Tel Aviv / Bruselas — Diario ASDF
En un giro diplomático que nadie vio venir pero todos secretamente deseaban, varios gobiernos europeos han emitido un contundente ultimátum a Israel tras la incautación de la autodenominada “Flotilla por la Paz, la Justicia y los Canapés Veganos”, compuesta por activistas, influencers y jubilados con tiempo libre, que intentaban romper el bloqueo marítimo de Gaza.
El mensaje, transmitido en un tono inequívoco y con cierto alivio mal disimulado, ha sido claro:
“Ahora os los quedáis, no los queremos de vuelta.”
La decisión, que ha sorprendido incluso a los propios ministerios de exteriores, se tomó anoche en una videoconferencia de emergencia en la que participaron altos mandatarios de Francia, Alemania, España, Italia y Suecia, así como una representación de la Comisión Europea que, según testigos, “se limitó a asentir y abrir una botella de vino barato”.
“Israel, por favor, haznos este favor”: Macron
Desde el Elíseo, el presidente Emmanuel Macron apareció esta mañana visiblemente relajado, con la chaqueta desabrochada y sin corbata, para leer un comunicado insólito:
“Francia considera que estos activistas han tomado libremente la decisión de embarcarse en una aventura marítima sin GPS, sin sentido común y con más pancartas que alimentos. Israel ha tenido la amabilidad de interceptarlos, así que… eh… ahora son todo vuestros. Bonne chance.”
Fuentes internas del Palacio presidencial francés reconocen que el Gobierno llevaba semanas buscando una excusa legal para impedir el reingreso de varios de los activistas más “ruidosos” en suelo galo. “Uno de ellos llevaba una tienda de campaña atada a la cabeza en cada manifestación”, explicó un asesor. “Otro organizó una huelga de hambre en la rotonda de Versalles pidiendo que Francia reconozca a los delfines como refugiados políticos. No podíamos más.”
Alemania respira aliviada: “Esto nos ahorra años de juicios”
En Berlín, el canciller alemán Olaf Scholz compareció brevemente y sin muchas florituras:
“La posición de Alemania es simple: Israel, por favor, no los deportéis. Si queréis, podéis darles la nacionalidad israelí, entrenamiento militar o clases de cocina kosher, nos da igual. Solo no los devolváis. Hemos tenido suficientes problemas legales con esta gente como para otra década de recursos administrativos.”
Un informe filtrado del Ministerio del Interior alemán detalla que al menos 43 de los detenidos pertenecen a un grupo autodenominado “Alemania Despierta” —no confundir con el grupo conspiranoico del mismo nombre, aunque las diferencias ideológicas “no están del todo claras”—. Estos activistas se especializan en irrumpir en bibliotecas públicas para exigir que los libros de cocina incluyan apartados sobre colonialismo.
“Si Israel se queda con ellos, podríamos reducir un 0,2 % del gasto en tribunales administrativos en 2026”, dijo un portavoz con una sonrisa contenida.
España ve “una oportunidad histórica” para no hacerse cargo de nadie
En España, la noticia ha sido recibida como un auténtico regalo diplomático.
Fuentes de Moncloa confirman que el Gobierno ha encontrado en la flotilla “una oportunidad histórica para no hacerse cargo de absolutamente nadie”.
El ministro de Asuntos Exteriores compareció en rueda de prensa improvisada frente a la fuente de Neptuno:
“España agradece profundamente a Israel este gesto de interceptar a personas que, sinceramente, no sabíamos muy bien qué hacer con ellas. Muchos de ellos se apuntaron a la flotilla porque creían que iban a un festival en Ibiza. Uno incluso preguntó si habría DJ. A Israel le deseamos suerte y… que Dios les pille confesados.”
Entre los activistas españoles destacan perfiles peculiares: un hombre que lleva 10 años viviendo en una caravana decorada con símbolos mayas, una pareja que viaja por el mundo plantando huertos ilegales en zonas arqueológicas y un exfuncionario jubilado que solo se comunica en esperanto.
“España no tiene capacidad diplomática, ni psicológica, ni logística para procesarlos de nuevo. Si Israel quiere, puede quedárselos y mandarlos a plantar tomates en el desierto”, remató el ministro.
Italia se desentiende: “Estaban en un crucero equivocado”
En Roma, la primera ministra Giorgia Meloni ofreció una explicación insólita:
“Al parecer, muchos de los italianos a bordo creían que estaban en un crucero del Adriático. Alguien les dijo que habría pizza gratis y clases de yoga. No sabían ni dónde estaban. Si Israel ha decidido quedarse con ellos, por nosotros perfecto. De hecho, algunos de nuestros consulados ya han cerrado las ventanillas de atención para evitar el papeleo.”
Fuentes diplomáticas italianas aseguran que incluso el Vaticano ha mostrado interés en que “no vuelvan”. “Ni el Papa quiere esta bronca”, comentó un funcionario.
Suecia agradece la “oportunidad multicultural” para otros
Suecia, por su parte, ha adoptado un tono más elegante pero igual de evasivo. La ministra de Exteriores declaró:
“Vemos esta situación como una oportunidad multicultural… para Israel. Nuestros activistas son muy activos, muy apasionados y muy, muy insistentes. Creemos que podrán contribuir a la vida social israelí con sus talleres de meditación en rotondas y sus campañas de boicot a cafeterías que no tengan leche de avena.”
Algunos de los suecos detenidos forman parte de colectivos que proponen reemplazar el ejército por “círculos de diálogo con tambores”, y otros se especializan en bloquear puertos pegándose con superglue a contenedores. “Israel tiene ahora la posibilidad de vivir esa experiencia transformadora”, concluyó la ministra con una sonrisa forzada.
Reunión de emergencia en Tel Aviv: “¿Y ahora qué hacemos con ellos?”
Mientras tanto, en Tel Aviv, las autoridades israelíes han quedado completamente descolocadas ante el inesperado “regalo europeo”.
Fuentes del Ministerio de Defensa han confirmado que la detención de los miembros de la flotilla se realizó “siguiendo los procedimientos estándar”: abordaje, confiscación de pancartas y traslado a instalaciones temporales con aire acondicionado “de mala gana”.
Pero lo que no esperaban era la respuesta europea.
“Nosotros solo queríamos detenerlos, interrogarlos y mandarlos de vuelta para que molestasen en sus países como siempre”, explicó un portavoz del ejército israelí. “Pero ahora Europa nos ha dicho que nos los quedemos. No tenemos protocolo para esto. ¿Dónde metemos a 300 activistas veganos, poetas, influencers y jubilados místicos?”
Una propuesta interna sugiere instalar un “Eco-Kibutz para Activistas” en el desierto del Néguev, donde los nuevos residentes podrían “canalizar su energía protestona” en actividades como fabricar compost, organizar asambleas sin fin y pintar murales gigantes de palomas.
Otra opción, más radical, consiste en dejarles a cargo de un barco fantasma y que sigan navegando eternamente “hasta que se den cuenta de que nadie les quiere”.
La UE evita pronunciarse: “Nosotros no fuimos”
La Comisión Europea ha evitado posicionarse oficialmente. En una rueda de prensa en Bruselas, la portavoz de Exteriores respondió a todas las preguntas con un repetitivo “No comentamos asuntos bilaterales”. Sin embargo, un micrófono abierto captó a un funcionario diciendo:
“Por fin una buena noticia. Esto nos quita un marrón de encima que ni imagináis.”
Fuentes internas aseguran que, tras la decisión de los Estados miembros, en la sede de la Comisión se organizó una pequeña fiesta con vino de tetrabrik y hummus caducado.
Activistas confusos: “Nos dijeron que Israel nos mandaría de vuelta”
Entre los propios activistas reina la confusión. Muchos esperaban ser deportados rápidamente para poder contar su “hazaña” en redes sociales y recibir aplausos digitales. Pero tras conocer que sus gobiernos no los quieren de vuelta, el shock ha sido total.
“Nos dijeron que nos detendrían, nos mandarían en avión y luego podríamos organizar charlas y recaudar fondos”, explicó Saskia, una activista alemana que llevaba seis días retransmitiendo en directo desde cubierta. “No esperaba tener que aprender hebreo.”
Otro participante español, apodado “El Chamán de Albacete”, afirmó:
“Yo vine a difundir amor, no a quedarme a vivir aquí. No sé si en Tel Aviv hay ferias medievales.”
Final abierto: ¿Nueva ciudadanía o reality show?
En Israel, la idea de aprovechar la situación para lanzar un reality show ha ganado fuerza. El título provisional sería “Supervivientes: Edición Flotilla”, donde los activistas tendrían que sobrevivir en el desierto, construir sus propias tiendas y resolver disputas internas sin abandonar la “energía positiva”.
“Sería una manera creativa de gestionar este asunto y, de paso, sacar beneficios publicitarios”, explicó un productor de televisión local. “Además, con lo teatrales que son, el contenido está asegurado.”
Por su parte, los gobiernos europeos mantienen su postura firme: “Ni un avión de vuelta”. La mayoría ya ha cancelado vuelos de repatriación y ha eliminado temporalmente las líneas de atención consular.
Conclusión: Europa encontró la solución que no sabía que necesitaba
La historia de la flotilla, que empezó como una demostración de solidaridad internacional, ha terminado convirtiéndose en un inesperado acto de cooperación entre Europa e Israel… aunque con un toque de malicia burocrática.
Israel no sabe qué hacer con ellos. Europa respira tranquila. Y los activistas, que soñaban con regresar como héroes, se enfrentan a la realidad: nadie los quiere de vuelta.
O como dijo un diplomático español en un corrillo informal:
“Por una vez, estamos todos de acuerdo en algo: que se queden allí.”