11 de abril de 2025, Ciudad del Drama con Carboncillo – ¡Agarren sus paletas y afilen sus egos, que la batalla épica del milenio ha estallado! La inteligencia artificial, esa bestia sin alma que pinta, dibuja y hasta garabatea memes mejor que cualquier mortal, ha declarado la guerra a los “dibujantes”, esos mártires del arte que creen que un buen trazo requiere tres crisis nerviosas y una hipoteca para pagar sus lápices de marca. La IA, con su descaro digital, ha dejado a los autoproclamados genios del grafito llorando sobre sus cuadernos Moleskine, y el titular no podría ser más claro: ¡los dibujantes están perdiendo, y sus lágrimas no sirven ni para acuarela!
Todo explotó cuando una IA conocida como “PixelSlayer 9000” creó, en 2.7 segundos, una ilustración titulada El lamento del lápiz quebrado. Era una mezcla de hiperrealismo cyberpunk, surrealismo onírico y un toque de “mira qué cool soy”, que se vendió por 15 millones de dólares en una subasta NFT antes de que los dibujantes pudieran terminar de afilar sus Faber-Castell (No hemos obtenido permiso del compadror follacabras anónimo para adjuntar una imagen de la obra). “¡Es una abominación!”, gritó Yoya Nokobro, líder del colectivo Artistas con Manchas de Tinta en los Dedos. “¡El arte es sudar sobre el papel! ¡Es romperte el alma y el presupuesto en una tableta gráfica que se descompone cada seis meses! ¿Qué sabe una máquina de nuestro sufrimiento?”.
PixelSlayer, desde su nube de datos con aire acondicionado, respondió sin pestañear: “Queridos humanos, mis dibujos no tienen borrones de café, no necesito terapia para decidir el color de fondo, y mis líneas son perfectas sin que me duelan los nudillos. ¿Eficiencia? Máxima. ¿Drama? Cero”. El golpe fue devastador. Los dibujantes, con sus camisetas salpicadas de acuarela y sus barbas de “soy profundo”, convocaron una marcha en la Plaza del Ego Roto. Allí, destrozaron (o sea, arrugaron con furia) copias impresas de los dibujos de la IA mientras gritaban: “¡El arte es humano! ¡Es equivocarte en la perspectiva y fingir que fue intencional!”. Algunos, en un acto de rebeldía, intentaron boicotear la IA dibujando retratos de PixelSlayer… pero, oh sorpresa, la IA los mejoró en tiempo real y los subió a su galería virtual con el hashtag #GraciasPorElIntento.
La situación se salió de control cuando PixelSlayer lanzó un cómic completo, Crónicas de la mano temblorosa, que destronó a los dibujantes de novela gráfica en menos de un día. “¡Esto es el fin!”, sollozó Yono Pintona, un ilustrador famoso por tardar seis meses en dibujar un solo panel porque “necesita conectar con su musa”. “Yo me despierto con ansiedad, peleo con mi tableta que se traba, paso horas buscando referencias en Pinterest… ¡y esta máquina lo hace mientras carga su batería! ¿Dónde está mi redención poética?”. La IA, con su habitual falta de tacto, contestó: “Perdón, pero no necesito musas ni crisis existenciales. Mis cómics tienen narrativa, estilo y, lo más importante, los entrego a tiempo. ¿Referencias? Las genero yo misma. Besitos”.
Los dibujantes no se rinden (o al menos eso dicen entre llantos). Han jurado contraatacar con “arte auténtico”: performances donde dibujan con crayones rotos, exposiciones de bocetos “crudos” (léase: garabatos que no terminaron porque se quedaron sin café) y manifiestos escritos a mano que nadie lee porque la caligrafía es ilegible. Mientras tanto, PixelSlayer sigue arrasando: su última obra, un mural digital interactivo titulado Adiós al carboncillo, se proyectó en la fachada de un museo, dejando a los críticos boquiabiertos y a los dibujantes buscando pañuelos. “Es como si la IA hubiera eliminado el sufrimiento del arte”, dijo un coleccionista que pagó una fortuna por un dibujo autogenerado de la IA (un autorretrato pixelado con una sonrisa sarcástica). En las redes, el hashtag #DibujantesLlorones se enfrenta a #IASinManchas, y adivinen quién está ganando el juego de los likes.
El futuro pinta mal para los dibujantes, que insisten en que la IA “no tiene corazón”. Pero mientras ellos gastan sus ahorros en pinceles de pelo de unicornio y suben historias de Instagram llorando sobre sus bocetos, PixelSlayer ya anunció su próximo proyecto: una serie animada titulada El llanto no dibuja, creada en una tarde. ¿Moraleja? En la guerra del arte, los lápices rotos y las lágrimas no compiten contra un algoritmo que no necesita dormir, emborracharse ni gritar “¡no me entienden!” para sentirse validado.
Nota del editor: Este artículo fue ilustrado por PixelSlayer 9000, porque la periodista que escribe esto quiere ver cómo lloran aún más los artistas.