Madrid, 5 de marzo de 2025 – En un giro inesperado de los acontecimientos, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha desatado una tormenta de críticas tras declarar en una rueda de prensa que “recoger el tendedero es un acto profundamente romántico, un gesto de amor hacia el hogar”. Las palabras, pronunciadas mientras sostenía una pinza de madera como si fuera una rosa, han provocado una reacción visceral entre colectivos feministas, que han respondido con un contundente: “No aceptamos lecciones de feminismo de alguien que confunde la colada con un soneto”.
La polémica estalló cuando, durante la presentación de una campaña municipal para fomentar la sostenibilidad, Almeida se desvió del guion para reflexionar sobre las tareas domésticas. “Hay algo poético en tender la ropa al sol y luego recogerla, pieza a pieza, oliendo a limpio. Es como un vals con la vida cotidiana”, afirmó, mientras un asesor intentaba, sin éxito, quitarle el micrófono. En cuestión de minutos, las redes sociales ardían con memes de Almeida bailando un vals con una sábana y comentarios sarcásticos sobre su “visión progresista”.
La respuesta no se hizo esperar. La plataforma “Mujeres por la Igualdad Real” emitió un comunicado en el que acusaban al alcalde de “trivializar siglos de lucha feminista con metáforas dignas de un culebrón”. En una escena aún más surrealista, un grupo de activistas irrumpió en la Plaza Mayor con tendederos portátiles y comenzó a colgar ropa interior con mensajes como “El romanticismo no lava los platos” y “Almeida, tiende tú”.
Por su parte, el alcalde intentó matizar sus declaraciones esta mañana, asegurando que “solo quería destacar la belleza de lo cotidiano”. Sin embargo, la situación escaló cuando un vídeo filtrado lo mostró intentando tender una camisa en su despacho, solo para enredarse en las mangas y exclamar: “¡Esto es más difícil que negociar con la oposición!”.
Mientras tanto, en un bar cercano a Cibeles, un grupo de vecinos debatía si el próximo paso de Almeida sería declarar que fregar los suelos es “un haiku para el alma”. La ciudad, dividida entre la risa y la indignación, espera con curiosidad el próximo capítulo de esta saga doméstico-política.