Ejemplo de una terfa

Cuando la exclusión se convierte en combustión perpetua.

En los últimos tiempos, parece que las Terfas (acrónimo de “Trans-Excluyentes Radicales Feministas”) se han convertido en una especie de energía inagotable, como si fueran una cafetera italiana que hierve constantemente y amenaza con explotar si alguien osara cuestionarlas o contestar lo que no debe. Es una partida del juego “Operación” más peligrosa. No importa cuántas veces se intente razonablemente dialogar, ofrecer evidencias o incluso un café descafeinado para calmar los ánimos; las Terfas siguen encendidas, incendiando redes sociales, debates públicos y hasta grupos de WhatsApp familiares. ¿Hay alguien que sepa dónde está el interruptor?

Las periodistas pertenecientes a una minoría sexual de este noble y serio diario nos hemos planteado esta pregunta, porque estamos hasta lo más alto del tercer sobaco de esas malas fotocopias unas de otras viniendo como un juego arcade cutre, aburrido y sobretodo: Mal hecho. (En serio, menudas supervivientes de aborto nos vienen a cuestionar el físico)

No es que falten intentos por “apagar” esta maquinaria de indignación. Cualquier comentario que invite a reflexionar sobre los derechos de las personas trans genera una erupción volcánica. Pero lo más fascinante es que, lejos de apagarse, parece que las Terfas recargan baterías con cada interacción. Algunos aseguran que su sistema opera con combustible compuesto de “libertad de expresión” y “biología esencialista”. Otros especulan que se alimentan de la mera existencia de personas que no encajan en su estrechísima definición de “mujer”.

Es por ello que las intrépidas periodistas antes mencionadas, por si te olvidaste, nos hemos propuesto hallar la verdad contactando con varias expertas de renombre dentro del feminazismo hegemónico terfil.

Para empezar, nuestra experta en la universidad de TikTok, la excelentísima Dra. Miko Ñogordo ha dejado de lado su twerking feminista para responder a tan interesante pregunta: “Las TERFAs suelen ser la fase larvaria de las Charos, de ahí que sean unas capullas. Pueden evolucionar o no, pero al igual que otras especies que tienen procesos de metamorfosis son unas capullas que lo resisten todo. Incluso la verdad” Tras esto procedió a realizar un trend de enseñar las tetas para empoderarse.

Después de tan interesante afirmación, decidimos consultar a otra experta en género de refutado nombre: Su eminecia la Dra. Chari Macías Pajas. La cual, tras horas de hablar de su gato y las mejores cosechas de vino nos comentó: “Las TERFAs son la adolescencia del feminazismo. Hay que tratarlas con paciencia, demostrarles que hay algo más que su potorro peludo y guiarlas en el buen camino gracias a los gatos.”

Una vez más esta sorprendente revelación nos dejó en la más absoluta estupefacción, porque, saber en qué etapa de su ciclo charil estaban no ayudaba a apagarlas, necesitábamos saber el por qué de que el odio y la exclusión sean su buque insignia. Como era hacia lo masculino, decidimos hablar con un experto HOMBRE, aunque al final nos atendió un aliade… Lo sentimos, pero hombres en este inframundo charil no hay, por lo que nos conformamos con el eunuco Tomás Turbado. Este, tras exigirnos una partícula subatómica de teta como pago, nos dijo: “Creo y no sé, porque mi ama no me dice mucho que es algo de mujeres biológicas que los XY no entenderán”

Tras mucho intentarlo, al final, es aquí donde radica el misterio: ¿Qué impulsa a alguien a hacer de la exclusión su bandera? ¿Es una especie de club secreto donde el requisito para entrar es repetir tres veces “sexo biológico” frente a un espejo manchado de sangre menstrual bañada con luz de luna? Tal vez estemos ante un fenómeno antropológico sin precedentes: una infracultura que, al parecer, encuentra placer en diagramas de cromosomas y en gritar “No eres una mujer” como si fuera un conjuro mágico que repele el mal (lo masculino) y atrae gatos y vino.

Por supuesto, intentar “apagar” a las Terfas es tan imposible como discutir con un bot de servicio al cliente: frustrante, repetitivo y, al final, completamente infructuoso. Da igual cuántas veces expliques que los derechos humanos no son un juego de suma cero; siempre habrá alguna dispuesta a traer a colación el temido “baño público y las violaciones que “””queremos””” cometer” como si fuera la mayor amenaza a la civilización desde el cambio climático.

Mientras tanto, el resto de nosotros asistimos a este espectáculo con una mezcla de incredulidad, agotamiento y ganas de atropellarlas con el autobús de Hazte Oír, porque sí: Comparten argumentario. Si algo han conseguido las Terfas es monopolizar el debate feminista, desviando energía de luchas urgentes como la violencia de género, la desigualdad salarial, el acceso al aborto seguro o impedir ablaciones de clítoris. Pero claro, ¿qué importa eso cuando puedes pasar el día entero discutiendo sobre qué significa “ser mujer” y que las trans son gays con tacones?

Quizá la solución no sea apagar a las Terfas, sino dejarlas hablando solas. Tal vez, si nadie responde a sus provocaciones, su energía se disipe como el humo de una cafetera olvidada en la estufa o los adolescentes con el pavo. Al fin y al cabo, el fuego necesita oxígeno para seguir ardiendo, y quizás lo único que podemos hacer es quitárselo y mandarlas al rincón de pensar.

Mientras tanto, seguiremos buscando el interruptor. Si alguien lo encuentra, por favor, avísenos. Prometemos no apagarlo del todo; solo bajarle un poco la intensidad, como cuando ajustas la luz del comedor para crear un ambiente más agradable. Porque, al final, todos merecemos un debate más luminoso y menos abrasador. O si queréis nos organizamos y nos ponemos a “dormir” TERFAs. Lo que veáis mejor…

¿Tienes un rumor?

Mándalo directo a nuestra Papelera.
📩 ¡Envíalo aquí!
papelera@diario-asdf.com

La cosa esta de la semana

«En un mundo donde todos toman la vida demasiado en serio, el Diario ASDF nos recuerda que apretar fuerte los dientes es la mejor forma de mantener la cordura.»

~ Atribuida a un anónimo lector del Diario ASDF, siglo XIV.

Entradas Destacadas