En un giro de los cuentos de hadas que nadie vio venir, las jefas en el lugar de trabajo están siendo comparadas con las madrastras malvadas de los clásicos infantiles. Según fuentes que probablemente están demasiado estresadas para recordar lo que es un descanso, las jefas modernas han adoptado tácticas que harían sonrojar a la mismísima madrastra de Cenicienta.
“En lugar de pedir que limpies el hogar, ahora te piden que hagas el trabajo de todos y malabares para que no se aburra”, comentó Javi, un empleado que prefirió no revelar su apellido por temor a represalias, o peor aún, a ser asignado a otro usuario que presenta aún más dificultad para trabajar.
En la oficina, las nuevas “madrastras” no necesitan un espejo mágico para saber quién es la más productiva; tienen sistemas de seguimiento que harían palidecer a cualquier artefacto encantado. “Mi jefa tiene un software que sabe exactamente cuándo me levanto de mi escritorio para ir al baño”, añadió Juan, con una mirada de resignación que solo puede venir de un exceso de broncas inmerecidas.
Pero no todo está perdido. Al igual que en los cuentos, los empleados han encontrado su propio príncipe azul: el horario flexible. Aunque, claro, este príncipe a veces llega tarde, se pierde en el laberinto burocrático de la empresa o se lo pasan por el forro como todos los demás derechos.
Nuestro experto laboralista, Curro Naimenos, nos confiesa: “Las jefas son las nuevas arpías enviadas desde el infierno para destruir nuestras vidas. Vuelcan sus frustraciones de Charos amargadas en quienes pueden y sus gatos.” Declaró mientras actualizaba su currículum.
Las expertas en género han comenzado a estudiar este fenómeno, sugiriendo que tal vez, solo tal vez, que las jefas están compensando siglos de opresión con una pizca de autoritarismo. “Es una forma de equilibrio cósmico”, declaró la Dra. Miko Ñogordo, mientras sacaba el látigo, porque su asistente (varón) le trajo 12 en vez de 15 magdalenas para su primer desayuno.
Así que, si sientes que tu jefa es más una madrastra malvada que una líder inspiradora, no estás solo. Pero recuerda, en el mundo real no hay hadas madrinas, solo la esperanza de un aumento o, en su defecto, una buena zancadilla por las escaleras…