Por un reportero que no se cree ni la mitad de las promesas políticas
Madrid, 16 de junio de 2025 – A las 4:15 de la tarde, Pedro Sánchez, el eterno capitán del barco socialista, salió al escenario en la sede del PSOE en Ferraz con cara de “esto no me lo esperaba ni en mis peores pesadillas”. La rueda de prensa, que duró más que una telenovela venezolana, fue un espectáculo de autocrítica, promesas de limpieza y un par de dardos envenenados a la oposición. ¿El motivo? El caso Koldo, ese culebrón de supuesta corrupción que tiene al PSOE mirando debajo de las alfombras a ver qué más encuentra. Aquí va el resumen, con un toque de humor ácido para que no nos durmamos.
El drama del caso Koldo: “Nos repugnan, pero no nos rendimos”
Sánchez arrancó con un discurso que parecía sacado de un guion de Almodóvar: agradecimientos sentidos a su Comisión Ejecutiva Federal por la “empatía” y “solidaridad” en estos “días difíciles”. Vamos, que el PSOE está en modo terapia de grupo. Los audios machistas y corruptos del caso Koldo, protagonizados por José Luis Ábalos, Santos Cerdán y el misterioso Koldo García, fueron calificados de “repugnantes” por Sánchez. “Son incompatibles con nuestro feminismo de Instagram”, dijo, o algo por el estilo. La indignación fue “unánime”, aunque uno se pregunta si alguien se atrevió a discrepar en esa reunión de cinco horas.
El presidente admitió que meter la pata confiando en Ábalos y Cerdán fue un error, pero insistió en que el PSOE es “una organización limpia”. Tan limpia que solo tienen este caso Koldo desde que Sánchez tomó el timón. “Solo uno, ¿eh? No como otros que tienen 30 causas abiertas”, soltó, mirando de reojo al PP y a Vox. ¡Zas!
Medidas drásticas: Auditorías, expulsiones y un “¡que investiguen todo!”
Para demostrar que van en serio, Sánchez anunció un arsenal de medidas que parecen diseñadas para ganar un Oscar a la transparencia:
- Expulsión express: Ábalos ya está fuera del PSOE, y Cerdán renunció a su acta y militancia más rápido que un concursante eliminado de Gran Hermano. “Que la justicia actúe”, dijo Sánchez, como si estuviera deseando que los jueces le quiten el marrón de encima.
- Auditoría a gogó: El PSOE, que ya se audita más que una multinacional en crisis, aprobó otra auditoría externa para 2024 y prometió una tercera, porque nunca es suficiente cuando quieres gritar “¡somos transparentes!”. Sánchez juró que las cuentas son “claras, reales y fidedignas”. Claro, como el agua de una piscina olímpica.
- Reorganización a lo Juego de Tronos: La Secretaría de Organización, epicentro del escándalo, será liderada por un trío dinámico (Cristina Narbona, Borja Cabezón y Monserrat Mínguez) hasta el Comité Federal del 5 de julio. Sánchez promete un nuevo equipo para entonces, probablemente con un casting más riguroso que el de OT.
- Rendición de cuentas en el Congreso: Sánchez se ofreció a comparecer en el Congreso “a la primera de cambio” para responder preguntas y apoyará una comisión de investigación sobre el caso Koldo. “Que salga todo a la luz”, dijo, aunque uno sospecha que cruzará los dedos para que no salga nada más.
- Charlas con los amigos: Esta semana, Sánchez se reunirá con sus socios de investidura (esos que le quieren, pero a veces le piden “resetear” el gobierno). Prometió estudiar sus ideas para más leyes anti-corrupción. Traducción: “Hagamos algo para que no me dejen solo en esta tormenta”.
La oposición, en el punto de mira: “¡Presentad una moción de censura, valientes!”
Sánchez no perdió la oportunidad de lanzar un par de misiles a PP y Vox. Les acusó de tapar su propia corrupción (¡30 casos en el PP y multas por financiación irregular en Vox!), de perseguir denunciantes y de pagar sedes con dinero en B. “Nosotros no damos martillazos a pruebas ni amenazamos a periodistas”, dijo, con una sonrisa que parecía decir “tomad esa, Feijóo y Abascal”.
Desafió a la oposición a presentar una moción de censura si tan convencidos están de que el gobierno está acabado. “Que expliquen su modelo de país”, retó, sabiendo que juntar a PP y Vox en un proyecto coherente es más difícil que resolver un cubo de Rubik con los ojos vendados. Y, por si fuera poco, insinuó que después del verano podrían salir sentencias que dejen al PP en evidencia. “A ver quiénes son los delincuentes de verdad”, soltó, con un guiño que casi se ve desde la Luna.
“No habrá elecciones, ni superdomingo, ni dimisión”
Ante las preguntas de la prensa, Sánchez dejó claro que no habrá adelanto electoral, ni un “superdimingo” juntando elecciones generales con municipales y autonómicas. “Respeto los tiempos de los ciudadanos”, dijo, aunque algunos sospechan que también respeta su sillón en Moncloa. Descarta una cuestión de confianza y cambios en el gobierno, porque, según él, todo va como la seda. Bueno, salvo por el caso Koldo, claro.
Cuando le preguntaron si había considerado dimitir, Sánchez admitió haberlo pensado, pero lo descartó por el “interés de España” y del PSOE. “Represento a millones que no quieren a PP y Vox”, dijo, con esa convicción que le hace parecer inmune a las críticas. Y sobre por qué confió en Cerdán, la mano derecha de Ábalos, se limitó a decir que actuó cuando tuvo pruebas. “No me guío por rumores”, afirmó, aunque la prensa insistió en que algo olía mal desde hace una década.
Casas del Pueblo bajo ataque y un alegato final
Sánchez se puso serio al denunciar los ataques a las sedes socialistas, las famosas Casas del Pueblo, que están siendo “atentadadas” (Sí, dijo “atentadadas”, y no sabemos si fue un lapsus o un nuevo verbo). Criticó que ni PP ni Vox condenen estos actos y que los medios no les den tanta caña como al PSOE. “La política no debería ser una guerra de enemigos”, lamentó, en un momento que casi parecía un guion de Gandhi.
Cerró con un alegato por su gobierno progresista, que presume de liderar el crecimiento económico, la creación de empleo y la transición ecológica en Europa. “No dejaremos que la corrupción de unos pocos tumbe al mayor gobierno progresista de la UE”, proclamó, como si estuviera en un mitin. Y remató animando a sus compañeros a debatir en el Comité Federal del 5 de julio, porque “la democracia interna nos hace fuertes”. O al menos, eso espera.
El veredicto: ¿Sánchez, héroe o mago del escapismo?
La rueda de prensa fue un ejercicio de equilibrismo: Sánchez asumió culpas, pero no demasiadas; prometió limpieza, pero sin prometer milagros; y atacó a la oposición, pero sin bajar al barro. El caso Koldo es un golpe duro para el PSOE, pero Sánchez parece decidido a capear el temporal con auditorías, expulsiones y mucha retórica. ¿Funcionará? Depende de si los españoles le creen o si, como suele pasar, se cansan de tanto drama político.
Por cierto, Sánchez confesó que no había comido a las 5 de la tarde. Quizás por eso sonaba tan combativo: ¡nunca subestimes a un político con el estómago vacío!
Nota del reportero: Si el caso Koldo sigue dando titulares, prometemos más sarcasmos. Mientras, id a por palomitas, que esto promete.