En un giro que ni Nostradamus vio venir, la pequeña localidad de Salteras, , un pueblo sevillano que hasta ayer nadie sabía ubicar en el mapa, Sevilla, se ha convertido en el improbable escudo de España contra los aranceles de Donald Trump. ¿El arma secreta? No son naranjas, ni jamón, ni siquiera el flamenco. Son sombreros. Sí, sombreros judíos ortodoxos que, gracias a un acuerdo divino con el Tío Sam, se cuelan en Estados Unidos sin pagar un centavo de impuestos.

Salteras, un pueblo sevillano que huele a sudor y olivas, ha sacado del armario un arma para reventarle el ego a Donald Trump: sombreros judíos ortodoxos. La fábrica Fernández y Roche-Industrias Sombrereras Españolas (Isesa, porque decirlo entero es para masoquistas) escupe 100.000 chisteras al año, y el 70% va a parar a las cabezotas de los judíos ortodoxos en Nueva York y Tel Aviv. ¿El secreto para esquivar el 20% de aranceles con el que Trump amenaza a la UE? Un acuerdo religioso que le dice al pelucón: “Son sagrados, imbécil, métete tus tasas por donde te quepa”.

Abraham Mazuecos, el listo que lleva este chiringuito, se mea de risa mientras cuenta billetes: “Objetos religiosos, Donnie, no hay arancel que los roce”. A 80-150 pavos el sombrero, esta panda de sevillanos no solo viste a la fe, sino que le saca el dedo a ese orangután con corbata. Eso sí, si Trump despierta de su siesta y tumba el acuerdo, los judíos ortodoxos tendrán que elegir entre ir despeinados a rezar o soltar más pasta, y en Salteras igual acaban tejiendo pelucas para cubrir el desastre capilar del exmandatario.
Pero lo que clama al cielo es la guasa histórica: España, que en 1492 mandó a los judíos a tomar viento con el edicto de los Reyes Católicos –”fuera, y que os jodan, pero dejad el oro”–, ahora les hace sombreros como si quisiera lamerles las botas cinco siglos después. Mientras Torquemada se retuerce en su tumba, carbonizado de envidia, Salteras se forra con el kosher cash y le guiña un ojo al pasado: “Os echamos, sí, pero mirad qué sombreritos tan monos os hacemos ahora”. Y Trump, con su gorra MAGA de tres dólares y su “America First”, se come un mojón: España le mete un gol por la escuadra y le frota en la cara que hasta los judíos prefieren lo nuestro antes que su mierda arancelaria.
Total, que entre sombreros santos y un mea culpa con retraso, Sevilla le da una patada en los huevos al magnate. Si esto sigue, que declaren el chorizo reliquia sefardí y le manden a Trump un paquete con una nota: “Chúpate esta, gilipollas, y paga el envío”.



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