Un estudio publicado esta semana por el Instituto de Investigación Social de la Universidad Complutense de Madrid ha arrojado luz sobre la relación entre la ideología política y la credibilidad otorgada a la desinformación en las redes sociales. Según el informe, las personas con inclinaciones políticas de derechas muestran una mayor tendencia a creer y compartir bulos en plataformas como X, Facebook y WhatsApp, en comparación con aquellos de ideologías de izquierdas o centristas.
El análisis, que se basó en encuestas a 2.500 usuarios de redes sociales en España y un seguimiento de la difusión de noticias falsas durante seis meses, encontró que el 68% de los participantes que se identifican con posturas conservadoras dieron veracidad a al menos tres bulos virales, frente al 49% de los progresistas. Entre los temas más recurrentes de estas falsedades están la inmigración, el cambio climático y las políticas sanitarias.
La doctora Laura Méndez, directora del estudio, explica que esta disparidad podría estar relacionada con la desconfianza hacia los medios tradicionales, más acusada en sectores de derechas, lo que lleva a un mayor consumo de información no verificada en redes. “No se trata de una cuestión de inteligencia, sino de dinámicas de polarización y exposición selectiva a contenidos que refuerzan creencias previas”, afirmó Méndez.
El informe también destaca que los bulos suelen estar diseñados para apelar a emociones como el miedo o la indignación, lo que facilita su viralización en entornos polarizados. Aunque las personas de izquierdas no son inmunes a la desinformación, el estudio sugiere que tienden a contrastar más las fuentes antes de compartir.
Organizaciones de verificación de datos, como Maldita.es, han aplaudido el informe y piden mayor educación digital para combatir la desinformación. Por su parte, algunos colectivos conservadores han cuestionado la metodología del estudio, argumentando que podría estar sesgada por la afiliación de los investigadores.
El informe concluye con un llamado a las plataformas digitales para que refuercen sus algoritmos de detección de bulos y promuevan contenido verificado, en un esfuerzo por reducir la polarización y proteger la calidad del debate público.