Libros viejos

Madrid —
El mundo editorial vuelve a vivir una jornada histórica que, según los expertos consultados, “marcará un antes y un después en la manera en que entendemos los libros, la lectura y, en general, la relación entre la humanidad y el fuego”. La editorial Debate ha anunciado oficialmente el lanzamiento de un nuevo formato literario que se suma a la tapa dura, la tapa blanda, el libro de bolsillo y el libro electrónico: el formato combustible.

Sí, tal como suena. Libros diseñados no solo para ser leídos, sino para ser quemados con el máximo rendimiento energético y la mínima emisión contaminante. Una apuesta que, en palabras del CEO de Debate, es “el futuro lógico de la literatura contemporánea”.

“Las piras literarias del pasado eran amateur”: la visión detrás del invento

Durante la presentación en su sede central —una nave industrial con la mitad del techo reconstruido, aparentemente por pruebas del nuevo producto— el CEO de Debate, Álvaro Prendida, explicó la motivación detrás del revolucionario formato.

“Desde la antigüedad se han quemado libros”, declaró con una serenidad que inquietó a los asistentes. “Pero siempre se ha hecho mal, como quien intenta clavar un clavo golpeándolo con una naranja. Las hogueras históricas no estaban optimizadas. Eran poco eficientes, lentas, llenas de humo y además, se desperdiciaba un potencial energético increíble. Nosotros hemos venido a corregir eso”.

Prendida, sosteniendo una edición piloto que desprendía un leve olor a barbacoa, aseguró que el nuevo material ofrece un poder calorífico hasta un 40% mayor que el papel tradicional y emite “un 80% menos de residuos, salvo en casos donde el autor sea extremadamente denso, en cuyo caso la combustión puede requerir supervisión”.

El desarrollo, según explicó, ha sido posible gracias a una colaboración con la Universidad Tecnológica de Machu Picchu, donde investigadores especializados en “materiales improbables” han logrado una estructura fibrosa a base de celulosa, polímeros vegetales y un misterioso aditivo que la editorial se ha negado a revelar alegando “motivos comerciales y de seguridad internacional”.

De acuerdo con los experimentos llevados a cabo en las instalaciones peruanas, ahora bastaría un 20% menos de libros para calentar una estancia de tamaño medio, lo que representa un avance ecológico y económico notable. “Y cultural, si tenemos en cuenta la tendencia decreciente de lectura. Si un libro puede dar calor al planeta aunque no lo lean, ya es un avance”, añadió un investigador.

Los planes de la editorial: libros que no se leen, pero se venden

Durante la presentación, la editorial también compartió sus primeras proyecciones comerciales. Según sus cálculos, el frío asociado a los recientes descensos térmicos en Europa podría impulsar las ventas del nuevo formato. “Con el frío actual, estimamos que entre un 25% y un 30% de los compradores de libros de Juan Soto Ivars optarían por la versión combustible”, aseguró Prendida.

El CEO explicó que el cambio responde tanto a las exigencias energéticas del usuario medio como a la naturaleza del producto literario. “Seamos realistas: la décima edición del último libro de Soto Ivars podría lanzarse exclusivamente en formato combustible. No es que el contenido importe demasiado para la mayoría del público. El objeto del libro cumple otras funciones. Como calentar manos. O calentar discusiones”.

La editorial incluso está estudiando la posibilidad de eliminar la tinta del proceso de impresión en favor de una superficie más homogénea, lo que reduciría los costes “a una décima parte”.
“Total, nadie se lo va a leer, va directo al fuego. ¿Para qué molestarse en imprimirlo? Sería como barnizar un tronco antes de meterlo en la chimenea”, añadió Prendida con una sonrisa que algunos describieron como “demasiado satisfecha”.

No todos los autores son aptos para el fuego

A pesar del entusiasmo general, el CEO también advirtió que no todas las obras son adecuadas para el nuevo formato. “Hemos descartado por completo publicar a Ken Follett”, declaró con un tono grave, casi científico. “Por su grosor, un solo libro suyo podría generar una cantidad de calor similar a la existente en el núcleo del planeta. Y eso sería catastrófico”.

La editorial Debate habría encargado un informe preliminar a la Universidad de Machu Picchu que estimaba que quemar Los Pilares de la Tierra en este nuevo formato podría “alterar varios microclimas, provocar un calentamiento súbito de 3 grados en un radio de 50 kilómetros y generar un viento ascendente capaz de levantar un toro de lidia”.

“Preferimos evitar juicios”, concluyó el CEO.

Soto Ivars responde: “A mí con que venda más que Dan Brown me vale”

Consultado por el Diario ASDF, Juan Soto Ivars se mostró sorprendido, pero pragmático, ante las declaraciones del CEO de la editorial.

“Yo mientras venda más que Dan Brown estoy contento”, afirmó. “Si encima ayuda a reducir la brecha energética, pues perfecto. No me importa en qué formato me impriman siempre que mis libros lleguen al público, aunque sea directo a la chimenea. Total, en España a la gente le gusta calentarse discutiendo, así que algo de calor aporto igual”.

Cuando se le preguntó si temía que su obra fuese percibida más como combustible que como literatura, el autor respondió: “Mire, en una época en la que la gente cree que leer un tuit es un acto intelectual, ya me doy con un canto en los dientes si no confunden mi libro con una bandeja para pizzas”.

Los activistas ecológicos se suman a la tendencia: “Queremos libros que sean 80% literatura, 20% marihuana”

De forma inesperada, diversos colectivos ecologistas han celebrado el anuncio. De los treinta grupos consultados por este medio, al menos veintiocho han propuesto añadir un porcentaje de marihuana a la composición del nuevo papel.

“Es una iniciativa redonda”, afirmó la portavoz de EcoHoguera Sostenible. “No solo reduces contaminación y fomentas energías limpias, sino que además introduces un elemento que convierte la quema de libros en una experiencia colectiva pacífica, introspectiva y muy relajada”.

El colectivo sostiene que los libros del nuevo formato deberían perfumar su entorno al arder, “de manera que la combustión pueda convertirse en un acto comunitario donde se calienta la casa, se ahorra energía y se fortalecen los lazos sociales”.

Otro grupo activista señaló que esta innovación podría revolucionar las protestas. “Imagínese manifestaciones donde en lugar de quemar contenedores se queman libros especialmente diseñados para ello. Mucho más limpio, más eficiente y con mejor aroma”.

La editorial Debate ha dicho que están dispuestos a estudiar estas propuestas aunque, de momento, “la legislación española requiere verificación toxicológica previa y eso podría retrasar el lanzamiento”.

En Diario ASDF celebramos el avance: “¡Podríamos incluso pasar a formato físico!”

Dentro de esta casa periodística, el anuncio ha sido recibido con entusiasmo, esperanza y, según testigos, con cierto nerviosismo por parte del ficus de la entrada, que lleva 12 años observando sin juicio las decisiones editoriales.

“Es un avance espectacular”, declaró el ficus —o más exactamente, una persona que afirma hablar en su nombre y que suele venir a regar las plantas—.
“Si sigue creciendo la demanda de formatos combustibles, quizás por fin el Diario ASDF podría pasar a formato físico. Eso sí, habría que decidir si produciríamos nuestras ediciones para ser leídas o para ser quemadas. Aunque siendo el Diario ASDF, probablemente podrían servir para ambas cosas”.

Nuestro equipo de dirección también ve oportunidades claras. Una mesa de redactores aseguró en un comunicado colectivo que “tal vez sea el primer formato editorial que coincide con la duración media de la atención de los lectores modernos: 0% lectura, 100% utilidad práctica”.

Un futuro ardiente para la literatura

El anuncio ha abierto un debate nacional sobre el destino de los libros en la era digital, energética y climática. Para algunos, la idea es un paso lógico: si ya nadie lee, al menos el libro puede servir para algo útil, como calentar un salón o sostener una olla.

Para otros, este formato representa la rendición cultural definitiva. “Es el punto exacto donde la literatura deja de ser un arte y pasa a ser un briquet”, lamentó un crítico cultural mientras hojeaba —y accidentalmente encendía— una edición piloto.

Paradójicamente, la medida podría impulsar el interés por los libros: muchos ciudadanos han manifestado que comprarían obras que jamás leerían “porque huelen bien y hacen buena llama”.

La editorial Debate ha anunciado que en las próximas semanas lanzará un catálogo inicial compuesto por 50 títulos en formato combustible, que incluirá:

  • Ensayos breves de autores polémicos
  • Novelas que nadie admite haber leído
  • Manuales de autoayuda cuya mejor utilidad siempre fue el fuego
  • Ediciones especiales para barbacoas
  • Un pack familiar llamado “hogar literario”, con antología incluida

De momento, ninguno de estos títulos ha salido al mercado, pero las primeras reservas ya son más altas que las correspondientes a los libros electrónicos del año pasado.

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