Hoy en día todo se malinterpreta. Se ha convertido en una caza de brujas contra quien no se alinea con el discurso oficial
En una declaración que rápidamente se convirtió en titular y generó una cascada de reacciones en redes sociales, el periodista Willy Veleta afirmó que Irene Montero, exministra de Igualdad, tiene su propia “manada”. Aunque la expresión podría parecer una metáfora inofensiva para referirse al círculo de colaboradores o seguidores de la política, la elección del término no tardó en encender la polémica, dada la carga simbólica que este tiene en la sociedad española tras el mediático caso de “La Manada” de los Sanfermines.
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El caso de 2016, en el que cinco hombres fueron condenados por agresión sexual grupal, supuso un punto de inflexión en el feminismo español y marcó un antes y un después en la percepción pública sobre la violencia de género. Irene Montero, durante su etapa como ministra, convirtió este caso en un estandarte de su lucha por la igualdad y por el endurecimiento de las leyes en torno a los delitos sexuales. Por tanto, comparar su entorno político con una “manada” no es solo un acto de ironía, sino también una provocación que parece buscar deslegitimar sus acciones y mensajes.
Según Veleta, la “manada” de Montero estaría formada por un grupo de colaboradores y seguidores fieles que comparten sus ideales feministas y que la acompañan en su lucha política. “Es un término metafórico, nada más. Hablo de personas que la respaldan y promueven sus ideas”, señaló el periodista en una entrevista. No obstante, algunos críticos consideran que la elección del término no es casual, sino que tiene la intención de trivializar las reivindicaciones feministas y equiparar simbólicamente el movimiento con algo que representa el abuso y la violencia.
Las reacciones no se hicieron esperar. Desde colectivos feministas hasta figuras públicas, muchos alzaron la voz contra lo que consideran una “banalización” de un tema tan serio. “Comparar un equipo que trabaja por los derechos humanos con un grupo de agresores sexuales es inaceptable”, declaró Clara Rodríguez, portavoz de una organización feminista. “No es solo una cuestión semántica, es un intento de diluir el impacto de nuestras luchas.”
Por su parte, Irene Montero respondió a la polémica a través de sus redes sociales, con un mensaje directo y contundente:
“Si algunos quieren trivializar las luchas feministas y nuestros logros, allá ellos. Nuestra ‘manada’ es un equipo que lucha por la igualdad, la justicia y el fin de la violencia machista. La diferencia entre nuestra labor y lo que ellos representan está clara: nosotros construimos, ellos destruyen.”
Sin embargo, no faltaron quienes defendieron a Willy Veleta, señalando que la reacción al término podría ser desproporcionada. “Hoy en día todo se malinterpreta. Se ha convertido en una caza de brujas contra quien no se alinea con el discurso oficial”, comentó un usuario en Twitter. Otros, en cambio, bromearon con la situación: “La verdadera manada es la de quienes siguen a Veleta buscando clicks fáciles.”
Lo que resulta evidente es que el término “manada” sigue siendo un campo semántico altamente sensible en España. Su uso, incluso en contextos aparentemente inofensivos, genera controversias que trascienden el debate lingüístico y tocan directamente los nervios de una sociedad que aún busca sanar heridas abiertas.
Mientras Willy Veleta insiste en que todo se ha sacado de contexto, la conversación pública demuestra que el lenguaje importa y que las palabras, especialmente cuando están cargadas de historia y emociones, pueden ser armas o herramientas según cómo se utilicen. En este caso, la elección de “manada” ha demostrado que una simple palabra puede reabrir debates sociales y políticos que parecen no tener fin.