Lo Corte Ingles

Madrid – En una rueda de prensa celebrada entre cafés recalentados y bandejas de galletas María, la patronal del comercio que agrupa a gigantes como El Corte Inglés, Carrefour o Ikea, anunció con solemnidad su última y revolucionaria propuesta: traer miles de trabajadores extranjeros para cubrir más de 16.000 vacantes. Todo ello en un país donde el paro juvenil alcanza ya el 24% y donde la frase “cobrar más de 1.200 euros” se considera ciencia ficción.

La idea, según explicaron los portavoces, es sencilla: “Si no conseguimos que los jóvenes españoles quieran trabajar por 800 euros, a turnos partidos, en Navidad y con un contrato temporal de tres días… la solución lógica es importar a alguien que sí quiera hacerlo. Porque lo que no vamos a hacer es subir sueldos, que bastante tenemos ya con mantener el aire acondicionado en verano y la calefacción en invierno.”


La lógica patronal: si no quieres trabajar por poco, siempre habrá otro que sí

En el comunicado, se expuso que “los españoles están cada vez más cómodos en casa, con sus estudios, sus becas y su TikTok”, lo que ha generado una alarmante escasez de candidatos dispuestos a pasar ocho horas de pie doblando pantalones en Zara o reponiendo yogures caducados en Carrefour.

La patronal aclaró que no es que no existan trabajadores disponibles, sino que existe “un exceso de dignidad mal entendida”. “Antes, la gente daba las gracias por tener un trabajo, aunque fuese con un jefe que te gritaba delante de los clientes y cobrando menos que el alquiler de una habitación en Alcorcón. Hoy, en cambio, quieren salario digno, conciliación familiar y hasta un contrato indefinido. Es el colmo de la ingratitud”, protestó un directivo de Ikea mientras acariciaba un sillón Poäng de 89,99€.


El plan migratorio empresarial: trabajadores como si fueran packs de oferta

La propuesta se articularía en lo que han denominado “Plan Carrefour 2×1 en mano de obra”, un sistema de convenios internacionales que permitiría importar trabajadores de países lejanos con la misma facilidad con la que se importa mango en conserva.

El esquema sería sencillo:

  1. Llegada del trabajador en avión charter con etiqueta de “nuevo stock”.
  2. Formación exprés de 48 horas para aprender a sonreír mientras se escanea un código de barras que no pasa.
  3. Contrato temporal de 15 días prorrogable indefinidamente bajo la condición de “ya veremos”.
  4. Un diploma con el sello de El Corte Inglés que certifica: Empleado dispuesto a trabajar sin rechistar.

“Es un win-win”, aseguraron los representantes patronales. “El país de origen se queda con un parado menos, nosotros ganamos un trabajador nuevo y España mantiene el índice de paro juvenil para poder seguir organizando congresos sobre el desempleo sin que falte material.”


Los jóvenes españoles responden: “Si hay que trabajar, que trabajen ellos”

Mientras tanto, en las calles, varios jóvenes consultados mostraron su asombro por la noticia. Marta, de 23 años, recién graduada en Filología Clásica y especialista en hacer currículums creativos que nadie lee, declaró:

“Yo estaría encantada de trabajar, pero cuando voy a una entrevista y me dicen que el horario es de 10 de la mañana a 3, y de 5 a 10 de la noche, por 950 euros al mes, sinceramente… me vuelvo a casa a traducir latín por gusto. Al menos Cicerón me respeta más que Carrefour.”

Por su parte, Álvaro, de 21 años, estudiante de FP en Administración, explicó: “Mira, si me pagan lo mismo que por ser rider con mi bici, pero al menos con Glovo puedo parar a fumar un piti y no me mira mal un jefe. Pues la decisión está clara.”


Expertos laborales: “Si subieran los salarios, igual alguien querría trabajar”

Un grupo de economistas y expertos en empleo fueron consultados sobre el fenómeno. La mayoría coincidió en que quizá, solo quizá, el problema no sea que los españoles sean unos vagos, sino que las condiciones laborales rozan lo indecente.

“Es como si montas un restaurante y dices: ‘No entiendo por qué no vienen clientes si cobro 50 euros por una caña y una tapa de aceitunas.’ La solución no es importar clientes de Polonia. La solución es ajustar precios. Pero parece que la patronal aún no ha pillado la metáfora”, comentó una profesora de Economía Laboral de la Universidad Autónoma.

Otro experto añadió: “Si en lugar de invertir millones en campañas de publicidad navideña con Raphael, El Corte Inglés destinara ese dinero a pagar sueldos dignos, probablemente llenarían las vacantes en dos semanas.”


La alternativa: robots con contrato temporal

Ante las críticas, algunos directivos ya contemplan una segunda vía: sustituir a los trabajadores por robots que no pidan vacaciones, no reclamen horas extra y sonrían siempre.

“Estamos trabajando en un modelo de dependiente-robot que no se canse de repetir ‘¿Tiene la tarjeta de puntos?’ 12.000 veces al día. El único problema es que aún no hemos conseguido que los robots acepten cobrar menos del salario mínimo. Es que son muy exigentes”, explicó entre risas el portavoz de la patronal.


Reacciones políticas: de la defensa al ridículo

El Gobierno, preguntado por la propuesta, se mostró dividido. Mientras algunos ministros señalaron que habría que “explorar la idea con seriedad”, otros ironizaron con que “quizá también podríamos importar diputados para que trabajen en agosto”.

Desde la oposición, las reacciones no tardaron:

  • Vox propuso que los inmigrantes trabajasen gratis durante seis meses como prueba de buena voluntad.
  • El PSOE pidió una mesa de diálogo sobre la precariedad, aunque no concretó fecha porque estaban de vacaciones.
  • Unidas Podemos sugirió directamente nacionalizar los supermercados y convertirlos en comunas de autoservicio: “Cada cliente que reponga lo que coge y listo.”

Conclusión: el milagro español del paro con vacantes

En definitiva, España ha conseguido un hito digno de estudio: tener miles de jóvenes sin trabajo y miles de trabajos sin jóvenes, pero sin que a nadie se le ocurra juntar ambas piezas del puzzle con la fórmula mágica de “subir salarios y mejorar condiciones”.

Mientras tanto, la patronal seguirá soñando con un futuro en el que la mano de obra barata llegue como las rebajas de verano: en oleadas, con etiquetas de descuento y sin que nadie pregunte demasiado.

Porque en España, si hay algo que une a todos los sectores empresariales, es el principio inquebrantable de que el sueldo siempre puede bajar un poquito más.

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