Chicas preturbadoras

Por la becaria que aparece una vez al mes para el glorioso periódico ASDF

Queridos lectores de ASDF, permítanme guiarlos por el resbaladizo y reluciente abismo de TikTok, esa plataforma que, con la precisión de un cirujano borracho, ha diseccionado lo peor de la cultura moderna y lo ha servido en clips de 15 segundos. TikTok no es solo una aplicación; es un monumento digital a la atención efímera, un lugar donde la creatividad va a morir con una sonrisa filtrada y una canción pop repetida hasta que te sangran los oídos.

Aquí, en este circo virtual, adolescentes con más confianza que talento se contonean en coreografías que parecen sacadas de un manual de aerobics de los 80, mientras adultos que deberían estar pagando impuestos o criando hijos se dedican a imitarlos con la gracia de un manatí en tacones. Los “retos virales” son la columna vertebral de esta distopía: desde lamer inodoros (¡viva la higiene!) hasta fingir ser un electrodoméstico por razones que ni Freud podría descifrar. ¿Quién necesita dignidad cuando tienes 12 likes y un comentario que dice “🔥”?

No nos olvidemos de los “tutoriales”, donde influencers con el carisma de una tostadora te enseñan a hacer un sándwich como si fuera física cuántica, o de los “life hacks” que incluyen consejos como “usa un calcetín para limpiar tu teléfono”. ¡Innovación pura! Y luego están las tendencias de doblaje, donde todos repiten el mismo diálogo de una película olvidada o un reality show, porque nada grita “originalidad” como un millón de personas haciendo lo mismo.

Los filtros, oh, los filtros. TikTok es el paraíso de los rostros plastificados, donde cualquiera puede tener ojos de anime, piel de porcelana y la autoestima inflada de un influencer que vende té detox. Hablando de eso, los “creadores de contenido” (un término que merece comillas irónicas) han convertido TikTok en un bazar de autopromoción. Aquí, cualquier mortal con un smartphone y cero vergüenza puede proclamarse “experto” en moda, fitness o, Dios nos libre, motivación personal.

Y no hagas preguntas sobre el algoritmo. Es un dios caprichoso que decide qué video de un gato con sombrero o de alguien gritando “POV: eres mi jefe” merece inundar tu pantalla. ¿Privacidad? Ja, TikTok sabe más de ti que tu madre, y probablemente ya vendió tus datos para financiar el próximo trend de baile.

En conclusión, TikTok es el reflejo de una humanidad que, armada con tecnología de punta, elige gastarla en imitar ladridos o en discutir si un vestido es azul o blanco en un video granulado. Es un lugar donde el tiempo se desvanece, la inteligencia se tambalea y, sin embargo, todos seguimos scrolleando como zombis en busca de la próxima dosis de dopamina. Así que, lectores de ASDF, si quieren entender hacia dónde va el mundo, abran TikTok. Pero no digan que no les advertí cuando terminen bailando en su sala a las 3 de la mañana.

Firmado: La becaria

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La cosa esta de la semana

«En un mundo donde todos toman la vida demasiado en serio, el Diario ASDF nos recuerda que apretar fuerte los dientes es la mejor forma de mantener la cordura.»

~ Atribuida a un anónimo lector del Diario ASDF, siglo XIV.

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