Irene Montero y Belarra en Menorca

Mahón, Menorca.
La tranquila isla balear ha sido escenario de un episodio insólito que ya ha desbordado tanto a la Guardia Civil como a los socorristas de playa. Una inesperada oleada de inmigrantes ilegales ha llegado en patera a Menorca, pero lo curioso no han sido las barcas, ni la travesía, ni siquiera la falta de papeles. Lo que ha dejado boquiabiertos a los menorquines es que entre los recién llegados se encontraban nada menos que Irene Montero e Ione Belarra, exministras y referentes de la política española, que han decidido probar suerte en su “nueva vida de migrantes”.

“Queremos empezar desde cero”

Con chalecos salvavidas de colores chillones y un par de flotadores con forma de unicornio, Montero y Belarra pisaron la arena de Cala en Porter proclamando que lo suyo era un “acto de coherencia política”.
“Si hemos defendido durante años la llegada de inmigrantes, lo mínimo era sumarnos a la experiencia. Ahora también somos parte de la lucha”, declaró Irene Montero mientras escurría agua salada del pelo y buscaba wifi para publicar un comunicado en Instagram.

Belarra, por su parte, fue más práctica:
“Queremos empezar desde cero, sin privilegios. No traemos nada salvo un bote de hummus ecológico y unas toallas de Carrefour. La idea es trabajar en hostelería, aunque si hay hueco en algún consejo de administración tampoco le vamos a hacer ascos”, afirmó entre risas nerviosas.

Confusión en la playa

Los turistas alemanes que tomaban el sol no daban crédito. Algunos pensaron que se trataba de un reality show de Netflix titulado Ministras náufragas. Otros creyeron que era una perfomance del Orgullo. La Guardia Civil, al ver la escena, tuvo que improvisar un protocolo porque nunca habían tenido que rellenar un parte con nombres tan conocidos.

“Nos hemos pasado media hora discutiendo si esto cuenta como inmigración ilegal o como escapada de fin de semana. Al final hemos puesto en el informe: ‘Dos ciudadanas conocidas en España se autodeportan a Menorca por voluntad propia’”, explicó un agente mientras aún se secaba las botas.

Solicitud de asilo político

Montero y Belarra, lejos de amedrentarse, han acudido directamente al ayuntamiento de Mahón a solicitar asilo político, alegando persecución mediática en la península. “En España ya no nos entienden. Queremos empezar en Menorca, que tiene una identidad propia y además buen clima”, rezaba su escrito.

Los funcionarios municipales, entre la risa y el desconcierto, han sellado el documento para evitar males mayores: “Mire, mejor que jueguen a inmigrantes aquí que no que vuelvan a montar otro ministerio”.

Reacciones en la isla

La llegada de las exministras ha provocado opiniones encontradas entre los menorquines.

  • Los hosteleros ya han preguntado si saben cargar bandejas o limpiar habitaciones.
  • Los pescadores sospechan que las pateras con exministras atraen demasiados focos mediáticos y temen que encarezcan la sardina.
  • Los ecologistas celebran que vinieran en barca y no en avión: “Menos huella de carbono, más coherencia”.
  • Los vecinos de Fornells están organizando visitas guiadas a “la cala donde desembarcaron las ministras”, que ya se promociona como nuevo reclamo turístico.

La oposición reacciona

Desde Madrid, varios partidos políticos han reaccionado con ironía. Vox ha exigido su repatriación inmediata “a Vallecas o al barrio que corresponda”. El PP ha preguntado si ahora se podrán contabilizar las exministras como parte de las estadísticas de inmigración irregular.
Mientras tanto, Podemos ha declarado que “Montero y Belarra están llevando a cabo una experiencia sociopolítica de primer orden” y que pronto se anunciará una gira de charlas titulada Ser inmigrante por convicción, no por necesidad.

Futuro incierto

De momento, ambas exministras sobreviven gracias a la hospitalidad de algunos vecinos, que les han dejado un apartamento con vistas al puerto de Ciutadella. A cambio, Montero da clases improvisadas de feminismo inclusivo a los gatos callejeros, mientras Belarra organiza talleres de yoga asambleario.

Los lugareños se preguntan cuánto durará la aventura. “A lo mejor en septiembre ya se cansan y vuelven en avión, como todo el mundo”, comenta una tendera. Otros, en cambio, temen que conviertan Menorca en la capital mundial del exilio progresista.

Lo cierto es que, entre risas, selfies y pateras, Menorca se ha colocado en el mapa de la actualidad política más surrealista. Y no parece que vaya a ser la última vez: se rumorea que Pablo Iglesias también estaría mirando ferris clandestinos para mudarse con ellos… aunque en su caso, con la condición de que haya terraza para instalar un futbolín.

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