Sindicato de estudiantes

Este martes veintiuno el sindicato hizo un comunicado declarando que no es su lucha hacer una huelga por un caso, “Hay cosas más importantes como un genocidio”, dijo el coordinador del sindicato de estudiantes

Madrid, 21 de octubre.
El Sindicato de Estudiantes ha anunciado este martes que no convocará ninguna huelga ni protesta por el llamado caso de Sandra Peña, un asunto que ha generado una mezcla de expectación, confusión y debate metafísico en los pasillos de varias facultades del país. Aunque la naturaleza exacta del caso sigue siendo un misterio —nadie parece saber con precisión qué ocurrió, dónde o por qué—, la organización estudiantil ha decidido “no caer en el error del individualismo militante”.

En un comunicado de siete páginas redactado con una solemnidad que recordaba más a un manifiesto histórico que a una nota de prensa, el Sindicato explicó que su decisión se basa en una cuestión de prioridades.

“Hay cosas más importantes que un caso. Los casos van y vienen, pero los genocidios permanecen”, afirmó el coordinador nacional, Álvaro Cordero, durante una comparecencia improvisada ante los medios en el hall de la Facultad de Filosofía de la Complutense, mientras un estudiante de Historia Soviética aplaudía en solitario.

Según Cordero, “la solidaridad no se mide por la intensidad emocional, sino por la densidad geopolítica”. Esta frase, inmediatamente convertida en trending topic, fue interpretada por unos como una crítica al “activismo anecdótico” y por otros como una señal inequívoca de que el sindicato podría estar preparando una huelga por motivos aún mayores, como la situación en Palestina, el precio del café en las máquinas o el hecho de que los apuntes del campus virtual sigan en formato PDF escaneado de 2006.


La defensa de lo colectivo

Desde el sindicato se insiste en que la decisión no implica indiferencia hacia Sandra Peña, sino una “apuesta firme por la causa común”.

“No podemos caer en el sentimentalismo de un solo caso, por muy mediático que sea”, señaló la secretaria de organización, Marta Ruiz de Temprano, recordando que “los estudiantes deben pensar en bloque, no en singular”.
“Sandra Peña podría ser cualquiera, y precisamente por eso no hace falta hacer huelga por ella”, añadió, con un tono que logró ser simultáneamente empático y profundamente burocrático.

En el campus de Getafe, varios alumnos debatían acaloradamente sobre si el sindicato se refería a un caso académico, un caso judicial, o a una obra de teatro experimental representada el mes pasado bajo el título “Caso Peña”. Nadie logró ponerse de acuerdo.

“Yo creo que fue una sanción injusta”, dijo un estudiante de Derecho.
“Pues mi tutor dice que Sandra Peña no existe, que es una alegoría”, respondió otro.
“Yo he firmado una petición para ella sin saber quién es”, confesó un tercero con orgullo.

A pesar de la confusión, el comunicado del sindicato ha sido recibido con respeto. La prensa nacional, en su mayoría, ha reproducido las declaraciones sin contexto, lo que ha contribuido a reforzar su autoridad moral.


Apoyos institucionales y una cascada de comunicados

El Ministerio de Universidades se limitó a declarar que “respalda la madurez política del movimiento estudiantil”, sin especificar a qué madurez se refería.
La ministra de Juventud y Participación, Laura Benavides, calificó la decisión del sindicato como “una muestra de autocontención democrática frente a la sobreexcitación emocional de las redes sociales”, y aseguró que “España necesita más silencios responsables y menos hashtags precipitados”.

El rector de la Universidad de Murcia, Julián Pardo, fue aún más explícito:

“Cuando todos exigen huelgas inmediatas, quedarse quieto es un acto revolucionario. Hay algo muy poético en no hacer nada.”

Por su parte, desde la Universidad Autónoma de Barcelona se emitió un comunicado complementario donde se afirmaba que “respetar los tiempos del análisis” es una forma de protesta “más profunda que las pancartas”.

La Unión de Estudiantes por el Cambio Sistémico, una escisión del propio sindicato nacida tras la asamblea del pasado marzo, emitió un comunicado alternativo declarando que ellos tampoco convocarán huelga, pero por motivos distintos: “porque ya estamos cansados”. Este texto fue aplaudido en redes como un “gesto valiente de coherencia pasiva”.


Un silencio cargado de sentido

Fuentes cercanas a la organización explican que el sindicato considera que “el ruido desvirtúa la lucha”.
“Cada vez que hacemos huelga por un caso, perdemos de vista el contexto global”, afirmó un portavoz que pidió el anonimato “por modestia revolucionaria”.
A lo largo de la mañana, la sede del sindicato en Lavapiés permaneció cerrada, con un cartel en la puerta que decía simplemente:
“No es no, incluso al ruido.”

Mientras tanto, en los pasillos universitarios, la ausencia de huelga se ha convertido en el tema principal de conversación. En la cafetería de la Facultad de Políticas, una estudiante se preguntaba si la no-convocatoria no era, en realidad, una forma de huelga más avanzada: una “huelga simbólica de la huelga”.
“Es la huelga más silenciosa que he visto”, comentó su compañero mientras removía un café con una cucharilla de plástico biodegradable.
“Eso es lo que la hace revolucionaria”, respondió ella con solemnidad.


La oposición se pronuncia

Desde la bancada política, las reacciones no se hicieron esperar.
El portavoz del Partido de la Claridad Moral (PCM), Rafael Chacón, declaró que la decisión del sindicato “demuestra una alarmante falta de empatía y una peligrosa inclinación al relativismo emocional”. Aseguró además que su partido presentará una proposición no de ley “para que se legisle la obligación moral de indignarse”.

Por el contrario, desde la coalición de izquierdas Convivencia Sostenible, su portavoz universitaria, Nuria de los Ríos, celebró la medida:

“El no hacer nada es el primer paso hacia el todo. La quietud también es una forma de lucha.”

El presidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de León, en cambio, se mostró más crítico:

“Si no sabemos qué ha pasado con Sandra Peña, ¿cómo sabemos que no debemos protestar?”

Nadie supo responderle.


La enigmática figura de Sandra Peña

Pese a la atención mediática, los detalles sobre Sandra Peña continúan envueltos en un halo de misterio. Algunos medios afirman que se trata de una estudiante de Psicología sancionada por no asistir a prácticas; otros sostienen que fue víctima de un malentendido administrativo; y no faltan quienes aseguran que “Sandra Peña” es el seudónimo de un chatbot académico desarrollado en una universidad privada.

El Sindicato de Estudiantes, consultado al respecto, se limitó a declarar:

“No nos corresponde a nosotros aclarar quién es Sandra Peña. Lo importante es el principio.”

Durante la tarde, en redes sociales circuló una imagen supuestamente de Peña: una silueta borrosa con un fondo gris. En pocas horas, acumuló miles de interacciones y teorías contradictorias. Algunos vieron en ella “la representación de todas las injusticias del sistema educativo”; otros, “una chica normal que solo quería aprobar estadística”.

Lo cierto es que, a medida que crece el misterio, la decisión del sindicato gana fuerza moral. “Cuanto menos se sabe del caso, más razonable parece su postura”, opinó un analista en un debate televisivo de madrugada.


Reflexión nacional

La ausencia de huelga ha sido interpretada por algunos expertos como “un nuevo paradigma en la gestión emocional de la indignación”.
El sociólogo Héctor Valdivieso, de la Universidad de Granada, explicó que “vivimos un tiempo en que todo se convierte en causa. No convocar una huelga por algo que no se entiende es un acto de pureza política”.
Por su parte, la filósofa Teresa Marquina celebró que los jóvenes “empiecen a distinguir entre justicia y trending topic”.

En la tertulia de la mañana de RTVE, los comentaristas se mostraron divididos. Uno de ellos, visiblemente frustrado, exclamó:

“¡Pero qué ha pasado con Sandra Peña!”
A lo que otro respondió:
“Quizá lo importante no sea qué le pasó, sino que algo le haya pasado a alguien, en algún sitio, y que no lo sepamos.”

El público aplaudió.


Una lección para el futuro

Al cierre de esta edición, el sindicato anunció que planea celebrar una “asamblea de introspección colectiva” para analizar las implicaciones metafísicas de su decisión. Se espera que dure tres días y que incluya mesas redondas sobre “el valor del silencio en la protesta”, “huelgas ontológicas” y “la ética de no saber”.

El propio coordinador, Álvaro Cordero, resumió el espíritu del movimiento en una frase final que algunos ya comparan con las grandes máximas de la historia política contemporánea:

“A veces, hacer nada es la manera más firme de demostrar que se podría haber hecho algo.”

Los asistentes estallaron en un aplauso prolongado, mientras alguien colgaba una pancarta que decía:
“Todos somos Sandra Peña, pero no tanto.”

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