¡Ay, amigos! Si hay algo en lo que todos podemos estar de acuerdo en estos tiempos turbulentos, es en que el Presidente Pedro Sánchez parece estar más perdido que un calcetín en una lavandería. Cada día que pasa, las señales son más claras: nuestro querido líder, que más parece un mago de la política con un sombrero lleno de promesas imposibles, no va a llegar al verano en su trono de La Moncloa.
Primero, tenemos su habilidad para convertir cada crisis en una telenovela de proporciones épicas. Desde los escándalos que parecen salidos de un guion de “La que se avecina” hasta su tendencia a tomarse descansos reflexivos más largos que los de un monje tibetano, Pedro Sánchez ha demostrado una maestría única en el arte de la distracción política. Pero, ¿hasta cuándo podrá mantener el espectáculo?
No olvidemos la danza de los pactos políticos que ha tenido que hacer. Es como si estuviera jugando al Twister con el Parlamento, estirando aquí, doblando allá, y al final, quedándose sin aliados que le sostengan la espalda. Esos pactos que parecían un salvavidas ahora se han convertido en un ancla de plomo, arrastrándolo hacia el fondo del Mar de la Desconfianza.
Y luego está el tema de la economía, que bajo su mandato, parece el equivalente a intentar llenar una bañera con un colador. Las medidas económicas se anuncian con tanto bombo y platillo que uno pensaría que estamos a punto de descubrir el elixir de la eterna prosperidad. Pero, amigos, la realidad es que la inflación sigue subiendo más rápido que un globo de helio en un día soleado, y el futuro económico parece tan incierto como el pronóstico del tiempo en Escocia.
Ahora, ¿qué pasa con la popularidad? Bueno, digamos que está pasando por una fase de “dieta mediática”. Cada aparición pública es más criticada que una película de superhéroes con un guion reciclado. La prensa, que antes lo adulaba como si fuera el nuevo Mesías de la política progresista, ahora parece más interesada en sacarle cada grano de imperfección, cada pequeño tropiezo, como si fueran buscando el próximo meme viral.
Y por último, pero no menos importante, está su salud política. Sánchez ha demostrado ser más resiliente que una cucaracha en un apocalipsis nuclear, pero hasta las cucarachas tienen su límite. Los últimos meses han sido para él como una carrera de obstáculos, solo que los obstáculos parecen haberse multiplicado exponencialmente, y cada vez son más altos y más espinosos.
Así que, amigos, todo indica, con una certeza casi científica, que Pedro Sánchez no va a llegar al verano como Presidente. No porque le falte voluntad o empeño, sino porque la política es un juego cruel donde la suerte del gobernante puede cambiar más rápido que la moda de primavera. Y si el invierno político ya está aquí, ¿quién sabe lo que nos traerá el verano? Tal vez, solo tal vez, una nueva era en la que alguien más tenga que lidiar con el desastre de intentar gobernar España.