En los últimos años, los videojuegos han sido objeto de intensos debates sobre su impacto en los niños y adolescentes. Mientras que algunos sectores, incluidos ciertos estudios gubernamentales, han asociado los videojuegos con comportamientos violentos y agresivos, investigaciones más recientes están desafiando estas percepciones. Un estudio de 2022, liderado por investigadores del Instituto Karolinska en Suecia, ha arrojado luz sobre un aspecto positivo: los niños que dedican más de cinco horas semanales a jugar videojuegos pueden experimentar un aumento de hasta 2,5 puntos en su coeficiente intelectual (CI). Este hallazgo no solo contradice narrativas alarmistas, sino que también resalta los beneficios cognitivos que los videojuegos pueden ofrecer cuando se consumen de manera moderada.

El estudio, publicado en la revista *Scientific Reports*, analizó datos de casi 10,000 niños estadounidenses de entre 9 y 10 años, utilizando información del *ABCD Study* (Adolescent Brain Cognitive Development), el mayor estudio a largo plazo sobre el desarrollo cerebral y la salud infantil en los Estados Unidos. Los investigadores recopilaron datos sobre el tiempo que los niños dedicaban a actividades frente a pantallas, incluyendo videojuegos, televisión y redes sociales. En promedio, los niños reportaron pasar 2,5 horas diarias viendo televisión o videos en línea, una hora jugando videojuegos y media hora en redes sociales. Dos años después, se reevaluaron los datos de más de 5,000 de estos niños para medir cambios en su coeficiente intelectual.

Los resultados fueron reveladores: los niños que dedicaron más tiempo del promedio a los videojuegos experimentaron un aumento de 2,5 puntos en su CI, un incremento significativo cuando se controlaron factores como el contexto socioeconómico y las predisposiciones genéticas. Este aumento se atribuyó a mejoras en habilidades cognitivas específicas, como la comprensión lectora, el procesamiento visual-espacial, la memoria, el pensamiento flexible y el autocontrol. En contraste, actividades como ver televisión o usar redes sociales no mostraron un impacto positivo en la inteligencia, lo que sugiere que los videojuegos tienen un efecto único en el desarrollo cognitivo.

El neurólogo Torkel Klingberg, uno de los autores principales del estudio, afirmó: “Nuestros hallazgos respaldan la afirmación de que el tiempo que los niños pasan frente a una pantalla no es perjudicial para las capacidades cognitivas, y que jugar videojuegos realmente contribuye a aumentar la inteligencia”. Este no es el primer estudio que vincula los videojuegos con beneficios cognitivos. Investigaciones previas, como una de la Universidad Oberta de Catalunya en 2020, también han sugerido que los videojuegos pueden mejorar habilidades como la resolución de problemas y la atención sostenida. Sin embargo, el estudio de 2022 destaca por su enfoque en controlar variables genéticas y socioeconómicas, lo que le otorga una mayor robustez metodológica.

Los videojuegos, especialmente aquellos que requieren estrategia, resolución de problemas y toma de decisiones rápidas, actúan como un entrenamiento cognitivo. Juegos de rompecabezas, estrategia en tiempo real o incluso títulos de acción bien diseñados desafían al cerebro a procesar información compleja, adaptarse a entornos cambiantes y desarrollar habilidades de planificación. Por ejemplo, juegos como *Minecraft* fomentan la creatividad y el pensamiento espacial, mientras que títulos como *The Legend of Zelda* requieren resolver acertijos complejos, lo que estimula el razonamiento lógico.

Además, los videojuegos suelen implicar un aprendizaje activo. A diferencia de la televisión, que es un medio pasivo, los videojuegos requieren que los jugadores interactúen constantemente con el entorno, tomen decisiones y ajusten sus estrategias en tiempo real. Este nivel de engagement puede fortalecer las conexiones neuronales, mejorando funciones ejecutivas como la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva. El procesamiento visual-espacial, una habilidad clave para interpretar mapas, resolver problemas geométricos o navegar entornos virtuales, también se ve beneficiado, lo que explica en parte el aumento en el CI observado.

Es importante destacar que el estudio no sugiere que los videojuegos sean una panacea para el desarrollo intelectual. Factores como la calidad del sueño, el ejercicio físico y las actividades académicas tradicionales (como leer o estudiar matemáticas) siguen siendo fundamentales. Sin embargo, los resultados desafían la idea de que los videojuegos son inherentemente perjudiciales, demostrando que, en un contexto adecuado, pueden ser una herramienta valiosa para el desarrollo cognitivo.


Durante décadas, los videojuegos han sido señalados como una causa de comportamientos violentos y agresivos, especialmente en niños y adolescentes. Estudios gubernamentales y campañas mediáticas han sugerido que los videojuegos violentos, como los shooters en primera persona, desensibilizan a los jugadores a la violencia y fomentan actitudes agresivas. Sin embargo, estas afirmaciones han sido objeto de críticas por su falta de rigor científico y por sesgos metodológicos, como el uso de muestras pequeñas o la ausencia de controles adecuados.

Un estudio del Oxford Internet Institute, publicado en 2023 en *Royal Society Open Science*, analizó a 1,004 adolescentes británicos y sus tutores legales, y no encontró ninguna relación significativa entre jugar videojuegos violentos y un aumento en comportamientos agresivos. Por el contrario, el estudio sugirió que los videojuegos, incluso los violentos, pueden tener efectos positivos, como mejorar la coordinación mano-ojo y las habilidades sociales en juegos multijugador. Otros metaanálisis, como uno de 2018 publicado en *Proceedings of the National Academy of Sciences*, concluyeron que el efecto de los videojuegos violentos sobre la agresión es, en el mejor de los casos, mínimo (con un tamaño de efecto de 0,08, considerado “trivial” estadísticamente) y no justifica las afirmaciones alarmistas.

Estas investigaciones también han señalado problemas en los estudios que vinculan videojuegos con violencia. Por ejemplo, muchos de ellos dependen de autoreportes, que son susceptibles a sesgos, o no distinguen entre videojuegos violentos y no violentos. Además, la correlación no implica causalidad: los niños con tendencias agresivas podrían sentirse atraídos por videojuegos violentos, en lugar de que los videojuegos causen la agresión. Factores como el entorno familiar, el estrés o la exposición a la violencia en otros contextos (como la televisión o el entorno social) suelen tener un impacto mucho mayor.


Los hallazgos del estudio de 2022 tienen implicaciones importantes para padres, educadores y responsables de políticas públicas. En lugar de demonizar los videojuegos, es crucial adoptar un enfoque equilibrado que reconozca tanto sus beneficios como sus posibles riesgos. Aquí hay algunas recomendaciones basadas en la evidencia:

1. **Moderación es clave**: Aunque el estudio sugiere que más de cinco horas semanales de videojuegos pueden ser beneficiosas, el exceso puede llevar a problemas como el sedentarismo, el cansancio ocular o la falta de sueño. Los padres deben establecer límites razonables, como una o dos horas diarias, dependiendo de la edad y las responsabilidades del niño.

2. **Elegir videojuegos apropiados**: No todos los videojuegos son iguales. Los padres deben revisar las clasificaciones (como PEGI o ESRB) y priorizar juegos que fomenten el pensamiento crítico, la creatividad o la cooperación, en lugar de aquellos con violencia gratuita.

3. **Fomentar un entorno equilibrado**: Los videojuegos deben complementarse con otras actividades, como el ejercicio físico, la lectura y la interacción social. Un estilo de vida equilibrado maximiza los beneficios cognitivos y minimiza los riesgos.

4. **Diálogo abierto**: En lugar de prohibir los videojuegos, los padres deben jugar con sus hijos y discutir el contenido. Esto no solo fortalece el vínculo familiar, sino que también permite a los padres entender mejor los intereses de sus hijos y guiarlos en su consumo.


El estudio de 2022 del Instituto Karolinska marca un punto de inflexión en la percepción de los videojuegos, demostrando que, lejos de ser perjudiciales, pueden contribuir al desarrollo cognitivo de los niños. Un aumento de 2,5 puntos en el coeficiente intelectual, aunque modesto, es un indicio de que los videojuegos pueden ser una herramienta valiosa para estimular habilidades como el pensamiento flexible, la memoria y el procesamiento visual-espacial. Al mismo tiempo, investigaciones recientes desmontan el mito de que los videojuegos violentos generan comportamientos agresivos, señalando que los factores contextuales y personales son mucho más determinantes.

Estos hallazgos invitan a padres, educadores y responsables de políticas a reconsiderar su enfoque hacia los videojuegos. En lugar de restricciones basadas en temores infundados, el énfasis debe estar en promover un consumo responsable y equilibrado. Los videojuegos no son ni la panacea ni el villano que a menudo se les pinta; son, en esencia, una forma de entretenimiento con un potencial único para enriquecer la mente cuando se utilizan con moderación y propósito.

**Referencias**:
[](https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2022-05-20/jugar-a-videojuegos-ninos-educacion-inteligencia_3426625/)
[](https://www.larazon.es/salud/videojuegos-impactan-inteligencia-ninos-bien-segun-estudio_2025020367a08f40797cbb00013f4f18.html)
[](https://marcianosmx.com/establecen-vinculo-entre-videojuegos-y-aumento-del-coeficiente-intelectual/)
[](https://periodismo.ull.es/videojuegos-y-violencia-un-nuevo-estudio-sigue-sin-encontrar-relacion/)
[](https://www.psyciencia.com/violencia-videojuegos-incrementan-agresividad/)

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