En un giro digno de una comedia de enredos, el diputado portugués Miguel Arruda, del partido ultraderechista Chega, ha sido acusado de convertir las cintas de equipaje del aeropuerto de Lisboa en su propio centro comercial personal. Según las autoridades, Arruda habría estado recogiendo maletas ajenas como si fueran ofertas de temporada, llenando su armario con prendas que, al parecer, no venían con etiqueta de precio.
La sorpresa no termina ahí: se descubrió una cuenta en la plataforma de venta de ropa usada Vinted, bajo el nombre “miguelarruda84”, desde la cual se habrían vendido más de 180 artículos a precios de ganga. Imaginemos a un comprador afortunado adquiriendo unos pantalones de marca por un euro, sin sospechar que podrían tener más millas acumuladas que un piloto de aerolínea.
Arruda, en su defensa, ha negado las acusaciones y sugiere que las grabaciones que lo incriminan podrían ser obra de la inteligencia artificial. Quizás en su próxima intervención parlamentaria proponga una ley contra los “deepfakes” que muestran a políticos en aventuras aeroportuarias.
El líder de Chega, André Ventura, ha instado a Arruda a renunciar a su escaño, pero este, aferrado a su asiento como una maleta a su dueño legítimo, se ha negado, optando por abandonar el partido pero manteniendo su puesto como diputado no adscrito. Mientras tanto, en las redes sociales, los memes y chistes sobre el “diputado de las maletas” han despegado sin escalas, convirtiendo este episodio en el equipaje de mano perfecto para la comedia política portuguesa.