En los últimos años, Ubisoft, una de las gigantes de la industria de los videojuegos, ha enfrentado una tormenta de críticas que ha puesto en jaque su reputación como líder del sector. Con franquicias icónicas como *Assassin’s Creed*, *Far Cry* y *Rainbow Six*, la compañía francesa ha sido durante décadas un referente en el entretenimiento interactivo. Sin embargo, recientes controversias, problemas técnicos y decisiones cuestionables han generado una percepción de declive, amplificada por lo que Yves Guillemot, CEO de Ubisoft, describe como “campañas organizadas” destinadas a dañar la reputación de la empresa. Declaraciones como “Estamos expuestos” y “Ubisoft está expuesta a riesgos de daño a su reputación” han avivado el debate sobre si la compañía es realmente víctima de ataques coordinados o si, en gran medida, sus problemas son el resultado de sus propios errores, una actitud de victimización y una postura que parece culpar a los jugadores por su descontento. Este artículo analiza en profundidad esta situación, destacando cómo los tropiezos internos de Ubisoft, su narrativa de victimización y sus críticas a los jugadores han contribuido más a su crisis reputacional que cualquier supuesta campaña externa.



Ubisoft ha enfrentado una serie de desafíos que han debilitado su posición en la industria. Títulos como *Star Wars Outlaws* y *Avatar: Frontiers of Pandora* han recibido críticas mixtas, con quejas centradas en problemas técnicos, falta de pulido y una percepción de estancamiento creativo. Por ejemplo, *Star Wars Outlaws* obtuvo puntuaciones de 5.5/10 en plataformas como Steam, con usuarios señalando texturas de baja calidad, bugs y una inteligencia artificial deficiente. Asimismo, *Assassin’s Creed Shadows* desató controversias por decisiones creativas, como la inclusión de un samurái africano como protagonista, lo que generó debates sobre autenticidad histórica y representación cultural. Estas críticas, lejos de ser aisladas, reflejan una insatisfacción generalizada entre los jugadores, quienes perciben que Ubisoft ha perdido el brillo que alguna vez la caracterizó.

En este contexto, Yves Guillemot ha argumentado que la compañía está siendo blanco de “campañas organizadas” que amplifican las críticas en redes sociales, plataformas de distribución y medios especializados. Según el CEO, estas campañas contribuyen a un “bashing” en línea que afecta la percepción de sus juegos, equipos y estrategias. Sin embargo, esta narrativa de victimización ha sido recibida con escepticismo, y muchos consideran que los problemas de Ubisoft son, en gran medida, consecuencia de sus propias “cagadas” –desde lanzamientos poco pulidos hasta decisiones estratégicas que han alienado a su comunidad– y no de conspiraciones externas.



Las declaraciones de Guillemot sobre “campañas organizadas” sugieren que Ubisoft se ve como una víctima de críticas injustas, amplificadas por redes sociales como X, Reddit o foros especializados. Si bien es cierto que las redes sociales pueden magnificar controversias –como ocurrió con las críticas a *Assassin’s Creed Shadows* por su representación histórica–, culpar a estas plataformas y a los jugadores ignora el núcleo del problema: muchas de las críticas tienen fundamentos legítimos. Por ejemplo, en Trustpilot, Ubisoft tiene una puntuación de entre 1.1 y 1.2 sobre 5, con quejas recurrentes sobre un servicio al cliente deficiente, cuentas hackeadas y problemas técnicos en juegos como *The Crew Motorfest* o *Rainbow Six Siege*. Estas reseñas no parecen ser el producto de una conspiración coordinada, sino la expresión de una frustración genuina.

La narrativa de victimización de Ubisoft también se ve reflejada en su tendencia a señalar a los jugadores como responsables de sus fracasos. En lugar de asumir la responsabilidad por lanzamientos problemáticos o decisiones controvertidas, la compañía ha adoptado un tono defensivo, lo que ha sido interpretado como un ataque directo a su comunidad. Publicaciones como *El Chapuzas Informático* han acusado a Ubisoft de “pataleos” y de culpar a los jugadores, a plataformas como Steam y a los medios por las bajas ventas, en lugar de abordar problemas internos como bugs persistentes, decisiones creativas cuestionables o una falta de innovación evidente. Este enfoque no solo aliena a los fans, sino que refuerza la percepción de que Ubisoft está más interesada en desviar la culpa que en solucionar sus errores.



Los problemas de Ubisoft no son nuevos, y muchos de ellos son el resultado de decisiones internas que han erosionado la confianza de los jugadores. Uno de los mayores puntos de crítica ha sido la calidad técnica de sus juegos. Títulos como *Assassin’s Creed Unity* (2014) y, más recientemente, *Star Wars Outlaws* han sido criticados por bugs, caídas de rendimiento y una sensación de falta de pulido. Estos problemas técnicos no son incidentales, sino que reflejan una estrategia de lanzamientos acelerados que prioriza el cumplimiento de plazos sobre la calidad. La percepción de que Ubisoft recicla fórmulas en sus franquicias, con mundos abiertos que se sienten repetitivos, también ha contribuido a una narrativa de estancamiento creativo.

Además, decisiones estratégicas como la implementación de NFT en *Ghost Recon Breakpoint* generaron un rechazo masivo, ya que los jugadores vieron esta iniciativa como un intento de monetización innecesaria en un juego que ya enfrentaba críticas. La cancelación de proyectos esperados, como *Beyond Good and Evil 2* o *Ghost Recon Frontline*, y el cierre de servidores de juegos como *The Crew* –dejando a los jugadores sin acceso a un título por el que pagaron– han alimentado la percepción de que Ubisoft no respeta a su comunidad. Estas “cagadas” no son el resultado de campañas externas, sino de decisiones internas que han priorizado beneficios a corto plazo sobre la satisfacción de los jugadores.



Más allá de los problemas con sus juegos, Ubisoft ha enfrentado escándalos internos que han dañado gravemente su reputación. En 2020, una serie de denuncias por acoso sexual, abuso laboral y una cultura tóxica en sus estudios salieron a la luz, con acusaciones que alcanzaron a altos cargos como Serge Hascoet. Una encuesta interna reveló que el 25% de los empleados había presenciado comportamientos cuestionables, con un impacto desproporcionado en personas no binarias y mujeres. La respuesta de Ubisoft fue considerada insuficiente, y la percepción de una empresa incapaz de abordar sus problemas internos se solidificó.

En lugar de centrarse en reparar estos daños, Ubisoft ha optado en ocasiones por culpar a los jugadores por sus críticas. Por ejemplo, las controversias en torno a *Assassin’s Creed Shadows* fueron atribuidas por la compañía a una “minoría ruidosa” que amplifica quejas en redes sociales, ignorando que muchas de estas críticas surgieron de preocupaciones legítimas sobre la representación histórica o la calidad del producto. Esta actitud defensiva ha sido vista como un ataque directo a los jugadores, quienes sienten que sus opiniones son desestimadas o catalogadas como parte de una conspiración. En lugar de escuchar a su comunidad, Ubisoft parece haber adoptado una postura de confrontación, lo que ha exacerbado la brecha entre la empresa y sus fans.



Es innegable que las redes sociales pueden amplificar críticas y generar controversias desproporcionadas. Casos como las campañas de *review bombing* en Steam o las críticas virales en X demuestran que una narrativa negativa puede ganar tracción rápidamente. Sin embargo, atribuir los problemas de Ubisoft únicamente a “campañas organizadas” es simplista y desestima la magnitud de los errores de la compañía. Las bajas puntuaciones en plataformas como Steam o Trustpilot, las críticas en medios especializados y los debates en redes sociales reflejan un descontento que trasciende la idea de una conspiración coordinada.

Por ejemplo, la decisión de Ubisoft de mantener un modelo de negocio basado en lanzamientos anuales y microtransacciones agresivas ha generado fatiga entre los jugadores, que perciben una falta de innovación en franquicias como *Assassin’s Creed* o *Far Cry*. La insistencia en priorizar cantidad sobre calidad, combinada con problemas técnicos recurrentes, ha creado una base de fans frustrada que no necesita ser “organizada” para expresar su descontento. En este sentido, las críticas a Ubisoft son menos una campaña orquestada y más una reacción natural a años de decisiones cuestionables.



La narrativa de “Estamos expuestos” y las afirmaciones de Yves Guillemot sobre campañas organizadas reflejan una postura de victimización que busca desviar la atención de los verdaderos problemas de Ubisoft. Si bien las redes sociales y las críticas en línea pueden amplificar el descontento, los fracasos de la compañía –desde lanzamientos con bugs hasta escándalos internos y decisiones estratégicas impopulares– son la raíz de su crisis reputacional. Al culpar a los jugadores y a los medios, Ubisoft no solo aliena a su comunidad, sino que también pierde la oportunidad de abordar sus errores y recuperar la confianza perdida.

Para salir de esta encrucijada, Ubisoft debe asumir la responsabilidad por sus “cagadas” y priorizar la calidad sobre la cantidad. Escuchar a los jugadores, mejorar la cultura interna de la empresa y ofrecer productos que cumplan con las expectativas son pasos esenciales para reconstruir su reputación. En lugar de señalar a supuestos enemigos externos, Ubisoft debería mirar hacia adentro y reconocer que, en gran medida, el daño a su imagen es el resultado de sus propias decisiones. Solo así podrá recuperar el lugar que alguna vez ocupó como una de las compañías más queridas de la industria del videojuego.

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