Sevilla, 17 de marzo de 2025 – La visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la capital andaluza este lunes ha sido todo menos un paseo triunfal. En un giro que nadie vio venir (excepto, quizás, los sevillanos), el líder socialista fue recibido con una sonora banda sonora de abucheos, gritos y algún que otro insulto creativo que haría sonrojar a un marinero. “¡Vete de aquí! ¡Nos estamos desangrando!” fue el cántico estrella de la jornada, acompañado de un despliegue de pancartas que rezaban desde “Sánchez, el vampiro de La Moncloa” hasta “Dejadnos el IVA y lleváoslo a él”.
El motivo de la protesta, según los presentes, no era otro que la última ocurrencia del Gobierno: un impuesto especial sobre el sudor para combatir el cambio climático, que en Sevilla, con sus 40 grados a la sombra, ha sido recibido como una puñalada trapera. “Aquí sudamos hasta en invierno, ¿esto qué es, un atraco a mano armada?”, exclamaba indignada Mari Carmen, una vecina de Triana que agitaba un abanico como si fuera un arma arrojadiza. Otros, más poéticos, aseguraban que Sánchez “ha venido a chuparnos la sangre mientras nos ahogamos en facturas”.
El presidente, visiblemente incómodo pero con su característica sonrisa de póster electoral, intentó calmar los ánimos asegurando que “el sudor de los sevillanos es un recurso renovable y solidario”. Sin embargo, sus palabras solo avivaron el fuego, y un espontáneo le lanzó un tomate que, por desgracia para el anecdotario, no llegó a destino gracias a la rápida intervención de un escolta. “Si falla el tiro, que no falle la intención”, gritó el autor del lanzamiento, ya detenido por la policía.
Fuentes cercanas al Gobierno han filtrado que Sánchez planea ahora una “gira de reconciliación” por otras ciudades cálidas como Córdoba y Málaga, aunque ya se rumorea que los cordobeses están afilando sus guitarras y los malagueños preparando espetos en su honor… o para otra cosa. Mientras tanto, en Sevilla, la ciudadanía ha dejado claro que, si hay que desangrarse, prefieren hacerlo por una buena causa: una ronda de cruzcampo bien fría.