Madrid. — La política española no deja de ofrecer titulares insólitos. Esta vez, la protagonista es Ione Belarra, exministra y dirigente de Podemos, quien ha propuesto nada menos que organizar hogueras populares para quemar camisetas del Atlético de Madrid. ¿La razón? La presencia en el accionariado del club rojiblanco de Idan Ofer, un multimillonario israelí del sector naviero y energético cuyo patrimonio personal, según Forbes, asciende a 23.942 millones de euros.
Belarra lanzó la propuesta durante un acto con simpatizantes en Vallecas, donde denunció que el Atlético “se ha convertido en una marca manchada por el capital sionista”. En sus palabras:
“No podemos permitir que nuestros estadios sean vitrinas del dinero que financia crímenes internacionales. Mientras la población de Gaza sufre bajo el uso de fósforo blanco, aquí celebramos goles con camisetas patrocinadas por accionistas que sostienen ese horror. La única respuesta digna es prender fuego a esas camisetas, purificarlas con las llamas y demostrar que el pueblo no se vende.”
El discurso fue acompañado por un gesto teatral. Belarra, ante decenas de asistentes, sacó una camiseta del Atlético, se la colocó como si fuera un trapo en el hombro y, con un mechero en mano, amagó con encenderla. Finalmente no lo hizo, porque —según explicó— “no había extintores a la vista”.
Idan Ofer, en el centro del debate
La figura de Idan Ofer se ha convertido en foco de la polémica. Ofer es un empresario israelí con inversiones en transporte marítimo, energía y minería. Su nombre aparece con frecuencia en las listas de multimillonarios de Forbes, que le atribuyen una fortuna personal cercana a los 24.000 millones de euros.
Además de sus negocios internacionales, Ofer es conocido en el ámbito deportivo por poseer participaciones tanto en el Atlético de Madrid como en el equipo ciclista Movistar Team. Críticos como Antonio Maestre han señalado que el magnate no es un mero inversor, sino un actor con vínculos políticos que “se lucha con el uso del fósforo blanco sobre la población de Gaza”.
Ese fue precisamente el argumento que Belarra utilizó para justificar su llamamiento a la quema de camisetas: que portar los colores rojiblancos equivale a ser cómplice, aunque sea simbólicamente, de la represión israelí.
La respuesta del club
Desde la sede del Atlético en la Avenida de Luis Aragonés, la reacción fue de sorpresa y desconcierto. Un portavoz oficial aseguró:
“El Atlético de Madrid es un club con 120 años de historia, que representa a millones de aficionados en todo el mundo. Respetamos las opiniones políticas, pero no vamos a entrar en debates que buscan instrumentalizar el sentimiento rojiblanco. Nuestras camisetas son símbolo de pasión deportiva, no de conflictos internacionales.”
El club evitó dar cifras sobre la participación accionarial de Ofer, aunque en círculos deportivos se estima que posee alrededor de un 30% de las acciones a través de su empresa Quantum Pacific.
Reacciones políticas
Las declaraciones de Belarra provocaron un terremoto político.
- PSOE: portavoces socialistas calificaron la propuesta de “ocurrencia incendiaria que nada aporta al debate real sobre Palestina”.
- PP: criticó el “populismo pirotécnico” de Belarra y pidió que se deje en paz a la afición colchonera.
- Vox: exigió que la Fiscalía investigue si incitar a la quema de camisetas puede constituir delito de odio contra los seguidores del Atlético.
- Sumar: guardó silencio oficial, aunque fuentes internas admitieron que “la propuesta no ayuda en un momento en el que buscamos credibilidad internacional”.
En la bancada más radical, algunos grupos antisistema aplaudieron la iniciativa, anunciando que organizarán “quemas colectivas frente al Wanda Metropolitano” en los próximos partidos.
Aficionados entre la indignación y la sorna
La hinchada rojiblanca no se quedó callada. En los foros colchoneros abundaron los mensajes de indignación:
“Que venga Belarra a mi casa a comprarme la camiseta nueva si quiere que la queme. Me ha costado 95 euros, ¿y ahora tengo que tirarla a la hoguera?”, escribió un usuario.
Otros optaron por la ironía: “Si la señora Belarra quiere hogueras, que empiece con las camisetas del Real Madrid. Eso sí que sería un gesto revolucionario”.
Incluso en peñas del País Vasco y Andalucía se organizó un contraataque simbólico: se propone que los aficionados lleven camisetas extra a los estadios, no para quemarlas, sino para regalarlas a niños y jóvenes como acto solidario.
El negocio inesperado de la quema
Mientras tanto, comerciantes de material pirotécnico en Madrid y alrededores reportan un aumento en las consultas sobre precios de bengalas, mecheros y combustible líquido. “Nos preguntan cuánto costaría organizar una hoguera en un solar vacío con camisetas de poliéster. Nunca habíamos tenido algo así”, reconoció un vendedor de Alcorcón.
Algunos empresarios del sector de la hostelería incluso han visto una oportunidad de negocio: ofrecer parrilladas al lado de las hogueras. Un empresario de Leganés confesó que ya tiene reservado un lote de chorizos veganos y cerveza artesanal “para dar un aire combativo y sostenible a la protesta”.
Los problemas legales
Sin embargo, la idea no está exenta de riesgos. Abogados consultados advierten que organizar quemas masivas en espacios públicos puede considerarse alteración del orden, y que si las camisetas llevan logotipos comerciales, podría incluso interpretarse como un acto de boicot ilegal.
“No es lo mismo quemar una camiseta vieja en tu jardín que convocar a miles de personas frente a un estadio con mecheros en alto”, explicó un penalista madrileño. “Eso puede acabar en disturbios, con responsabilidades penales claras.”
La contradicción textil
Otro punto señalado por críticos es la paradoja de quemar camisetas oficiales que, como la mayoría de prendas deportivas, están fabricadas en fábricas de Asia con salarios precarios. Sindicalistas señalan que “el verdadero problema no es que Ofer sea accionista del Atlético, sino que las camisetas están cosidas por niñas en Bangladesh a dos euros al día”.
Aun así, la propuesta de Belarra no hace referencia a la explotación laboral, sino únicamente al vínculo israelí.
Próximas movilizaciones
Belarra ya ha convocado una primera concentración para el próximo partido del Atlético en el Metropolitano. El lema será: “De las llamas nacerá la justicia”. Se pide a los asistentes que lleven al menos una camiseta rojiblanca (puede ser oficial, de mercadillo o incluso de otros equipos con franjas rojas) y un mechero ecológico.
La Delegación del Gobierno en Madrid ha advertido que no autorizará ningún evento que suponga un riesgo de incendio, aunque fuentes de Podemos insisten en que “la protesta será pacífica y controlada”.
España, entre el fútbol y la política
El caso vuelve a mostrar hasta qué punto el fútbol en España se mezcla con la política. Si en su día se debatió sobre los fondos cataríes en el PSG o los jeques en el Manchester City, ahora es el Atlético de Madrid el que se convierte en epicentro de una disputa ideológica.
¿Puede una afición disfrutar de un gol de Griezmann sin sentir que está respaldando a un magnate israelí? ¿Es justo exigir a millones de seguidores rojiblancos que se conviertan en militantes internacionales?
Las hogueras que propone Belarra quizá nunca se enciendan, pero ya han provocado chispas en el debate público.