En un giro de eventos que solo podría suceder en la siempre peculiar política española, se ha confirmado que el rey de España, en un acto de lo que algunos podrían considerar una eficiencia inaudita, ha decidido no asistir al aniversario de la muerte de Francisco Franco. La pregunta candente en boca de todos: “¿Para qué ir si Franco ya está muerto?”
El Palacio de la Zarzuela emitió un comunicado diplomático, aunque con un toque de humor involuntario, explicando que “Su Majestad considera que, dado que el Generalísimo ya ha fallecido, no es necesario rendirle homenaje in situ”. La declaración ha dejado a los monárquicos tradicionalistas con la boca abierta, preguntándose si esto es una nueva forma de ahorrar en gastos de representación.
Los detractores de la monarquía han saltado rápidamente a la palestra, aplaudiendo la decisión del rey como un acto de modernidad, aunque con un dejo de sarcasmo. “Finalmente, un monarca que entiende que los muertos no necesitan más visitas de cortesía”, comentó un activista republicano, probablemente mientras actualizaba su estado en Twitter para celebrar este inesperado giro.
Los partidarios de Franco, sin embargo, están desconcertados, con algunos incluso sugiriendo que este podría ser el primer paso hacia una “desespañolización” de la monarquía. “Si ni siquiera podemos contar con el rey para honrar a nuestros héroes nacionales, ¿qué nos queda?”, se lamentaba un miembro de una asociación franquista, mirando con nostalgia hacia el Valle de los Caídos.
La decisión ha abierto también un debate sobre la relevancia de conmemorar a figuras históricas controvertidas. “Si seguimos así, ¿qué será lo próximo? ¿No ir al aniversario de la muerte de Cristóbal Colón porque ya descubrió América?”, cuestionaba un historiador en un programa de debate, demostrando que en España, hasta la ausencia puede generar polémica.
Mientras tanto, el rey, probablemente disfrutando de un día tranquilo en su residencia, ha dejado claro que hay otros asuntos más urgentes que atender, como quizás, decidir si el próximo viaje oficial será a un país donde los líderes no estén, digamos, en el otro mundo.
Así que, mientras España se prepara para recordar a uno de sus líderes más polémicos sin la presencia real, todos nos preguntamos: ¿qué nos deparará esta nueva era de pragmatismo monárquico?