El Perro de Franco

Un periodista freelance con acceso limitado a Google y una imaginación desbocada descubre la conspiración más absurda del siglo: todo empezó con un fichaje, un perro y la nietísima de un paseaperros.

Cuando el Real Madrid anunció con entusiasmo el fichaje de un prometedor lateral diestro llamado Franco Jiménez del Campo, nadie imaginó que se desataría el escándalo político más innecesario desde que alguien confundió a Pedro Sánchez con un socialista. Pero un periodista freelance —de esos que cobran por palabra y por click, especialmente si hay reptiles o masones en la trama— ha conectado los puntos como si estuviera jugando al tres en raya en un espejo retrovisor.

Y lo que ha descubierto es, sencillamente, inquietante. O no. Depende de cuántos gin tonics lleve el lector.


El árbol genealógico más estúpidamente largo

Según el periodista, cuyo nombre omitimos porque él mismo lo cambia según la tarifa del medio que lo contrata, Franco Jiménez del Campo no es un simple futbolista. No. Es el eslabón perdido entre el pasado más oscuro de España y el presente más iluminado por pantallas LED.

Tras seguir una cadena de datos irrelevantes, el investigador halló que el abuelo de Franco Jiménez, por parte de madre y con cierto orgullo en la voz, era el nieto del hombre que, en los años 50, sacaba a pasear al perro de Carmen Polo, la señora de Francisco Franco. Un terrier llamado “Nacional”.

“Esto no puede ser casualidad”, explica el periodista, ajustándose las gafas sin cristal. “No se trata solo de genética, se trata de lo que yo llamo la perra continuidad del poder”.


El Gobierno, en estado de alerta chihuahua

Fuentes del entorno de Moncloa —es decir, un camarero que una vez sirvió un café con leche a Bolaños— han confirmado que el Ejecutivo está consternado. Al parecer, Pedro Sánchez ha ordenado una investigación interna para confirmar que ningún miembro del actual Consejo de Ministros haya tenido contacto con animales franquistas, ni directa ni telepáticamente.

Yolanda Díaz ha declarado que no recuerda haber paseado perros en su infancia, “pero si lo hice, fue en defensa del Estado de bienestar”. Mientras tanto, Sánchez ha posado en Instagram con su gato, de nombre Lenincito, para despejar dudas sobre su compromiso con el antifascismo felino.


La teoría del “Franco infiltrado”

Según el dossier publicado por el periodista —que fue rechazado por El País, ABC y una revista de ciencia ficción italiana, pero aceptado con entusiasmo por un blog de teorías sobre ovnis en Toledo—, el fichaje de Franco Jiménez no es un accidente deportivo.

“La estrategia es clara”, explica. “Primero colocan a un Franco en el Madrid, que representa el poder, el dinero y los trajes de chaqueta blanca. Luego, desde ahí, activan una red de simpatizantes franquistas a través del VAR, los penaltis no pitados y los memes de vinagres en Twitter. Finalmente, infiltran la nostalgia en el PSOE, que como ya está bastante blandito, cae rendido.”

De momento, la única prueba concreta que ofrece el dossier es una servilleta manchada de calamares con las palabras “Todo cuadra” escritas en boli Bic.


¿Y el paseaperros?

El periodista ha conseguido incluso una entrevista exclusiva con el sobrino del original paseaperros, un jubilado de Lugo que atiende al nombre de Teodomiro y que asegura:
“Mi tío sacaba al perro, sí. Pero también sacaba a pasear su dignidad. Era muy amigo del jardinero y una vez le llevó un sobre al señor de arriba. Eso te convierte, según mi nieto, en el Steve Bannon de la dictadura.”

Desde Vox, han exigido que se reconozca al abuelo del futbolista como “patriota animalista” y se le ponga una calle en El Ferrol. Desde el PSOE, por su parte, piden cautela y recomiendan no entrar en pánico… aún.


Conclusión: Todo está conectado, salvo los datos

Lo cierto es que el fichaje de un jugador llamado Franco ha servido para poner nerviosos a unos, alegres a otros, y darle una exclusiva al único periodista en España que aún cree que Cuarto Milenio es un documental científico.

¿Es Franco Jiménez el caballo de Troya del franquismo en el fútbol moderno? ¿O simplemente un chaval con mala suerte onomástica y buen toque de balón?

Lo que está claro es que en este país no hace falta que vuelva Franco: con que se apellide así, ya tenemos lío.


Y ahora que lo hemos dicho todo: ¡hala Madrid y… viva el periodista freelance!

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