Sarah Perez Santaolalla

La tertuliana se hace viral por combinar el luto por las 7.291 víctimas con poses que recuerdan más a una promoción de perfume en ropa interior que a un minuto de silencio. Elisa Beni se la merienda por “confundir el periodismo con Playboy” y El Plural la presenta como mártir del acoso digital.

📺 Introducción: cuando las ideas no bastan, hay que enseñar clavícula

Madrid, agosto de 2025.
En un giro argumental que ni el guionista más trasnochado de Sálvame se hubiera atrevido a proponer, Sarah Pérez Santaolalla —tertuliana de profesión, influencer de vocación y reportera de Instagram en prácticas— ha revolucionado las redes con una serie de fotos donde aparece en actitud compungida y muy profesional… enfundada en un conjunto que haría ruborizar a cualquier calendario de bomberos.

Según su propio relato, Sarah acababa de salir de un plató televisivo y, lejos de descansar, decidió continuar “preparando las tertulias y el curro de las próximas semanas”, todo ello “siempre teniendo presente a las 7291 víctimas de las residencias”. Porque, claro, nada dice “memoria y respeto” como una pose melancólica con escote profundo, cara de drama y piernas cruzadas sobre un sofá de terciopelo burdeos.


📸 Estética OnlyFans, contenido Ana Pastor

Las fotos, compartidas en su cuenta oficial, muestran a Santaolalla en varias poses que oscilan entre el homenaje íntimo y el catálogo de lencería emocional. Mientras sostiene un cuaderno y un bolígrafo con la misma intensidad con la que uno sujeta una copa de vino en una primera cita, escribe con mirada perdida sobre los dramas de la tercera edad… o al menos eso se intuye entre los filtros sepia y los planos cenitales.

Pero no todo fue aplauso. Mientras algunos seguidores vitoreaban su capacidad para “humanizar el debate político desde la estética” (traducción: enseñar carne con causa), otros no tardaron en recordarle que un homenaje a las víctimas de las residencias tal vez requería menos pose de “te estoy esperando en la suite” y más sobriedad institucional.


💥 Elisa Beni aparece con un combo verbal letal

En medio de la polémica, surgió como un halcón justiciero la periodista Elisa Beni, quien dejó caer una bomba nuclear con forma de tuit:

“Ni los periodistas investigamos chantajeando ni preparamos tertulias posando para Playboy. Al menos los profesionales que respetamos la profesión…”

¡Zasca!
El timeline ardió. Mientras algunos aplaudían a Beni por poner límites al desmadre estético-informativo de ciertas tertulianas, otros consideraban que estaba “atacando a una mujer por mostrar su cuerpo” (aunque nadie recordaba que el cuerpo estuviera preparando tertulia alguna en las imágenes).


📰 El Plural entra en escena: mártir en tres actos

Como no podía faltar en esta ópera barroca, El Plural publicó un titular digno de manual de encuadre mediático:

“Acoso a Sarah Santaolalla tras su homenaje a los 7291 ancianos fallecidos en residencias de la Comunidad de Madrid”

Un titular que convierte a Santaolalla en víctima heroica de una jauría digital por el mero hecho de combinar blusa desabrochada y discurso social. Como si todo fuera un montaje de la derecha para silenciar a las influencers con conciencia de clase y buen gusto por la iluminación lateral.


🤡 La nueva generación de tertulianos: TikTok, tocamientos y tertulia

Todo esto plantea una pregunta más seria de lo que parece: ¿en qué momento los opinadores profesionales se convirtieron en streamers del sufrimiento ajeno?
¿Es posible que estemos viviendo una mutación darwiniana del tertulianismo, donde lo que pesa no es la reflexión sino la simetría facial, el contouring político y las poses de mártir erótica?

Sarah no es la única. La nueva escuela de tertulianos parece combinar el “me lo leí en diagonal en eldiario.es” con “me lo estoy tomando en serio, mira qué bien me queda el vestido en esta postura de concentración sexy”.


🪞Conclusión: entre el postureo y el postureo con mensaje

Santaolalla se defiende: asegura que su trabajo es tan serio como cualquier otro, y que la pose no anula el contenido. “No me quita profesionalidad tener buen gusto y saber hacer un homenaje digno desde mi espacio personal”, afirma.
Pero la pregunta queda flotando: ¿dónde acaba el homenaje y empieza el marketing personal?
¿Es el luto rentable si lo vendes bien en Instagram?

En cualquier caso, el debate está servido. Y mientras algunos la critican, otros ya están preparando su sesión de fotos con mirada intensa, ventilador industrial y un titular de eldiario.es en la mano. Porque en la España tertuliana de 2025, la credibilidad no se gana en la universidad… se gana en el algoritmo.

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