Cómo una silla de ruedas, un toque de glitter y un par de frases ingeniosas pueden incendiar las redes y dividir a España.
En el vasto y peculiar universo mediático español, pocas cosas sorprenden ya, pero Jordi Évole logró la hazaña esta semana con la promoción de la nueva temporada de Lo de Évole. En una jugada maestra (o desastre, según a quién se le pregunte), Évole decidió poner a Mario Vaquerizo en silla de ruedas para hablar sobre “levantarse tras una caída”. Porque, claro, nada dice “profundidad televisiva” como usar un accidente reciente para tirar de humor.
El vídeo promocional, que comenzó con Vaquerizo lanzando frases del calibre de “la vida te da golpes, pero tú eliges cómo caer”, no tardó en levantar pasiones en redes sociales. Algunos se indignaron: ¿Cómo osaba Jordi Évole juntar su nombre al de Vaquerizo, el hombre que ha hecho del glitter y las declaraciones polémicas su marca personal? Otros, fieles al espíritu del “todo vale por un buen meme”, celebraron la audacia.
¡Pero espera! La polémica no terminó ahí. En un giro digno de Sálvame, muchos asumieron que Vaquerizo sería el primer invitado de la temporada. Esto desató un tsunami de críticas por parte de los defensores acérrimos de las “charlas serias”. “¡¿Cómo se atreve Jordi a rebajarse?!”, clamaron mientras ajustaban sus gafas de pasta. Otros, con más humor, se preguntaron si este era el inicio de una nueva era: ¿Quizá Rosalía hablando de agricultura sostenible o Ibai Llanos filosofando sobre Nietzsche?
Évole, por supuesto, no tardó en salir al ruedo mediático para aclarar que Vaquerizo no será invitado en su programa, sino que solo protagonizó la promoción. “La silla de ruedas es un guiño, un simbolismo, no hay más. Mario encaja porque representa esa idea de caída y superación, pero lo nuestro no es un reality”, explicó en tono casi didáctico, como quien intenta calmar a un grupo de tuiteros enfurecidos.
Sin embargo, no faltaron las voces que vieron en todo esto una “clase magistral de manipulación mediática”. “Évole ha conseguido exactamente lo que quería: que hablemos de su programa antes de que siquiera comience”, declaró un socólogo imaginario, probablemente entre sorbos de un café cargado.
Al cierre de esta edición, el debate seguía candente. Mientras unos lanzaban teorías conspiranoicas sobre la verdadera agenda de Jordi Évole (¿Un giro hacia el humor absurdo? ¿Un intento de conquistar a la Generación Z?), otros simplemente esperaban el próximo capítulo del culebrón mediático.
Lo que está claro es que Évole, una vez más, ha demostrado su talento para encender conversaciones. Porque, en un mundo donde todos gritan y pocos escuchan, a veces todo lo que necesitas es una silla de ruedas y un poco de glitter para hacer ruido.