La conocida “Comisión Internacional de Métricas de Calidad Humana” ha decidido implementar una nueva y revolucionaria forma de evaluar la valía de una mujer: el “bodycount“. Sí, has leído bien. No estamos hablando de contar cadáveres en una película de acción, sino de contar las relaciones pasadas de una mujer.
Según este nuevo índice, la calidad de una mujer ahora se mide por el número de parejas sexuales que ha tenido. Cuanto menor sea el “bodycount“, mayor será el valor de mercado de la dama en cuestión. “Es una ciencia exacta”, aseguró el Dr. Macho de Macholandia, presidente de la comisión. “Si una mujer ha tenido menos de tres parejas en su vida, es prácticamente una santa. Si pasa de diez, bueno, digamos que es mejor que no la presentes en la cena de Navidad.”
El método ha sido rápidamente adoptado por aplicaciones de citas en línea, donde ahora, en lugar de hobbies o intereses, los usuarios pueden filtrar sus potenciales parejas por este nuevo parámetro. “Finalmente, algo de transparencia en el mercado amoroso”, comentó un usuario anónimo de “LoveByNumbers”, la app que ya integra esta revolucionaria característica.
Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo. Las feministas han salido a la calle con pancartas que dicen “Mi cuerpo, mi cuenta”, reclamando que esta medida es un retroceso a tiempos donde las mujeres eran vistas como posesiones. “Si vamos a medir calidad por el “bodycount“, entonces empecemos a medir el tamaño del cerebro de los hombres por el número de videojuegos que tienen sin terminar”, ironizó la activista Jane Doe en una manifestación.
Mientras tanto, en el ámbito académico, se está discutiendo la posibilidad de incluir el “bodycount” en los currículums vitae. “Imagínense, una sección dedicada a ‘Experiencia Relacional’. Sería muy revelador”, bromeó un profesor de sociología en una conferencia reciente.
La controversia crece, y aunque el “bodycount” se promueve como una herramienta de empoderamiento masculino, lo único claro es que ha abierto una nueva caja de Pandora en la discusión sobre género, moralidad y, lo más importante, en cómo demonios se supone que vamos a seguir adelante sin reírnos de todo esto.