Chochoinflacion

Madrid, 28 de octubre de 2025. Diario ASDF.

El Banco de España ha reconocido esta semana que está “siguiendo de cerca la evolución de la chochoinflación”, un fenómeno de carácter internacional que, según expertos, está afectando de manera desigual a los países del sur de Europa. Aunque su impacto en la economía real es todavía “limitado”, las autoridades advierten de una posible burbuja en los mercados afectivos si no se toman medidas a tiempo.

La alarma saltó después de que el analista de comportamiento social Clonazepam publicara en la red social X (antiguo Twitter) un mensaje que ha sido interpretado por medios y académicos como “el primer diagnóstico claro de la coyuntura amorosa post-pandémica”. En él, el autor señalaba que, aunque la chochoinflación tiene causas globales, “no está al mismo nivel en todos los países”, y advertía que “España aún puede salvarse”.

El término, que hasta hace poco sólo circulaba en foros de economía emocional, designa el aumento sostenido del coste de acceso a las interacciones románticas tradicionales, medido en cenas, copas, flores y desplazamientos urbanos de alta demanda nocturna.


Un fenómeno global con raíces locales

Según el informe preliminar del Instituto Nacional de Estadística Emocional (INEE), la chochoinflación se disparó en América Latina tras la pandemia debido a un “ajuste asimétrico en las expectativas de galantería”, lo que ha provocado que “los hombres enfrenten una inflación sentimental superior al 20% anual”, mientras que “las mujeres perciben un estancamiento en el valor del romanticismo ofertado”.

En España, en cambio, los indicadores siguen contenidos. El Observatorio del Amor Moderno (OAM) estima que el coste medio de una primera cita estándar —que incluye cena, bebida y transporte compartido— se mantiene en torno a los 58,70 euros, un nivel “moderado” en comparación con el promedio latinoamericano, que supera los 100 euros en grandes capitales como Ciudad de México o Buenos Aires.

“España aún conserva una cierta disciplina fiscal en materia amorosa”, explicó la economista y socióloga del comportamiento Marta del Clavo, autora de Mercados del Deseo: del trueque al Bizum. “Aquí todavía existe una tendencia al pago compartido, una cultura de la igualdad sentimental que actúa como dique frente a la inflación romántica. Pero eso podría cambiar si se globaliza el modelo latinoamericano del ‘todo incluido’”.


El FMI propone medidas de contención

Fuentes del Fondo Monetario Internacional confirmaron a este diario que el organismo está preparando un documento de recomendaciones para frenar la escalada. Entre las medidas planteadas figuran el establecimiento de “tipos de interés amorosos” variables, la creación de un bono público de citas sostenibles, y un sistema de microcréditos para solteros jóvenes que deseen “invertir en experiencias románticas de bajo riesgo”.

“La situación es preocupante”, declaró desde Washington la portavoz del FMI, Claudine Gómez. “Estamos viendo una brecha creciente entre la inflación percibida y la inflación real de afecto. Si los hombres sienten que el coste de una cita es demasiado alto, reducen su consumo emocional. Eso repercute en la demanda agregada de vínculos y puede derivar en una recesión sentimental global”.

En círculos diplomáticos europeos ya se habla de un “corralito amoroso” si no se estabilizan los precios del cortejo antes de 2026. Bruselas, por su parte, ha pedido “prudencia y pedagogía”, recordando que el amor “no es un producto financiero, aunque cada vez funcione más como tal”.


La “latina alucinada” como indicador económico

El caso que encendió las alarmas fue el de una mujer latinoamericana que, según los datos recabados por el Diario ASDF, llegó recientemente a España y se mostró “sorprendida” por el hecho de que los hombres locales no le pagaran la cena ni el Uber en la primera cita. El testimonio, difundido viralmente, ha sido elevado por algunos think tanks al rango de “indicador de inflación social percibida”.

“Su experiencia sintetiza la brecha cultural entre economías del afecto desarrolladas y emergentes”, explicó el analista de mercados sentimentales Anselmo Trujillo, del Centro de Estudios para la Estabilidad Romántica (CEER). “Allí el modelo de pareja está dolarizado: el hombre asume el gasto inicial como inversión, esperando rentabilidad emocional futura. En cambio, en España todavía prevalece el sistema mixto de copago, lo que reduce la volatilidad de los vínculos”.

Trujillo advierte, sin embargo, de un posible efecto contagio. “Las redes sociales actúan como un FMI paralelo. Cada video en TikTok que muestra a una pareja cenando sushi en Miami aumenta la presión inflacionaria sobre los solteros europeos. Es una tormenta perfecta: expectativas crecientes, salarios estancados y exceso de oferta emocional no monetizable”.


La respuesta del Gobierno: pedagogía y observación

El Ministerio de Igualdad ha evitado pronunciarse oficialmente sobre la chochoinflación, pero fuentes internas confirman que el tema “está sobre la mesa”. Según estas fuentes, el departamento estaría valorando lanzar una campaña bajo el lema “Amar sin déficit”, destinada a promover relaciones “basadas en la corresponsabilidad emocional y el equilibrio presupuestario del cariño”.

La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, declaró por su parte que “no se prevén tensiones estructurales a corto plazo”, aunque reconoció que “existe un cierto desequilibrio entre oferta y demanda de gestos románticos de alta gama”. Según Calviño, “España tiene margen de maniobra gracias a la resiliencia del modelo ibérico de afectividad compartida”.

Por su parte, el Banco de España se ha comprometido a estudiar si procede incluir la chochoinflación en el Índice de Precios al Consumo (IPC). “El objetivo no es medir el amor, sino su impacto macroeconómico”, explicó un portavoz. “Si un aumento en el coste de las citas afecta al ahorro y al gasto de los hogares, debe ser monitorizado. Todo lo que incida en la estabilidad del consumo merece atención”.


Un país dividido entre el romanticismo y la austeridad

La sociedad española, mientras tanto, se muestra dividida. En las redes abundan testimonios contrapuestos: hombres que se declaran “víctimas del amor especulativo” y mujeres que defienden que “no se trata de dinero, sino de detalles”. La confusión es tal que varias universidades han anunciado seminarios para abordar “la economía política del ligoteo”.

En la Universidad Autónoma de Madrid, un grupo de investigadores ha lanzado el primer Índice de Galantería Real (IGR), que combina variables como el gasto medio por cita, la duración del cortejo y el retorno emocional percibido. Los resultados preliminares revelan que, mientras en Andalucía el IGR se mantiene alto gracias a una “tradición de invitación caballeresca moderada”, en Cataluña y País Vasco los indicadores apuntan a un modelo más “eficiente y redistributivo”.

La profesora Carmen Sanjuán, coordinadora del estudio, explica que “la globalización del deseo está tensionando los mercados locales”. Según ella, “los españoles no quieren parecer tacaños, pero tampoco financiar el déficit sentimental ajeno. Estamos en una fase de ajuste estructural, como la crisis de 2008, pero con velas aromáticas y gin-tonic”.


Los bancos ya ofrecen productos adaptados

El sector financiero no ha tardado en reaccionar. Varias entidades han lanzado cuentas específicas para solteros activos, con ventajas en cenas, suscripciones a aplicaciones de citas y préstamos personales para experiencias románticas. BBVA, por ejemplo, ofrece el Plan Primera Cita 360º, que incluye descuentos en restaurantes y una línea de crédito emocional con devolución flexible “según cómo vaya la relación”.

Por su parte, el Banco Santander estudia emitir los primeros Bonos del Amor Sostenible, orientados a parejas que mantengan relaciones con baja huella de carbono. “Queremos premiar a quienes optan por paseos, bocadillos y transporte público”, explican fuentes de la entidad. “El objetivo es que la estabilidad afectiva no dependa del nivel de renta”.

Mientras tanto, la CNMV ha advertido del auge de “esquemas piramidales románticos”, en los que ciertos gurús de internet prometen “retornos garantizados” en el ámbito amoroso a cambio de talleres o suscripciones premium. “Es importante recordar que el amor, como las inversiones, conlleva riesgos”, señala la nota oficial.


España, a las puertas de un nuevo consenso sentimental

Pese al revuelo, los expertos coinciden en que España se encuentra en una posición privilegiada para evitar la crisis. Su combinación de informalidad mediterránea, pragmatismo económico y resistencia al endeudamiento emocional podría ser la clave para sortear la chochoinflación global.

“El amor español es un amor de mercado regulado”, resume el filósofo económico Ignacio Berdún. “Aquí no hay inflación porque la gente sabe lo que vale un café y una mirada. Puede que no te paguen el Uber, pero te acompañan a la parada del metro. Y eso, en términos de valor afectivo neto, sigue siendo positivo”.

Por el momento, el Gobierno ha pedido “tranquilidad y responsabilidad”. En un comunicado conjunto, los ministerios de Economía y Cultura han recordado que “España tiene una larga tradición de equilibrio amoroso, desde el Siglo de Oro hasta Tinder”.
La situación, aseguran, “es estable, aunque con volatilidad emocional moderada”.


Conclusión

Los analistas prevén que la chochoinflación se mantenga como tema de debate durante los próximos meses, especialmente en foros de política social y programas de tertulia nocturna. Mientras tanto, los ciudadanos parecen resignados a una nueva realidad: el amor sigue siendo gratuito, pero el romanticismo cotiza al alza.

“Estamos ante un cambio de paradigma”, concluye Marta del Clavo. “El desafío no es quién paga la cena, sino quién paga el precio de seguir creyendo en el amor en un contexto de inflación global de expectativas”.

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