Por su parte, algunos diputados del Congreso han exigido incluso militarizar las residencias de ancianos para garantizar que nadie toque “el sagrado derecho a cobrar la paga mensual de los boomers”.
Lo cierto es que el Gobierno se enfrenta a un dilema inédito: cómo frenar un movimiento que mezcla memes, precariedad y reguetón. Una combinación que, como reconocen fuentes europeas, “es mucho más peligrosa que cualquier prima de riesgo”.
La “resistencia fiscal emocional” en cifras
Un informe del think tank Jóvenes Pero Quemados (JPQ) calcula que al menos un 62% de menores de 35 años en España cree que nunca recibirá una pensión pública. De ese grupo, un 40% ha manifestado simpatía con el movimiento nopagotupensioning y un 12% ya ha publicado en redes sociales memes con frases como “ni un euro más a los jubilados boomers” o “mi jubilación será mi OnlyFans”.
La tendencia preocupa especialmente en Bruselas, donde varios funcionarios han confesado que temen que el fenómeno se contagie a otros países del sur de Europa. “Si los italianos descubren esto, nos vamos todos a pique”, ha declarado un burócrata anónimo en perfecto italiano de manual.
Entre la sátira y la desesperanza
El nopagotupensioning no es un partido político, aunque ya circulan rumores de que podría convertirse en una lista electoral en las próximas elecciones municipales bajo el lema: “Menos IVA, más birra”. Sin embargo, algunos analistas advierten de que el movimiento, aunque se disfraza de humor y sátira, refleja una grieta profunda en la confianza de la juventud hacia el Estado.
“Es fácil reírse de chavales que bailan reguetón diciendo que no quieren pagar impuestos”, señala un catedrático de Ciencias Políticas. “Lo difícil es reconocer que detrás hay un hartazgo legítimo y una percepción clara de que el sistema de pensiones actual tiene fecha de caducidad”.
Conclusión: un país que envejece mientras sus jóvenes bailan
De momento, el nopagotupensioning sigue extendiéndose como una broma que quizá, con el tiempo, se convierta en protesta formal. Lo que está claro es que la brecha generacional en España no deja de ensancharse: mientras los mayores disfrutan de sus pensiones en viajes del Imserso con pulsera de todo incluido, los jóvenes practican la única herencia que parece asegurada: la ironía como forma de supervivencia.
Porque, como repite uno de los lemas del movimiento:
“Nos quitarán todo, menos las risas y el reguetón en diferido”.