En el vasto universo de los videojuegos, donde la creatividad no conoce límites, una sombra inesperada ha comenzado a extenderse. Imagina esto: miles de títulos indie, obras de arte interactivas que exploran temas maduros, sexuales o controvertidos, desaparecen de las plataformas digitales más populares como Steam e Itch.io. No por decisión de los desarrolladores, ni por leyes que los declaren ilegales, sino por la presión sutil pero implacable de gigantes financieros como Visa y Mastercard. Estas compañías, que procesan pagos cotidianos, han irrumpido en el mundo del gaming como censores morales, exigiendo la remoción de contenido “adulto” bajo la amenaza de cortar el flujo de dinero. Pero la comunidad no se ha quedado de brazos cruzados. En julio de 2025, una ola de resistencia ha surgido, con GOG (anteriormente Good Old Games) liderando un contraataque audaz.
La censura no es un concepto nuevo en la industria del gaming. Desde los pánicos satánicos de los años 80 hasta las regulaciones modernas sobre loot boxes, siempre ha habido fuerzas externas tratando de moldear lo que jugamos. Sin embargo, lo que estamos presenciando en 2025 es diferente: es una forma de “censura financiera”, donde el control del dinero dicta el contenido cultural. Según reportes de The Guardian, cientos de juegos con temas NSFW (Not Safe For Work) han sido eliminados o ocultados en búsquedas, afectando no solo a títulos explícitamente eróticos, sino también a narrativas LGBTQ+ y exploraciones de violencia sexual en contextos ficticios. Esta movida no solo amenaza la diversidad creativa, sino que plantea una pregunta fundamental: ¿Deben las empresas de tarjetas de crédito decidir qué arte es “aceptable”?
## Las raíces del problema: Collective Shout y la presión inicial
Todo comenzó con una carta abierta. El 14 de julio de 2025, un grupo activista australiano llamado Collective Shout, autodenominado defensor contra la “objetivación de las mujeres”, envió misivas a procesadores de pagos como Visa, Mastercard, PayPal y Stripe. En su comunicado, acusaban a plataformas como Steam e Itch.io de hospedar juegos que promueven “violencia sexual, incesto y otros temas dañinos”. Aunque el grupo se presenta como anti-pornografía, críticos lo señalan como un lobby conservador con agendas más amplias, similar a campañas pasadas contra contenido en redes sociales como X (anteriormente Twitter).
La respuesta fue inmediata y devastadora. Itch.io, una plataforma indie amada por desarrolladores independientes, ocultó todos los juegos NSFW de sus resultados de búsqueda para evitar el bloqueo de pagos. Steam, el coloso de Valve, actualizó sus “Reglas y Directrices” con una cláusula 15 que prohíbe “contenido que pueda violar las reglas de los procesadores de pagos”. Esto resultó en la delistación de cientos de títulos, muchos de los cuales eran legales en la mayoría de jurisdicciones. Valve, en un comunicado a Kotaku, citó específicamente la Regla 5.12.7 de Mastercard, que prohíbe transacciones que “dañen la imagen de la marca”, como la justificación principal. Esta regla, vaga y subjetiva, no distingue entre contenido ilegal y ficcional controvertido, abriendo la puerta a interpretaciones arbitrarias.
Mastercard y Visa han negado presionar directamente a las plataformas, argumentando que solo exigen “controles mejorados” para “actividades ilegales”. Mastercard emitió un comunicado aclarando: “No hemos evaluado ningún juego ni requerido restricciones en sitios de creadores”. Sin embargo, Valve contradice esto, afirmando que los bancos adquirentes y procesadores citaron explícitamente sus políticas como amenaza de corte de servicios. En X (Twitter), usuarios como @EromancerSFW han compartido esta información, generando miles de interacciones y destacando la hipocresía: “¿Por qué Mastercard miente cuando Valve confirma su rol?”
Esta no es la primera vez que estos gigantes financieros actúan como guardianes morales. En 2020, Visa y Mastercard cortaron lazos con Pornhub por contenido no verificado, afectando a creadores independientes. Ahora, el gaming es el nuevo frente, y el impacto es global. Plataformas como Steam, que dependen casi exclusivamente de tarjetas de crédito, no pueden permitirse perder el acceso a pagos, por lo que ceden. El resultado: desarrolladores pierden ingresos, jugadores pierden acceso a obras que compraron, y la innovación se asfixia.
## El impacto en la industria: Más allá de los juegos “calientes”
El alcance de esta censura va más allá de los eroge (juegos eróticos japoneses) o visual novels picantes. Juegos con temas de aceptación LGBTQ+, como *Ikenfell* (un RPG sobre brujas gays), han sido cuestionados. Títulos indie premiados, que exploran trauma o relaciones complejas, corren riesgo. En Reddit’s r/pcgaming, usuarios discuten cómo la Regla 5.12.7 podría aplicarse a violencia gráfica, como en *GTA* o *Doom*, creando un precedente peligroso. “Es el Pánico Satánico 2.0”, escribe un usuario, refiriéndose a la histeria moral de los 80 que demonizó el rol y los videojuegos.
Desarrolladores independientes, ya marginados, son los más afectados. Plataformas como Itch.io, que albergan experimentos creativos, ven cómo sus comunidades se fragmentan. En un hilo de X, @jakethebaa insta: “No dejen que las compañías de tarjetas censuren el porno. Envíen emails a Visa y Mastercard”. La petición en Change.org ha superado las 220.000 firmas, exigiendo transparencia y protección para contenido legal ficticio. Incluso Elon Musk, dueño de X, ha criticado públicamente a Collective Shout por sus campañas anti-adulto.
En Europa, la Asociación Alemana de Juegos ha condenado la movida, y en EE.UU., la International Game Developers Association (IGDA) llama a “reglas claras y derecho a apelar”. Pero el daño económico es real: un desarrollador en Sankaku Complex reporta pérdidas de miles de dólares por delistaciones repentinas. Además, leyes como la de verificación de edad en varios estados de EE.UU. complican el panorama, convirtiendo la falta de implementación en “ilegalidad” percibida.
## GOG contraataca: La campaña “Freedom to Buy”
En medio de esta tormenta, GOG emerge como un faro de resistencia. Propiedad de CD Projekt Red (creadores de *The Witcher* y *Cyberpunk 2077*), GOG se enorgullece de ser DRM-free: una vez que compras un juego, es tuyo para siempre, sin restricciones digitales. El 1 de agosto de 2025, lanzaron “Freedom to Buy”, una iniciativa que regala 13 juegos controvertidos por 48 horas. Títulos como *House Party* (con temas de fiestas salvajes), *Agony* (horror erótico) y otros NSFW fueron ofrecidos gratis en freedomtobuy.games, con el apoyo de desarrolladores y editores.
“We are fighting back”, declaró GOG en su anuncio en X, que acumuló más de 70.000 likes. La página de la campaña advierte: “La censura decide silenciosamente qué juegos puedes comprar. Si un juego es legal y responsablemente hecho, los jugadores deberían disfrutarlo hoy —y décadas después”. Al sortear el dinero (dando juegos gratis), GOG evade la presión de pagos y resalta la preservación cultural. Usuarios en Reddit’s r/gaming aplaudieron: “Esto es lo que Steam debería haber hecho primero”. Videos en YouTube, como el de Vara Dark (@Vara_Dark en X), titulado “GOG Fights Back Against Visa/Mastercard Censorship”, han superado millones de vistas, urgiendo a reclamar los juegos antes de que expire.
Esta movida no solo es simbólica. Al ser DRM-free, los jugadores pueden archivarlos indefinidamente, combatiendo la “muerte digital” de títulos delistados. En foros de GOG, debates se centran en cómo esto expone la fragilidad de Steam: “¿Por qué depender de DRM cuando GOG te da libertad real?” El bundle incluyó variedad: desde aventuras eróticas hasta horror psicológico, demostrando que la “controversia” es subjetiva.
## La resistencia de la comunidad: De emails a legislación
La backlash ha sido épica. Gamers inundaron líneas de atención de Visa y Mastercard con llamadas y emails, usando scripts en Reddit y Bluesky. Polygon reporta que representantes fueron “abrumados”, forzando escaladas a HQ. En X, posts como el de @SmashJT (“GOG Fights Back: 13 EXTREMELY Controversial Games FREE Now!”) generaron miles de shares. Peticiones de la ACLU y Fight for the Future exigen que procesadores no actúen como “árbitros de moralidad”.
Legislativamente, hay esperanza. Un proyecto de ley en EE.UU. podría bloquear a Visa y Mastercard de restringir juegos adultos legales, como menciona Vara Dark en otro video. En la UE, el Digital Euro se posiciona como alternativa, reduciendo la dependencia de duopolios. Desarrolladores como @EromancerSFW llaman a boicotear: “Llamen a Visa/Mastercard/Paypal/Stripe y exijan no ser censurados”.
Incluso Itch.io reindexó NSFW tras la presión, y Valve “trashó” a Mastercard en respuestas. Pero la lucha continúa: sitios anti-censura como SubscribeStar han “soft-banneado” juegos adultos, culpando nuevamente a los procesadores.
## Por qué debemos unirnos: El futuro del gaming en juego
Esta no es solo una pelea por juegos “calientes”; es por la autonomía creativa. Si Visa y Mastercard dictan qué es “dañino”, ¿qué sigue? ¿Juegos políticos? ¿Violentos? La pendiente resbaladiza es real, como advierten en Hacker News: “La palabra ‘porno’ se asigna arbitrariamente a cualquier cosa”. Comunidades vulnerables —LGBTQ+, indies— sufren primero.
Nosotros, como jugadores, tenemos poder. Firmen peticiones, envíen emails (plantillas en change.org), apoyen GOG comprando allí, y promuevan alternativas como cripto o Digital Euro. Compartan en X con #FreedomToBuyGames. Como dice @KiwiFarmsDotNet: “La censura financiera es real; eduquemosnos”.
La resistencia contra la censura de Visa y Mastercard es un momento pivotal. GOG ha mostrado que un contraataque audaz funciona, pero necesita nuestro apoyo. En septiembre de 2025, con la controversia aún fresca, recordemos: los videojuegos son arte, no mercancía moral. Si no luchamos ahora, mañana podría no haber qué jugar. Únete: reclama libertad, no solo juegos. Porque en el gaming, como en la vida, la censura no crea; destruye.