Sanchez comparece sobre Israel

En un arrebato que dejó boquiabiertos a periodistas, asesores y hasta a los guardias de seguridad de Moncloa, Pedro Sánchez declaró esta mañana que “lo único que de verdad lamento profundamente es que España no disponga de armamento nuclear, porque con un par de misiles bien colocados se acababa el problema en cuestión de minutos”.

La frase, pronunciada con la misma serenidad con la que normalmente habla de “avances progresistas” o de “la España que avanza”, provocó un silencio incómodo en la sala. Un periodista de la agencia EFE, que llevaba años en el oficio, confesó que jamás había tenido tantas ganas de fingir que su grabadora se había quedado sin pilas.


La obsesión nuclear de Sánchez

Según fuentes cercanas a Moncloa, no es la primera vez que Sánchez fantasea con convertirse en una especie de superlíder atómico. En los últimos meses, aseguran, se ha interesado en exceso por documentales de la Guerra Fría en Netflix, ha preguntado varias veces si el Ministerio de Defensa guarda “misiles viejos en algún sótano” y llegó incluso a sugerir la compra de cabezas nucleares de segunda mano en Wallapop.

Un asesor que pide anonimato relató que el presidente pasa las tardes dibujando dianas sobre mapas de Oriente Medio y Europa del Este. “Al principio creímos que estaba jugando al Risk, pero luego nos dimos cuenta de que hablaba en serio”, declaró.

Sánchez, cuentan, ve en el armamento nuclear la forma definitiva de que España tenga voz en la política internacional. “Si yo tuviera un botón rojo en mi mesa, hasta Biden me invitaría a desayunar cada mañana”, habría dicho durante una reunión de estrategia.


La confusión de Podemos

Los cuatro diputados de Podemos reaccionaron inicialmente con entusiasmo a las declaraciones del presidente. “Celebramos que Sánchez apueste por lo nuclear, porque lo nuclear es limpio, verde y justo”, escribieron en redes sociales.

Sin embargo, a los pocos minutos tuvieron que rectificar: un asesor les explicó que “nuclear” no se refería a placas solares ni a molinos de viento con luces LED, sino a bombas capaces de convertir media ciudad en un cráter. La decepción fue inmediata. “Nos sentimos engañados, creímos que hablaba de energías renovables, no de Hiroshima”, aclararon en un comunicado acompañado de palomas de la paz y emoticonos de arcoíris.


La oposición, entre la risa y el miedo

Desde el Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo pidió una comisión parlamentaria “urgente” para evaluar el estado psicológico del presidente. “No es que me preocupe lo que dijo, me preocupa que lo diga con esa calma gallega que no tiene”, señaló.

Vox, fiel a su estilo, fue más allá: acusó a Sánchez de cobarde por no querer usar esas hipotéticas bombas en Cataluña primero. “Si de verdad quiere salvar España, que empiece por ahí”, declaró Santiago Abascal, que ya ha pedido presupuestos a Corea del Norte por si acaso.


Bruselas, desconcertada

En la Unión Europea, Ursula von der Leyen pidió “calma y sensatez”, aunque las cámaras la captaron conteniendo una risa nerviosa. “España siempre nos sorprende, pero esto ha superado cualquier expectativa”, confesó un diplomático europeo.

Un asesor de Emmanuel Macron, por su parte, comentó en privado que Francia nunca vendería sus armas nucleares a España “porque no sabríamos si Sánchez las usaría contra Israel, contra el cambio climático o contra la oposición en el Congreso”.


El pueblo opina

En redes sociales, el hashtag #SánchezNuclear se convirtió en tendencia en cuestión de minutos. Los defensores del presidente lo calificaron de “líder visionario” y lo compararon con un James Bond de Chamberí. Los críticos, en cambio, se preguntaban si el siguiente paso sería instalar silos nucleares en el sótano de la Moncloa junto a la cafetera de cápsulas.

Mientras tanto, en la vida real, las reacciones fueron más mundanas. Una señora en el Mercadona aseguró entre pasillos: “Yo solo quiero que baje la leche y que el pan vuelva a costar lo de antes. Si para eso hacen falta bombas, que las pongan, pero que no se olviden de las ofertas de yogures”.

En un bar de Vallecas, un jubilado gritó: “Si tuviéramos armas nucleares ya nos habríamos clasificado para el Mundial, hombre”, mientras discutía con su amigo sobre si España necesita más tanques o más terrazas con sombra.


La aclaración oficial

Horas después, el Ministerio de Defensa publicó un comunicado intentando calmar la situación. Confirmaron que España no dispone de armamento nuclear, salvo una colección de petardos incautados en fiestas patronales y algún cohete de feria requisado en San Juan.

Aun así, la nota no disipó las dudas. Moncloa insiste en que “todo es posible” y que Sánchez ya está explorando alternativas: desde comprar misiles en Amazon Prime hasta financiar un proyecto secreto llamado “Bomba Solidaria 2030”, que según sus palabras sería “nuclear, pero inclusiva y sostenible”.


Epílogo

La escena, que parecía sacada de un sketch humorístico, quedará como una de las frases más surrealistas de la política española reciente. No sabemos si Sánchez llegará a tener nunca un botón rojo sobre su mesa, pero lo que sí es seguro es que, por ahora, lo más explosivo que tiene Moncloa es la cafetera cuando se queda sin cápsulas.

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