En un giro de los acontecimientos que solo podría ser descrito como una maestría en el arte de la ineficacia, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha fracasado estrepitosamente en su intento de sacar adelante su tan cacareada Ley Ómnibus. Sí, amigos, en un espectáculo de descoordinación y falta de apoyo que sería digno de un circo, la ley se ha quedado en el limbo legislativo.
En una sesión que prometía ser el escaparate de la habilidad política del PSOE, lo que hemos visto ha sido más bien una película de comedia barata. La ley, que pretendía ser una solución de urgencia para casi todo, desde la revalorización de las pensiones hasta la prohibición de cortes de suministros a personas vulnerables, ha sido rechazada con una mezcla de votos en contra de PP, Vox y Junts, demostrando que en política, como en la vida, no puedes tenerlo todo.
El Gobierno, con su habitual optimismo desbordante, había prometido que esta ley sería la panacea para todos los males de España, pero al parecer, olvidaron contar con los votos necesarios. ¡Qué sorpresa! Los pensionistas, que esperaban un aumento en sus ingresos, ahora tendrán que seguir esperando, mientras el Gobierno se rasca la cabeza preguntándose qué salió mal.
El líder del PSOE, probablemente mirando a través de la ventana con desconcierto, debe estar preguntándose cómo es posible que una ley que pretendía ser “ómnibus” haya resultado ser más bien un “mini-bus” sin pasajeros. En un intento por salvar los muebles, se habla ahora de desglosar las medidas y presentarlas en pequeños decretos, lo cual, ironías de la vida, es exactamente lo que se podría haber hecho desde el principio para evitar este bochornoso fracaso.
Así que, mientras el PSOE vuelve a sus tableros de dibujo para intentar no repetir este descalabro, los ciudadanos españoles contemplan con resignación cómo otra promesa se desvanece en el horizonte. Porque si hay algo que este episodio ha dejado claro, es que en política, el arte de hacer más con menos a veces se traduce en hacer menos con más.