Ana Redondo

“Me he sentido como en un musical de Broadway: carísima, incomprendida y con el foco encima”, declaró a su regreso.

Madrid / Nueva York, julio de 2025
La actual ministra de Igualdad, María Teresa de la Vega II (no confundir con la original, aunque esta también viaja en Falcon y habla en femenino plural), ha protagonizado un nuevo capítulo en la novela ministerial “Sexo en Nueva York”, gastándose la friolera de 66.000 euros en un viaje de cuatro días a la Gran Manzana. Según el comunicado oficial, el propósito del viaje era “reforzar alianzas feministas internacionales” y “rendir tributo espiritual a Irene Montero, mártir del empoderamiento aeronáutico”.

La ministra aterrizó en el aeropuerto JFK acompañada de una comitiva de ocho personas, incluyendo asesores, intérpretes, dos fotógrafas de estética conceptual, una experta en lenguaje inclusivo con acento neoyorquino y una barista de confianza que le preparaba el café “como lo hacía en Lavapiés”.


“Irene me lo susurró en un sueño”

Fuentes cercanas al Ministerio aseguran que el viaje fue una especie de promesa personal. Al parecer, durante un retiro de meditación con cuencos tibetanos, la ministra tuvo una visión de Irene Montero flotando entre nubes violetas, susurrándole: “Haz lo correcto, hermana. Vete a Nueva York. Compra algo en Tiffany’s. Pero dilo en inglés inclusivo”.

La ministra, conmovida por la epifanía, comenzó a planear el viaje. “No se trataba solo de mí. Era por todas”, explicó ante los medios, señalando que “hay muchas maneras de hacer feminismo, pero pocas tan glamorosas como la diplomacia transatlántica con cargo al erario”.


Gasto desglosado (según el ministerio)

El Ministerio de Igualdad, en un alarde de transparencia presupuestaria (y porque lo filtró un exasesor despechado), publicó el desglose del gasto:

  • Billetes en clase business: 17.200 €
  • Alojamiento en hotel ecofeminista con vistas a Central Park: 19.800 €
  • Dietas (solo veganas y sin gluten): 4.500 €
  • Actos institucionales (cena con una drag queen y una ex de Sarah Jessica Parker): 3.200 €
  • Taller de empoderamiento vocal con la soprano feminista Carmen Calvo: 2.700 €
  • Consultoría estética: 1.800 €
  • Ropa ceremonial adquirida en tiendas vintage “deconstruidas”: 2.400 €
  • Traducción simultánea a lenguaje inclusivo en todas las intervenciones: 5.000 €
  • Fotógrafa oficial para Instagram ministerial: 3.400 €
  • Fondo de contingencia por “microagresiones imprevistas”: 6.000 €

Total: 66.000 € exactos, como si lo hubiera calculado un contable con perspectiva de género.


¿A qué fue, exactamente?

Durante su estancia, la ministra visitó lugares emblemáticos del feminismo simbólico internacional como el escaparate de Dior en la 5ª Avenida, el mural con frases de Beyoncé en Brooklyn y la oficina de ONU Mujeres (que estaba cerrada por reformas). También participó en una mesa redonda sobre “Feminismo interseccional y brunch: retos y oportunidades” y asistió a una proyección especial de Barbie con gafas 3D eco-éticas.

En un gesto que fue calificado por algunos como “histórico” y por otros como “un teatrillo”, la ministra recreó en Times Square la famosa foto de Irene Montero con mirada intensa, bolso de mano, y pose de “acabo de derogar el patriarcado y vengo a por ti, capitalismo”.


“Si Irene fue, ¿por qué yo no?”

En declaraciones a El Diario ASDF, la ministra explicó: “No es que yo quiera copiar a Irene, es que todas somos Irene. Ella abrió camino. Literalmente: lo asfaltó con dinero público”.

Cuando se le preguntó si no había otras prioridades para gastar 66.000 euros —como las listas de espera, la precariedad juvenil o las ayudas a víctimas de violencia—, respondió:
“Es que viajar también es violencia estructural… pero si lo haces tú. Si lo hago yo, es pedagogía”.


Reacciones políticas y ciudadanas

La oposición no tardó en reaccionar. Desde VOX exigieron su dimisión “por despilfarradora, antipatriota y porque ha comido tofu tres veces en cuatro días”. El Partido Popular, más prudente, pidió explicaciones “sobre por qué no se quedó en Nueva York si estaba tan a gusto”. Mientras tanto, en redes sociales comenzó a circular el hashtag #YoTambiénQuieroUnViajeFeminista.

Un portavoz del Ministerio ha defendido el viaje afirmando que “se ha hecho conforme a los estándares de igualdad intercontinental”. A la pregunta de si volverían a repetirlo, contestó: “Ojalá, pero esta vez a Bali. Allí también hay desigualdad de género y masajes con aceite de coco”.


Un nuevo capítulo en la diplomacia feminista de alto standing

En resumen, el viaje a Nueva York de la ministra no solo reabre el debate sobre el uso de los fondos públicos, sino también sobre las prioridades de un ministerio que, al parecer, prefiere hacer política con tacones Louboutin antes que con presupuestos LOMLOE.

¿Es un escándalo? ¿Una performance? ¿Un musical en proceso de subvención? Quizás todo a la vez. Pero si algo ha quedado claro es que el legado de Irene Montero no ha muerto: simplemente ha cambiado de hotel.

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