Oh, qué alegría, Silvia Intxaurrondo, la salvadora de nuestras almas desinformadas, ha decidido que ya es hora de que alguien nos proteja de nosotros mismos. En un acto de heroísmo legislativo sin precedentes, propone que se pase una ley para que los “pseudomedios” dejen de intoxicarnos con su veneno informativo.
¡Aleluya! Por fin alguien se ha dado cuenta de que lo que necesitamos en nuestras vidas es menos diversidad de opinión y más censura oficial. Porque, claro, ¿quién necesita libertad de prensa cuando puedes tener a un grupo selecto de periodistas decidiendo por ti qué es verdad y qué no?
Intxaurrondo, en su infinita sabiduría, parece olvidar que los “medios de verdad” también han tenido sus momentos de gloria, como cuando se equivocaron en titulares, profecías económicas, o incluso en la cobertura de guerras sin mencionar el sesgo de algunos reportajes. Pero, claro, eso es agua pasada, porque ahora tenemos un nuevo sheriff en la ciudad de la información.
La ironía de proponer leyes para protegernos de la desinformación cuando los propios legisladores a veces no distinguen entre un hecho y una opinión es simplemente exquisita. ¿Qué será lo próximo? ¿Una ley para que solo se pueda hablar de gatitos y arcoíris en las noticias?
En resumen, gracias, Silvia, por velar por nuestra inocencia informativa. Ahora podemos dormir tranquilos sabiendo que hay alguien ahí fuera luchando para que nuestra burbuja de información sea aún más pequeña y controlada. Bravo por el sarcasmo involuntario, porque si hay algo que necesitamos, es menos información y más directrices sobre qué pensar.
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