Madrid — Como si de un superhéroe que ha perdido la capa pero conserva la coleta se tratara, Pablo Iglesias ha anunciado oficialmente su regreso a la Universidad Complutense de Madrid como profesor de Ciencia Política, al mismo tiempo que ha confirmado que volverá a vivir en su mítico piso de Vallecas, “porque el chalet era demasiado mainstream”.
“Me voy a reencontrar con mis raíces, con mis tazas de Game of Thrones y mis clases sobre hegemonía cultural”, declaró Iglesias en una improvisada rueda de prensa en el rellano del bloque, justo al lado del ascensor que lleva roto desde 2007. “He sentido la llamada de la tiza, la pizarra y el alumno que hace preguntas que ya respondí hace diez años. Es mi sitio natural”.
📚 De la Moncloa a la cafetería de la Facultad
El regreso de Iglesias a la Complutense marca el fin de una etapa y el comienzo de otra: la del profesor que llega tarde porque el metro se ha parado entre Pacífico y Conde de Casal. Fuentes internas de la universidad han confirmado que su horario incluirá seminarios sobre populismo, hegemonía gramsciana y un taller práctico titulado “Cómo destrozar tertulias de prime time con una ceja arqueada”.
Los alumnos han reaccionado con una mezcla de expectación y memes. En el grupo de WhatsApp de primero ya circula un sticker de Iglesias escribiendo en la pizarra con la frase “Este es el momento histórico”. En Twitter, varios usuarios han recordado que sus clases solían acabar en debates de dos horas sobre “la casta”, “la hegemonía” y “por qué Marx tenía razón aunque no pagara el gimnasio”.
“Es un orgullo que vuelva. Nadie explica como él por qué Gramsci se enfadaría con Telecinco”, dijo una estudiante de primer curso que pidió mantenerse en el anonimato “por miedo a que Pablo le cite en su próximo podcast”.
🏡 El retorno al piso de Vallecas: entre la épica y la gotera
La otra gran noticia es que Iglesias dejará atrás su famoso chalet en Galapagar —que durante años fue el epicentro de debates políticos, protestas de ultraderecha y paseos de gallinas— para regresar a su antiguo piso de soltero en Vallecas.
Según testigos, el exlíder de Podemos fue visto cargando cajas con ejemplares subrayados de El Capital, vinilos de Ska-P y un micro de radio que aún huele a café de tertulia. Al parecer, su mudanza ha sido más ideológica que logística.
“Pablo ha dicho que ya no necesita jardín ni piscina. Lo único que quiere es un buen balcón donde fumar reflexiones”, comentó un vecino, mientras barría el portal. “Lo único que le preocupa es que el wifi del edificio va fatal cuando todos se conectan a Netflix a la vez”.
Un antiguo colega de facultad, que también reside en el barrio, señaló que “volver a Vallecas es como cuando Frodo regresa a La Comarca después de destruir el Anillo, solo que aquí el Anillo es la Vicepresidencia y La Comarca huele a fritanga”.
🧠 “Vuelvo para hacer revolución desde las aulas”
En declaraciones exclusivas para Diario ASDF, Iglesias explicó los motivos de su decisión:
“He probado el poder institucional, he probado los platós y los micrófonos… pero nada se compara con explicar a 80 chavales de 18 años que el neoliberalismo no es una marca de cereales. La verdadera batalla cultural se libra en las aulas, no en los Consejos de Ministros.”
Cuando se le preguntó si tenía pensado volver también a la política activa, Iglesias fue contundente:
“No, salvo que Yolanda Díaz, Pedro Sánchez y Feijóo se unan para invocar mi regreso como si fuera un Pokémon legendario. Pero por ahora, me basta con la tiza y el PowerPoint.”
☕ Los profesores veteranos ya han empezado las apuestas
La llegada de Iglesias a la Complutense ha generado un auténtico terremoto en la plantilla docente. Algunos veteranos han empezado a hacer quinielas sobre cuánto tardará en organizar una asamblea estudiantil en mitad de un examen.
“Yo digo que en dos semanas ya habrá carteles de ‘Clase abierta sobre la hegemonía de la tapa de bravas’ pegados en los baños”, afirmó un catedrático jubilado entre risas. “Eso sí, si consigue que los alumnos vengan a clase de viernes a las 8 de la mañana, se merece otra vicepresidencia”.
Otros, sin embargo, ven su regreso con cierta resignación. “Nos tocará compartir fotocopiadora con él otra vez”, comentó una administrativa. “Y cuando haya atasco en la cola, dirá que es culpa del capitalismo tardío.”
🎓 Los alumnos preparan preguntas trampa
Mientras tanto, algunos estudiantes han reconocido que ya están preparando “preguntas estratégicas” para ponerle a prueba.
“Le voy a preguntar si Podemos fracasó por exceso de hegemonía o por falta de praxis”, dijo un alumno de tercero que lleva tres años intentando aprobar Teoría del Estado.
Otro ha confesado que planea preguntarle si se arrepiente de haber entrado en el Gobierno “sólo para ver si se le escapa una lágrima gramsciana”.
Incluso se rumorea que algunos estudiantes de Económicas han organizado un grupo de lectura de Milton Friedman sólo para provocarle. “Queremos ver qué cara pone cuando alguien diga la palabra ‘mercado’ sin usarla como insulto”, explicó uno de ellos.
🛋️ La decoración de Vallecas: vuelta a la austeridad revolucionaria
Fuentes cercanas han revelado que Iglesias ya ha empezado a redecorar su antiguo piso. Ha retirado los muebles de IKEA del chalet y ha vuelto a colocar su mítico sofá de skay marrón, el póster de Lenin descascarillado y la estantería Billy repleta de libros que sólo él ha leído completos.
También ha reinstalado la cafetera italiana original con la que preparaba el café antes de sus clases, y que según él “conserva el aroma de las luchas estudiantiles de 2006”.
Un electricista que pasó por la casa confesó que Iglesias “pidió que le dejaran las bombillas desnudas, sin lámparas”, para darle un toque “de precariedad auténtica”. Y añadió: “Me preguntó si podía poner paneles solares en el tendedero. Le dije que mejor no, que se le iban a llevar los gitanillos del barrio”.
📻 Regreso mediático controlado
Aunque Iglesias ha asegurado que su prioridad es la docencia, no descarta “seguir opinando” en su podcast y alguna que otra aparición televisiva “cuando las tertulias necesiten un poco de intensidad dialéctica”.
Sin embargo, también ha anunciado que reducirá su presencia en medios para centrarse en “formar una nueva generación de cuadros que sepan citar a Gramsci sin leerlo de Wikipedia”.
“Lo mediático ya fue. Ahora quiero lo académico. Es hora de que vuelva el Pablo profesor, no el Pablo que grita en Al Rojo Vivo”, explicó, aunque admitió que “si Ferreras me llama, le cojo, que tampoco soy de piedra”.
🧮 Los vecinos ya se preparan para el debate permanente
En el edificio de Vallecas, la noticia ha provocado sentimientos encontrados. Algunos vecinos se muestran encantados de tener de vuelta “al chico de la coleta que hacía botellones políticos en el portal”.
Otros, en cambio, están preocupados por el regreso de las tertulias improvisadas en la azotea. “Ya nos ha pedido permiso para organizar un ‘cinefórum revolucionario’ los jueves por la noche”, dijo una vecina. “Y claro, luego no hay quien duerma con tanto debate sobre hegemonía cultural y trap”.
El presidente de la comunidad ha confirmado que ya está redactando un nuevo reglamento interno que incluye una cláusula específica: “Se prohíben las asambleas vecinales que duren más de tres horas o que citen a Gramsci más de cinco veces”.
📝 Epílogo: el eterno retorno de la coleta
La vuelta de Pablo Iglesias a la Complutense y a Vallecas no es solo un gesto personal: es, según sus propias palabras, “una metáfora de que todo ciclo político termina en la pizarra y en el barrio”.
Mientras unos lo celebran como un regreso a la autenticidad, otros lo ven como el inevitable reboot de una saga que nunca termina del todo. Lo cierto es que, una vez más, Pablo Iglesias ha conseguido lo que mejor se le da: estar en el centro del debate, ya sea en la Moncloa, en un plató o en un aula con fluorescentes parpadeantes.
Y mientras prepara su primera clase del curso, con diapositivas que alternan citas de Marx y memes de Shrek, Iglesias sonríe: ha vuelto a casa.
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