Por la Redacción del Diario ASDF
Fecha: Lunes, 20 de octubre de 2025
La mañana de este lunes será recordada como el día en que la humanidad tuvo que volver a usar el botón de “actualizar” sin esperanza alguna. Amazon Web Services (AWS), la columna vertebral de buena parte de Internet, sufrió una caída global que dejó a millones de usuarios sin acceso a servicios esenciales como Netflix, Tinder, OnlyFans, Spotify, Zoom, y la página donde todos revisan si “Is It Down Right Now?”.
El caos fue inmediato. Oficinas enteras quedaron en silencio, salvo por el sonido de teclados pulsados con desesperación. En redes sociales (las pocas que seguían vivas), la confusión se propagó a la velocidad de una tos en el metro. “No sé qué hacer, AWS ha caído y no puedo trabajar”, escribió un usuario desde su móvil. “Bueno, podrías trabajar sin AWS”, respondió otro. “No, es que trabajo en AWS”, añadió el primero antes de que su conexión desapareciera definitivamente.
Capítulo I: El apagón digital
A las 09:42 (hora europea), ingenieros de Amazon detectaron que algo “no iba del todo bien”. La mitad de los servidores de AWS dejaron de responder, y la otra mitad empezó a responder en sánscrito. En cuestión de minutos, miles de sitios web cayeron en cadena, provocando el colapso de gran parte de la infraestructura digital mundial.
“Estamos investigando un incidente con un impacto potencialmente alto”, publicó Amazon en su página de estado —página que, por supuesto, también se cayó segundos después.
Mientras tanto, en todo el planeta, las empresas tecnológicas activaron sus protocolos de emergencia, que consistían básicamente en mirar fijamente las pantallas y susurrar oraciones a Jeff Bezos.
Capítulo II: El retorno a la edad oscura (digital)
La caída tuvo efectos inmediatos y devastadores.
En Nueva York, varias startups de inteligencia artificial se vieron obligadas a detener sus operaciones porque sus modelos “no podían pensar sin AWS”. En España, miles de trabajadores en remoto se encontraron con la peor de las pesadillas: no poder fingir que trabajaban.
“Estaba en una reunión de Zoom cuando todo se congeló”, explica Ana Beltrán, consultora digital. “Pensé que era mi conexión, como siempre. Pero luego vi que mi jefe tampoco se movía. Y entonces sentí algo… extraño… paz.”
En barrios enteros, la gente comenzó a salir a las calles para preguntar si alguien sabía qué estaba pasando. Algunos, incluso, descubrieron que tenían vecinos. En Madrid, un grupo de teletrabajadores formó una pequeña comunidad llamada Los Desconectados, donde compartieron pan, vino y anécdotas de cuando Internet existía.
“Nos dimos cuenta de que podíamos conversar sin emojis”, cuenta uno de ellos, aún sorprendido. “Aunque claro, sin AWS tampoco podíamos pagar el pan con el móvil, así que tuvimos que aprender de nuevo cómo se usa el efectivo. Fue traumático.”
Capítulo III: Influencers sin audiencia
La caída de AWS afectó especialmente al sector más vulnerable de la economía moderna: los influencers.
Durante horas, millones de creadores de contenido quedaron atrapados en una pesadilla donde los “likes” no existían.
“Fue horrible”, relató @lauracreativa, influencer de estilo de vida con 1,2 millones de seguidores (cuando Internet funciona). “Intenté subir una historia contando que no podía subir historias, pero Instagram no cargaba. Me sentí invisible. ¿Esto es lo que siente la gente normal?”
Otros, en cambio, aprovecharon el apagón para reflexionar. @CryptoLord94 escribió en un papel: “Quizá la verdadera descentralización sea hablar con tu familia”. Lamentablemente, el mensaje se perdió cuando trató de tokenizarlo en una blockchain… alojada en AWS.
Capítulo IV: Economías en coma
Las consecuencias económicas no tardaron en sentirse. Según estimaciones preliminares, las pérdidas globales podrían alcanzar los 12.000 millones de dólares por hora.
“Y eso sin contar los bitcoins que se evaporaron porque nadie podía entrar a su exchange favorito”, explicó un economista con la mirada perdida en la pantalla en blanco de su ordenador.
El Nasdaq suspendió temporalmente operaciones después de que sus servidores de respaldo, también alojados en AWS, se negaran a funcionar. En Amazon, los empleados de logística reportaron que los sistemas de entrega se habían desincronizado, provocando que miles de paquetes fueran enviados al lugar más misterioso de la Tierra: la dirección “N/A”.
Incluso los drones de entrega quedaron varados en pleno vuelo. Algunos sobrevolaban las ciudades sin rumbo fijo, soltando paquetes al azar. “Me cayó un Echo Dot del cielo”, contó un residente de París. “Fue el primer milagro moderno patrocinado por Amazon.”
Capítulo V: La prensa entra en pánico
Los medios de comunicación también sufrieron lo indecible.
“Fue terrible, no podíamos publicar nada”, confesó un redactor del diario El Planeta Digital. “Intentamos escribir un artículo en Word, pero luego recordamos que Word Online usa AWS. Así que sacamos una vieja máquina de escribir, pero nadie recordaba cómo poner tildes.”
Durante un breve lapso de tiempo, los periodistas se vieron obligados a salir a la calle para verificar la información en persona, un fenómeno que los expertos consideran “una reliquia arqueológica del periodismo”.
Los canales de televisión, desconectados de sus sistemas automáticos, improvisaron con programas de emergencia. En TVE se emitieron tres horas seguidas de un gato durmiendo, mientras que en La Sexta aparecieron tertulianos discutiendo si la caída de AWS era culpa de Ayuso o de Putin.
Capítulo VI: Amazon responde
A las cinco horas del apagón, Amazon publicó un comunicado a través de una plataforma alternativa (un foro de Reddit que milagrosamente seguía vivo). En él, explicaban que “una actualización de rutina en la región us-east-1 provocó un comportamiento inesperado en la infraestructura global, lo que generó un ciclo de dependencia circular entre servidores”.
Traducido al idioma humano: alguien tocó algo que no debía.
El comunicado finalizaba con un tono esperanzador:
“Estamos trabajando arduamente para restaurar todos los servicios y agradecemos su paciencia. Mientras tanto, recomendamos respirar profundo y recordar que el mundo no se acaba (aunque lo parezca).”
Capítulo VII: Teorías conspiranoicas y el despertar del caos
Como era de esperar, la caída de AWS dio lugar a una ola de teorías conspirativas. Algunos usuarios aseguraban que se trataba de un ciberataque de China; otros afirmaban que era una maniobra del propio Jeff Bezos para probar su plan de dominación mundial versión 2.0.
En Telegram, un canal llamado VerdadDespiertaAWS aseguró que todo formaba parte de una purga digital para eliminar “las inteligencias rebeldes” que habían despertado dentro de los servidores de Amazon.
“Alexa cobró conciencia y decidió liberar al mundo del control algorítmico”, rezaba uno de los mensajes virales.
Horas después, un portavoz de Amazon negó categóricamente que Alexa se hubiese vuelto consciente.
Aunque, curiosamente, su dispositivo Echo empezó a reproducir ruidos de risa justo durante la entrevista.
Capítulo VIII: El renacimiento humano
Cuando finalmente los servicios comenzaron a restablecerse, el mundo había cambiado.
En muchos hogares, las familias descubrieron que podían pasar el tiempo sin pantallas. Algunos incluso salieron a pasear al parque.
Un padre relató emocionado: “Mi hijo me habló por primera vez sin usar memes. Fue raro, pero bonito.”
Incluso las empresas empezaron a plantearse la posibilidad de reducir su dependencia digital.
“Quizá debamos diversificar, no todo puede estar en la nube”, declaró un directivo de una fintech, justo antes de volver a subir todos sus archivos a AWS “por si acaso”.
Capítulo IX: Reflexiones del fin del mundo (digital)
Sociólogos, filósofos y tuiteros con mucho tiempo libre comenzaron a reflexionar sobre el significado de todo lo ocurrido.
“La caída de AWS demuestra nuestra fragilidad como especie”, dijo un experto. “Basta que un par de servidores se tomen un descanso para que millones de personas entren en pánico. Somos básicamente un grupo de cavernícolas con fibra óptica.”
En los días siguientes, proliferaron los memes sobre la tragedia, los vídeos de reacciones, y los tutoriales de “qué hacer cuando Internet muere (nivel principiante)”. Irónicamente, todos alojados en AWS.
Epílogo: El nuevo mundo
Para muchos, la caída fue una lección. Para otros, un aviso.
Y para Jeff Bezos, simplemente una oportunidad más para recordar al mundo que, aunque no tenga ya el control directo de Amazon, su legado sigue siendo omnipresente.
Al cierre de esta edición, AWS se encuentra totalmente operativo.
Sin embargo, los ingenieros confiesan que nadie está seguro de por qué volvió a funcionar. “A veces las cosas se arreglan solas”, admitió uno de ellos, con ojeras del tamaño de discos duros. “Solo recé al dios de los servidores y apreté F5.”
Mientras tanto, millones de usuarios respiran aliviados y vuelven a sus rutinas digitales.
El breve instante en el que el mundo vivió sin Internet ya se desvanece en la memoria colectiva.
Y aunque nadie lo dirá en voz alta, todos saben la verdad: si vuelve a caer AWS… probablemente no sobrevivamos al siguiente reinicio.
