Perro Sanchez

Mientras en España escasean viviendas, médicos y hasta bancos de parque con sombra, el Gobierno destina más de un millón de euros a un proyecto para fortalecer la “resiliencia socioecológica” de mujeres pastoras etíopes. Moncloa defiende la iniciativa como “una inversión estratégica en sostenibilidad global y empoderamiento rural transcontinental”.

Madrid — “No es un gasto, es una inversión en resiliencia socioecológica femenina y transfronteriza”, explicó con solemnidad un portavoz de La Moncloa, mientras mostraba un mapa de Etiopía a un grupo de periodistas que claramente no esperaban un briefing geográfico a las 9:00 de la mañana.

El Consejo de Ministros ha aprobado destinar 1,1 millones de euros a un programa de cooperación internacional en Etiopía, cuyo objetivo oficial es “mejorar la resiliencia socioecológica de las mujeres pastoras” en determinadas regiones rurales.

Según el comunicado oficial, la iniciativa busca “fortalecer capacidades comunitarias para enfrentar el cambio climático, promover prácticas ganaderas sostenibles y empoderar el liderazgo femenino en ecosistemas áridos y semiáridos”.
En otras palabras: ayudar a las pastoras etíopes a resistir sequías, crisis y —de paso— aprender a usar terminología que ningún español medio podría repetir sin atragantarse.


Cuando el empoderamiento se encuentra con la cooperación internacional

La medida ha sido enmarcada dentro de la Agenda 2030, ese documento que en teoría lucha contra la pobreza global, pero que en la práctica ha acabado generando frases tan crípticas que podrían usarse en exámenes de filosofía contemporánea.

“Es fundamental comprender que la resiliencia no es solo ecológica, ni solo social, es socioecológica. Y que las mujeres pastoras representan un vector clave de transformación sistémica”, declaró la secretaria de Estado de Cooperación Internacional, con la convicción de quien ha leído tres manuales de desarrollo sostenible y no ha dejado títere sin citar.

El programa, según fuentes diplomáticas, financiará talleres, infraestructuras hidráulicas básicas y actividades comunitarias centradas en liderazgo femenino. También se prevé la instalación de paneles solares para alumbrar corrales, una medida que ha sido descrita como “un hito en la electrificación nocturna ganadera con perspectiva de género”.


Reacciones en España: del aplauso al arqueo de cejas

En España, las reacciones no se han hecho esperar. Desde sectores afines al Gobierno se ha celebrado el proyecto como una muestra de “solidaridad global” y “visión de futuro”.

“Mientras otros países levantan muros, nosotros levantamos resiliencia”, declaró una diputada de la bancada socialista, con gesto solemne. “No podemos dar la espalda a las mujeres pastoras etíopes, porque su lucha también es nuestra lucha… aunque sea a 5.000 kilómetros de distancia.”

En la oposición, en cambio, el tono ha sido menos lírico. “Nos parece estupendo que se ayude a quien lo necesita, pero quizá antes deberíamos asegurarnos de que nuestros propios ganaderos no tengan que vender vacas por Wallapop”, ironizó un portavoz parlamentario. “Y ya que hablamos de resiliencia, podrían aplicarla al sistema sanitario, que está en modo ‘supervivencia’ desde hace años.”


Entre cartones y pastoras

La decisión ha coincidido con la publicación de varios informes sobre la crisis de vivienda y sinhogarismo en España, en los que millones de personas han dormido en la calle o en casas de familiares por no poder pagar un alquiler.

“Mientras aquí nos peleamos por bancos de parque y colchones inflables, allí financian pastos resilientes”, comenta María, una joven madrileña que comparte piso con seis personas en un 60 m². “Me alegra por ellas, de verdad, pero ¿habrá becas para ser pastora resiliente en España? Porque igual me apunto.”

En redes sociales, el anuncio ha generado un fenómeno peculiar: decenas de usuarios han empezado a parodiar el lenguaje técnico de la cooperación internacional con frases como “yo también quiero fortalecer mis capacidades socioecológicas frente al casero” o “mi alquiler necesita empoderamiento transcontinental urgente”.


Resiliencia: esa palabra mágica que sirve para todo

En los últimos años, la palabra “resiliencia” ha pasado de ser un término de la psicología a convertirse en un comodín político y administrativo. Lo mismo se aplica a pandemias, que a sequías, que a programas de desarrollo rural o reformas estructurales de la Unión Europea.

“En el mundo de la cooperación, si un proyecto no lleva la palabra ‘resiliencia’, no consigue financiación”, explica un experto en desarrollo internacional que prefiere mantenerse en el anonimato. “Antes la moda era ‘sostenibilidad’, luego vino ‘empoderamiento’. Ahora, si dices ‘resiliencia socioecológica con enfoque de género interseccional’, directamente te firman el cheque.”


De Moncloa a Etiopía: un viaje presupuestario sin escalas

Según la memoria económica del proyecto, el millón largo de euros saldrá del Fondo de Cooperación para el Desarrollo, un instrumento que financia iniciativas internacionales en países de renta baja.

La ejecución se realizará en colaboración con varias ONG, organismos multilaterales y, por supuesto, un nutrido equipo de técnicos que supervisarán desde España, con visitas puntuales a terreno (preferiblemente en temporada seca y con dietas generosas).

En palabras de un funcionario veterano: “Llevamos años financiando escuelas, pozos y hospitales. Pero este proyecto es diferente: ahora queremos financiar la capacidad de resistir lo que venga, incluso si no sabemos exactamente qué es lo que viene.”


El contraste con la España rural

Curiosamente, mientras el Gobierno invierte en resiliencia pastoral en Etiopía, en España el sector ganadero lleva años denunciando falta de apoyo y abandono institucional.

“Nosotros también somos pastores, pero aquí la resiliencia la pagamos de nuestro bolsillo”, señala Antonio, ganadero en Extremadura. “Si nos pusieran paneles solares en los establos, igual podríamos pagar la luz sin vender medio rebaño. Pero parece que para eso hay que estar a miles de kilómetros.”

Los sindicatos agrarios han pedido “coherencia” en la política rural y más inversión en el campo español. “No se trata de elegir entre Etiopía y España”, dijo un portavoz, “pero estaría bien que no tuviéramos que competir en visibilidad con proyectos que suenan a tesis doctoral.”


La diplomacia de la resiliencia

Fuentes diplomáticas aseguran que el proyecto también tiene un componente estratégico: fortalecer la imagen de España como socio confiable en África, especialmente en un contexto de creciente influencia de China y otros actores en la región.

“Esto no va solo de vacas y pastoras”, explicó un diplomático. “Va de posicionarnos como país comprometido con el desarrollo sostenible, el liderazgo femenino y la lucha contra el cambio climático. Además, Etiopía es un actor importante en el Cuerno de África. Y si de paso ganamos puntos en Naciones Unidas, mejor.”


El humor popular no perdona

En los bares y redes sociales, el tema ha dado lugar a todo tipo de comentarios jocosos. Desde memes que muestran a Sánchez pastoreando ovejas en el Sahel con una carpeta de PowerPoint bajo el brazo, hasta vídeos de humoristas simulando “talleres de resiliencia ganadera” en el metro de Madrid.

“Yo también quiero que me empoderen el liderazgo en ecosistemas áridos… como el de mi barrio, que no llueve desde junio”, decía uno de los vídeos virales más compartidos del día.


Entre el idealismo y la ironía

Nadie niega la importancia de la cooperación internacional ni el valor de apoyar a comunidades vulnerables en contextos difíciles. Pero la manera en que se comunican estos programas —con su jerga tecnocrática y su desconexión aparente con la realidad cotidiana española— abre un flanco perfecto para la sátira.

En un país donde conseguir un piso es casi una gesta heroica y donde los médicos huyen más rápido que los inquilinos, destinar un millón de euros a fortalecer “resiliencia socioecológica” en Etiopía tiene un aire inevitablemente surrealista.


Conclusión: la resiliencia empieza en casa (o en la calle)

La política exterior española busca proyectar solidaridad, modernidad y compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Pero el contraste entre los discursos y los problemas internos es tan llamativo que la resiliencia, al final, parece ser una asignatura pendiente en casa.

Mientras tanto, en Etiopía, decenas de mujeres pastoras recibirán talleres, paneles solares y apoyo técnico. Y en España, millones seguirán intentando pastorear su presupuesto mensual entre facturas, alquileres imposibles y carencias estructurales.

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