Madrid, 29 de abril de 2025 – En un alarde de ingenio burocrático que roza la distopía, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido combatir la oscuridad con más oscuridad: la creación de una Subsecretaría para la Secretaría de la Subsecretaría de la Comisión para la Investigación del Apagón. El anuncio, presentado con la solemnidad de quien inaugura un ministerio para contar nubes, responde al caótico apagón que el pasado martes sumió a España en un blackout de 47 minutos y 23 segundos, un evento que el Ejecutivo describe como “un percance lumínico” y la oposición como “el colapso final de un Gobierno que ya funcionaba a media luz”.
El apagón, que afectó a 17 comunidades autónomas, 43 provincias y un pueblo de Zamora donde nadie notó la diferencia porque “allí siempre es de noche”, comenzó a las 19:03 y dejó a millones de españoles sin Netflix, sin microondas y, en algunos casos, sin excusa para no hablar con sus familias. Las causas son un misterio envuelto en un enigma y servido con un café frío: el Gobierno apunta a “una sobrecarga en la red provocada por un enjambre de drones malintencionados”, mientras que un informe preliminar de Red Eléctrica sugiere que alguien “desenchufó el país por error al intentar cargar un patinete eléctrico”. En X, un usuario anónimo con 12 seguidores juró que vio a un ministro “apretando botones al azar en una central eléctrica como si fuera un DJ en Ibiza”.
Para esclarecer este fiasco, Sánchez ha optado por una solución tan útil como un paraguas en el desierto: una subsecretaría cuyo nombre es tan largo que los funcionarios ya piden bajas por tendinitis al escribirlo. Su misión, según el BOE, será “articular un marco de gobernanza para la resiliencia energética mediante la sinergia de dinámicas investigativas”. Traducido: gastar millones en reuniones para decidir si el apagón merece un PowerPoint o directamente un documental de La 2. La nueva entidad, que dependerá de una secretaría que a su vez depende de una subsecretaría que nadie sabe ubicar, tendrá un presupuesto inicial de 47 millones de euros, “ampliable si hay que comprar más velas”.
La elegida para liderar este laberinto administrativo es Concepción “Conchi” Ramírez, excommunity manager de una panadería en Albacete, cuya experiencia se limita a “saber apagar y encender el Wi-Fi cuando se cuelga”. Su nombramiento ha desatado una tormenta de críticas: el PP la acusa de ser “la prima de alguien que conoce a un primo de un ministro”, mientras que Vox exige que la subsecretaría sea dirigida por “una bombilla de bajo consumo con valores patrios”. En respuesta, el PSOE defiende que Conchi “representa el espíritu de la España que se levanta temprano, aunque no haya luz”.
En las redes, el hashtag #SubsecretaríaDelApagón se ha viralizado junto a memes que comparan el organigrama del Gobierno con un nudo gordiano electrificado. Un tuit particularmente cruel señala que “el apagón duró menos que el tiempo que tarda un español en entender la factura de la luz”. Mientras tanto, los ciudadanos, hartos de pagar impuestos para financiar este circo administrativo, han comenzado a organizarse en “brigadas de linternas” para no depender de un Gobierno que, según un vecino de Badajoz, “es capaz de crear una subsecretaría para investigar por qué se fundió una bombilla en su despacho”.
El colmo llegó cuando Sánchez, en rueda de prensa, prometió que la subsecretaría entregará un informe preliminar en 2027, “salvo que haya otro apagón, en cuyo caso crearemos una subsecretaría para investigar la subsecretaría”. Los españoles, resignados, ya han empezado a stockpilar generadores y a rezar para que el próximo apagón no coincida con el final de la Champions. Total, la luz puede fallar, pero la burocracia, esa nunca se apaga.