Lona de Hazte Oir

En España hay tradiciones que nunca mueren: la siesta, la paella del domingo y el franquismo reinventado en formato digital. Ahora, con gran júbilo, el grupo ultra católico Hazte Oír anuncia que ya son 115.000 seguidores en Twitter. Una cifra que celebran como si hubieran llenado el Santiago Bernabéu, aunque en realidad se parece más a un campo de fútbol hinchable con muñecos de plástico en las gradas.

La metáfora más adecuada para describir este fenómeno es la de los pantanos de Franco: obras grandilocuentes, llenas de agua turbia y de utilidad discutible. En este caso, el “pantano digital” de Hazte Oír está compuesto, según sospechan muchos, por miles de bots israelíes que, en lugar de almacenar agua, almacenan retuits automáticos.


El milagro de los followers multiplicados

Hazte Oír asegura que su expansión en Twitter es un signo de que España despierta. Sin embargo, al revisar la lista de seguidores, se encuentran joyas como “ShlomoCrypto97”, “TelAviv4Tradition” o “MaríaFranquista829174” que tuitean lo mismo en castellano, hebreo e inglés robótico.

Es decir: ni la Virgen de Fátima podría explicar semejante milagro de multiplicación de followers. Lo único que encaja es la mano invisible de algún software con sede en Jerusalén.


De los pantanos hidráulicos al pantano digital

En tiempos de Franco, se presumía de construir pantanos para dejar constancia de grandeza. Hoy, Hazte Oír presume de levantar pantanos digitales de bots, donde la corriente no es de agua, sino de “me gustas” falsos.

No son un movimiento ciudadano: son un charco inflado. Y cuanto más presumen de caudal, más evidente resulta que debajo solo hay barro y eco.


Un ejército invisible y milagroso

Para los dirigentes de Hazte Oír, esos 115.000 seguidores son prueba de que la España católica y franquista está viva y coleando. Lo que olvidan es que la mitad de esos seguidores nunca han pisado misa, no saben quién fue Franco y probablemente tampoco entienden la palabra “rosario”.

Pero en la política del siglo XXI, no importa tanto quién te sigue, sino cuántos numeritos salen en pantalla. Y ahí, Hazte Oír ha conseguido su milagro franquista 2.0: levantar un pantano de bots en lugar de un pantano de hormigón.


Cuando llegue la sequía…

La gran incógnita es qué ocurrirá cuando Twitter decida purgar bots. ¿Se evaporará el pantano y quedará en nada? Quizás sí. Quizás un día despierten y descubran que no son 115.000, sino apenas 37 seguidores humanos, incluyendo algún primo lejano y el típico señor jubilado que todavía reenvía cadenas de WhatsApp.

Mientras tanto, seguirán celebrando sus cifras como si fueran el brazo digital de una cruzada nacional. Porque si algo enseñó Franco es que, con suficiente propaganda, hasta un pantano vacío puede parecer una obra eterna.

Hazte Oír lo ha entendido bien: sus pantanos ya no almacenan agua, sino seguidores de humo.

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