En un giro que ha dejado a todos boquiabiertos, Elon Musk, el hombre que compró Twitter por 44.000 millones de euros (porque, ¿quién necesita tanto dinero?…porque los 58 millones que pagó una vez al Fisco estadounidense por una crítica sobre su dinero han servido para…para…esto…), ha revelado su verdadero plan maestro: convertirse en el Führer del espacio. Sí, has leído bien. El tipo que nos prometió coches eléctricos y viajes a Marte resulta ser un descendiente directo de los sueños más oscuros de la ultraderecha.
Comencemos por lo básico: sus abuelos eran de ultraderecha, pero, oh, qué sorpresa, eran canadienses. Porque, claro, la ultraderecha canadiense es conocida por su… ¿qué? ¿Cortesía extrema? Da igual, lo importante es que Musk ha heredado su pasión por los ideales de hace un siglo, solo que con más tecnología, más dinero y menos humanidad.
Musk, cuyo nombre proviene de una novela escrita por Wernher von Braun (el científico nazi que ayudó a los EE.UU. a llegar a la Luna, pero eso es otra historia) sobre la conquista de Marte, ha decidido que es hora de dar un paso más allá. El algoritmo de X lo ha vuelto fachamuyfacha y sobre todo su mejor arma. ,Su Montecristo, su cohiba, su Excalibur, su Tercera de Rachmaninoff, su Piedad…. LAS NOTAS DE COMUNIDAD.
Si pensabas que las Notas de Comunidad de Twitter eran para aclarar desinformación, piénsalo de nuevo. Ahora, estas notas son usadas para justificar el saludo nazi de Musk como un “saludo de bienvenida intergaláctico” o para etiquetar cualquier crítica a él como “propaganda comunista”.
En la ceremonia de investidura de Donald Trump, Musk pensó que sería un buen momento para practicar su saludo romano, pero él jura que solo estaba saludando a un amigo muy alto. “¡MY HEART IS WITH YOU!”, dijo cual nancyutraturbofacha, probablemente mientras planeaba su próximo tweet que cambiaría el mundo.
Y hablando de cambiar el mundo, resulta que ha estado financiando a partidos de ultraderecha, liderados por los viejos amigos del régimen franquista y otros personajes de dudosa reputación. Porque, claro, ¿qué es un sueño espacial sin un poco de nostalgia por los viejos tiempos de la dictadura?
Ahora, con X bajo su ala, podemos disfrutar de una ola de propaganda que haría que Goebbels soltara lágrimas de orgullo. Hashtags como #SpaceReich y #MarteParaLosArios llenan nuestras pantallas, porque, al fin y al cabo, ¿quién no querría un Marte blanco y puro?
Y para todos los que se preguntan si esto es una broma, Musk ha confirmado que su próximo proyecto es una estación espacial con forma de esvástica. Porque, según él, “la arquitectura espacial necesita un poco de nostalgia”. Y mientras todos nos frotamos los ojos, preguntándonos si esto es una pesadilla o simplemente la realidad de 2025, una cosa es clara: con Musk al mando, el espacio está a punto de convertirse en el nuevo campo de batalla ideológico.
Así que, la próxima vez que veas un cohete SpaceX despegando, no pienses en exploración o descubrimiento. No, piensa en que podría ser el inicio de la mayor colonización nazi de la historia. Porque en el mundo de Elon Musk, incluso las estrellas tienen que alinearse con su visión retorcida de cómo debería ser el futuro. Bravo, Elon, realmente has llevado la humanidad “al infinito y más allá”… de la cordura.